Los astrónomos han descubierto que hay asteroides potencialmente peligrosos que no pueden ser detectados por los telescopios. Ocurrió en 2019 y puede volver a ocurrir con resultados imprevistos.
Astrónomos del Instituto de Astronomía de la Universidad de Hawái advierten en un artículo publicado en la revista Icarus que hay una zona del espacio a través de la cual asteroides potencialmente peligrosos (NEO) pueden acercarse a la Tierra sin ser detectados.
Recuerdan que eso ya ocurrió en 2019, cuando un asteroide de unos 100 metros de diámetro pasó a toda velocidad por la Tierra a solo 70.000 kilómetros de distancia.
Llamado por los astrónomos «OK 2019», el asteroide solo pudo ser identificado por los telescopios 24 horas antes de su aproximación a nuestro planeta.
El equipo de investigadores, dirigido por el profesor Richard Wainscoat, descubrió que algunos de los objetos que se acercan a la Tierra pueden parecer estacionarios debido a las peculiaridades de la rotación diurna de nuestro planeta y de su viaje alrededor del sol.
Eso significa que no pueden ser detectados por la red de telescopios diseñados para detectar tales amenazas, señalan los investigadores en su artículo.
Objetos en movimiento
Los algoritmos de los telescopios de observación que buscan asteroides están programados para mostrar objetos en movimiento, con la finalidad de evitar la detección falsa de fenómenos peligrosos, como supernovas o estrellas fugaces.
Estos algoritmos tienen en cuenta los objetos que se acercan a nuestro planeta desplazándose hacia el oeste en el cielo, debido a la rotación de la tierra sobre su eje.
Sin embargo, cuando los asteroides se acercan a la Tierra desde una parte del cielo oriental, la rotación del planeta y la órbita curva alrededor del Sol pueden hacer que esos objetos parezcan estacionarios, y que por lo tanto sean ignorados como asteroides potencialmente peligrosos.
Los autores de esta investigación han calculado que alrededor de la mitad de los objetos celestes que se aproximan a la Tierra desde el Este pueden aparecer ante los telescopios como inofensivos, cuando en realidad representan una amenaza potencial.
Programas preventivos
En la actualidad, Estados Unidos, a través del programa de Observaciones de Objetos Cercanos a la Tierra de la NASA, proporciona la mayor parte de los fondos para el descubrimiento de NEO, y los programas financiados por la NASA dominan su descubrimiento, recuerdan los investigadores en su artículo.
En 2019, los principales programas de descubrimiento fueron Pan-STARRS (ubicado en Hawái, con un 45 % de las detecciones), Catalina Sky Survey (ubicado en Arizona, con un 44 %) y ATLAS (ubicado en Hawái, con un 6 %). Cada uno de estos programas de búsqueda está financiado por la NASA.
El Catalina Sky Survey (CSS) ha descubierto hasta ahora tres pequeños asteroides cercanos a la Tierra que fueron detectados solo 24 horas antes del impacto en lo alto de la atmósfera terrestre, aunque sin consecuencias.
Por su parte, el telescopio ATLAS en Mauna Loa, Hawái, descubrió otro asteroide un poco mayor que los de CSS, solo 11 horas antes del impacto.
El caso de 2019 OK es el que mejor revela el riesgo de esa zona oscura del universo que impide detectar a tiempo potenciales amenazas de asteroides. Fue el objeto más grande de ese tamaño que se acercó a la Tierra desde 1908.
Objetos con un diámetro de mayor de 100 metros se acercan estadísticamente a la Tierra una o dos veces por siglo a una distancia de 70.000 kilómetros y su frecuencia de impacto es sólo de una vez cada 10.000 años.
Pequeña posibilidad
De todas formas, los autores de esta investigación aclaran que la probabilidad de que un asteroide de 100 metros de diámetro no descubierto como 2019 OK tenga un impacto en la Tierra es pequeña.
Si estuviera en la trayectoria de nuestro planeta, los telescopios actuales podrían detectarlo hasta 4 semanas antes del impacto si se acerca desde el lado nocturno de la Tierra, aunque su reconocimiento no sería automático.
No obstante, los astrónomos advierten que algunos objetos cercanos a la Tierra potencialmente peligrosos pueden tener movimientos aparentemente lentos, lo que requerirá afinar los algoritmos de los telescopios para que tengan en cuenta esta eventualidad y alerten con tiempo para una observación más detallada de su presencia y trayectoria.
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