Tres semanas después de haber sido detonado el escándalo periodístico por la mansión texana de un contratista de Pemex que ocupó José Ramón López Beltrán –lo que provocó que su padre, el presidente Andrés Manuel López Obrador, gobernadores, senadores, diputados y líderes de Morena descalificaran esta “campaña de calumnias” y arremetieran en contra del periodista Carlos Loret de Mola y de otros comunicadores y medios que le dieron seguimiento a este caso, acusándolos de mercenarios y de pretender descarrilar al régimen de la 4T–, el domingo pasado el diario La Jornada publicó documentos que aparentemente demuestran que la residencia situada en 1003 Oakshire In, Conroe, Texas, en un suburbio de Houston, “fue rentada en forma regular” mediante un contrato de arrendamiento por sus propietarios, Keith L. Schilling y Lauren M. Schilling, a la señora Carolyn Adams, esposa del hijo mayor del mandatario mexicano.
Con esta publicación del diario más comprometido con el obradorismo se pretendía cerrar la discusión pública sobre este candente tema que por la errática estrategia con la que se pretendió sofocar inicialmente sólo agitó las redes sociales y puso en entredicho el discurso de honestidad y austeridad del tabasqueño.
Y es que independientemente de la afinidad ideológica, entre los directivos del periódico capitalino y López Obrador existe otros lazos familiares desde hace más de 30 años.
En el libro “La lucha continúa”, escrito por Jorge Gómez Naredo y prologado por el académico obradorista John Ackerman –esposo de ex secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval– se narra, por ejemplo, que un sábado de febrero de 1996, el presidente del Consejo de Administración del diario La Jornada, Rodolfo F. Peña, acompañado de un auxiliar, viajó a Villahermosa para visitar a López Obrador, quien en ese momento llevaba más de 12 días bloqueando los accesos a 51 pozos petroleros, por lo que la Procuraduría General de la República (PGR) había iniciado la averiguación previa AP/28/96, solicitando orden de aprehensión en su contra por daños a Pemex estimados en 63 millones de pesos.
“Años atrás, él y Carmen Lira Saade, la actual directora de dicho diario, habían apadrinado en una modesta ceremonia religiosa a los dos hijos mayores del tabasqueño. Peña quería estar con su compadre en aquella hora aciaga.
“Se hospedó en el hotel Calinda Viva y pasado mediodía, cuando se disponía a salir hacia la casa de López Obrador, en el vestíbulo intercambió saludos con una mujer acompañada de dos niños: Lourdes Galaz y dichos hijos del político tabasqueño. Ella dijo que los llevaría de compras y luego al cine.
“La tensión por el problema en los pozos era grande; cientos de activistas del Partido de la Revolución Democrática atiborraban las cárceles; López Obrador había sido herido en un enfrentamiento con la policía y los medios repetían que la Procuraduría General de la República estaba por capturarlo. Lourdes Galaz, que también trabajaba en La Jornada, estaba en Villahermosa expresamente para cuidar a los pequeños.
“Se despidieron y Peña marchó al Fraccionamiento Galaxias, donde está la casa de López Obrador (en Villahermosa). Junto a la sala, en un rincón, una joven morena comía apresuradamente, muy encorvada y silenciosa: Rosa Icela Rodríguez, entonces reportera de La Jornada (…). Al ver entrar a Peña se puso en pie de un brinco, saludó y explicó: ‘Pues aquí estamos, al pie del cañón; no queremos que se lleven a Andrés Manuel; a ver cómo, pero no podemos permitirlo’”, dijo hace 26 años la ahora secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, quien al inicio del sexenio se desempeñó como secretaria de Gobierno en la administración de la mandataria capitalina Claudia Sheinbaum, la aspirante favorita de AMLO para sucederlo en 2024.