Que se sepa un manual para hacer política en México, con resultados positivos no existe, cada persona que se dedica a esta actividad recurre a distintas formas. Los personajes más conocidos o encumbrados, de todos los partidos políticos, son calificados como perversos o maquiavélicos en honor a la obra El príncipe, publicado originalmente en 1513; un breve tratado sobre cómo adquirir poder, crear un Estado y, desde luego, mantenerlo. El autor se propuso diseñar una guía para la acción política basada en las lecciones de la historia.

La obra impresionó tanto a sus lectores que la forma adjetiva de su apellido, maquiavélico, es utilizada hasta nuestros días como sinónimo de astucia o mala fe. Nicolás Maquiavelo (Florencia, 3 de mayo de 1469-21 de junio de 1527), fue un filósofo y estadista italiano del Renacimiento, secretario de la República florentina. El príncipe le dio, de manera equívoca, fama de ateo y cínico amoral, de ahí que un político que utiliza malas artes para conseguir sus objetivos se le endilgue el apellido del autor de tan conocida obra, pero para eso se requiere inteligencia, astucia, sentido común, mucha perversidad, una sólida cultura y un conocimiento amplio del terreno que se pisa. O sea, no cualquiera puede presumir de ser maquiavélico, sin embargo claro que los hay.

Esto viene a cuento por el momento político que estamos viviendo los mexicanos. La sucesión presidencial que adelantó el presidente López Obrador, ha desatado a los demonios de tal forma que mencionados y no mencionados, pero que aspiran a la principal candidatura al interior de Morena, se han puesto en pie de guerra, cada uno con sus instrumentos, capitales, grupos de simpatizantes y argucias, para tratar de llegar a la hora de la decisión final con la fortaleza necesaria para convertirse en el indispensable, el que garantiza a Morena y al proyecto de la 4T la permanencia en el poder.

Es lo mismo que hacía el PRI cuando estuvo en el poder, con la diferencia de que el muestreo de los aspirantes se producía en un tiempo más cercano al cambio o a la designación del candidato para arrancar la campaña, hoy AMLO cambió el esquema en un claro juego maquiavélico de diversión personal entre sus alfiles. Le divierte que se confronten públicamente, los aprieta cuando se quieren salir del huacal, juega con las aspiraciones de cada uno y esta en lo suyo, como dijera Fidel Herrera “en el pleno ejercicio del pinche poder”.

En medio de todo el desmadre que armó el titiritero, hasta se dio el lujo de poner apodos a sus principales cartas, les puso mis “corcholatas” como se les dice en el bajo mundo de la prostitución chaira y el vicio a quien no deja el trago permaneciendo pegado a la botella como las corcholatas. Así le decían a la difunta actriz Carmen Salinas en el burdel donde chambeaba en las películas de ficheras. Las corcholatas de AMLO son Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, quien ha pasado su vida política sirviendo a López Obrador y a sus hijos; la otra corcholata, porque así lo dijo el propio presidente, es el Canciller Marcelo Ebrard Casaubón, cómplice de pillerías de AMLO desde que se separaron del PRI.

Dos aspirantes que no son corcholatas

Pero el asunto de la candidatura de Morena a la presidencia en el 24 no se queda en los dos personajes mencionados líneas arriba, no, está también y bien puestos el Senador de la República Ricardo Monreal Avila, presidente de la Jucopo y el secretario de Gobernación del gabinete amloista Adán Augusto López Hernández, ex gobernador de Tabasco y el mejor amigo de AMLO desde la infancia a quien le guarda un gran respeto, de ahí que le delegará poderes como auténtico secretario de Gobernación no como a doña Olga Sánchez Cordero; mi florero le decía el presidente AMLO para ubicarla en el sitio que le correspondía.

Y vean esta chulada de análisis de Matías Pascal publicado en el Diario Imagen, que tiene que ver con lo mismo, la lucha por la candidatura presidencial dentro del morenismo.

“Mientras ayer el (des) gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, se paseaba por el Zócalo de la Ciudad de México, se tomaba fotos con doña Claus, jefa de la capital del país, y se lanzaban cariñitos desbordantes de azúcar vía redes sociales, en las tierras jarochas asesinaban a un periodista y a un dirigente del PAN. ¡Qué bonito gobiernan este par!”

“Lo que trasluce la reunión de ambos personajes, es a todas luces buscar la descalificación del senador Ricardo Monreal Ávila, quien solo, sin andar buscando cobijos, les ha dado la vuelta cual baleros de artesanía, haciendo capiruchos con sus miserables humanidades y los congregados en la dizque ala dura.”

“Se trata de ir por todo y a costa de lo que sea, incluso de pasar por encima del espíritu que fundó Morena para lograr el control del partido. Así se los ha señalado una y otra vez Monreal. Son un peligro para el Movimiento mismo, decimos nosotros.”

“La visión de los mal llamados «rudos»: Martí Batres, César Augusto Cravioto, Antares Guadalupe Vázquez Alatorre, incluida la del petista José Narro Céspedes -claro, cuando la resaca se lo permite-, entre otros, es aldeana y reduccionista. Juntos, con el «rostro» de reformadores, liberales, de Robin Hood, o ataviados de «batipoderes», este grupo empieza dinamitar el terreno del partido rumbo a 2024.”

“Según nos dicen, este grupo, uno de los más visibles dentro de Morena, ya se ha puesto de acuerdo para ir «colocando bombas» a lo largo del camino rumbo a la sucesión presidencial de 2024, a aquellos aspirantes que han venido ganando espacio en lo político y en lo mediático y que tienen posibilidades reales de contender «a la buena, con Morena o por Morena».

“Dentro de los objetivos del grupo, está el de acallar todas las voces moderadas del partido que choquen contra las decisiones unidireccionales del fundador y Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.”

“Lo que no sabe el jefe mayor de la tribu morenista, es que los llamados «rudos» tampoco saben de códigos de conducta, disciplina o respeto, porque empezarán a trabajar para lograr concentrar el poder en la toma de decisiones rumbo a 2024. Ahí están las fotos de ayer de Claudia Sheinbaum y el virrey de Veracruz.”

“Las fuentes consultadas nos dicen que en este momento, las recurrentes pugnas al interior de las tribus del partido ya no son solamente por el control de la dirigencia nacional.”

“Están buscando acotar los espacios para no dejar pasar a las corrientes moderadas de Morena, peor aún, la del presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, Ricardo Monreal Ávila, quien por cierto, le dio un duro revés al gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, y dicho sea de paso al espaldarazo de AMLO, con la recomendación de la CNDH para derogar el delito de ultrajes a la autoridad del Código Penal de Veracruz. Penal. «Van con todo en contra de los pocos moderados que quedan en el movimiento del presidente López Obrador”…

Ese es el ejercicio de la política real, de esa que solo saben jugar los experimentados en estas lides, los maquiavélicos. Por eso la pregunta que surgió al subirse a las redes la foto del gobernador veracruzano con la corcholata: ¿Y de que le servirá a Claudia una alianza con el gobernador de Veracruz?… pues si, solo de bumerang.

Después del 24 algo habrán aprendido los morenos que hoy ostentan el poder en Veracruz. Entenderán cuando menos que el estado lo tenían para gobernarlo cuando mucho por seis años, que no se los regalaron para poner en práctica ocurrencias ni saquearlo, y menos para usar las instituciones procuradoras de dar justicia como brazos ejecutores para encarcelar a cuanto adversario se les atravesara. La política, política, es otra cosa. Tienen que asomarse al espejo de Javier Duarte, cuando menos.

Reflexión  

Ya la CNDH le notificó al gobernador Cuitláhuac García Jiménez, que derogue el delito de ultraje a la autoridad y de no hacerlo tendrá que comparecer el primero de febrero ante 128 senadores que lo podrán ante la pared y tendrá que responder de la detención del preso político Juan Manuel del Río Virgen, secretario técnico del senador Ricardo Monreal.

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