La aceptación del Presidente López Obrador de que su gobierno ha alcanzado un índice de inflación mayor al de sus predecesores Felipe Calderón y Enrique Peña –acusados sistemáticamente por sus políticas económicas-, sólo vino a confirmar que México enfrenta ya la peor crisis económica de este siglo. Al menos la inflación ya lo es.
Desde hace 20 años, los mexicanos no habíamos vivido un aumento de precios tan alto. Con datos del INEGI (y no de las mañaneras), sabemos que la economía del país cerró en 2021 con una tasa de inflación anual en 7,36%. Esta cifra supera la del gobierno del PRI (6.77%), y de la última administración panista (6.53%).
El Presidente reconoció que se trata del mayor desafío de su gobierno, pero no explicó la ruta que habrá de seguir para detener el empobrecimiento de la población. Luego de tres secretarios de Hacienda y la imposición de la Gobernadora del Banco de México, el gobierno sigue apostando al subsidio de los programas sociales que sólo han aumentado el número de pobres en el país. No hay política económica frente a la crisis.
Pese al sortilegio de que “primeros los pobres”, el número de mexicanos en situación de pobreza creció en más de 3.8 millones al pasar de 51.9 millones en 2018 a 55.7 millones en 2020; además, en medio de la pandemia, más de 15 millones de personas no tienen acceso a los servicios de salud. Son datos duros.
Pero la inflación y la pobreza no son la peor noticia. Durante el año pasado, México ya dejó de ser una de las 15 economías más grandes del mundo. En los índices de crecimiento, López Obrador también ha fracasado frente a los últimos presidentes.
Esta ha sido la peor primera mitad de un sexenio en resultados económicos en décadas. Mientras que Vicente Fox dejó un crecimiento promedio del 1.95%, Felipe Calderón del 1.75% y Peña Nieto del 2.43%, insuficientes todos frente a las necesidades del país, con López Obrador hemos tenido una contracción del 5.5%.
El compromiso de un crecimiento equivalente al 4 por ciento anual será otra promesa incumplida. Será un sexenio perdido. Hoy la máxima aspiración del gobierno morenista –y la de muchos mexicanos- es entregar el país al menos en las mismas condiciones en que lo recibió hace tres años, algo prácticamente imposible y que abrirá una nueva crisis económica en la coyuntura del relevo presidencial como sucedió en el siglo pasado.
Que López Obrador haya reconocido una inflación superior a la de gobiernos anteriores –la que atribuye a un “fenómeno externo” derivado de la pandemia por COVID-19-, no es un arrebato de honestidad ni de transparencia, sino más bien un acto de escapismo político de cara a su absurda e innecesaria revocación de mandato.
La crisis económica que ya vive el país se refleja en el mayor aumento de precios en la canasta básica en las últimas dos décadas –lo que eliminó de golpe cualquier beneficio del aumento al salario mínimo-, y en cifras que no tienen parangón en los últimos años.
Hoy la Tasa de Crecimiento Económico (TCE) del PIB promedio estimado para el resto del sexenio es de 0.55%, lo que en el mejor de los escenarios apenas alcanzará para recuperar la caída del 8.5% en los dos primeros años del gobierno de López Obrador.
El problema es que no hay ruta… ni dinero. Aunque lo niegue de manera sistemática, la administración morenista ha aumentado la deuda externa en más de 22 mil millones de dólares, lo que representa ya el 52.8% del PIB. Además, durante el año pasado, México fue el país en donde se registró la mayor salida de capitales.
El éxito que presume el Presidente sobre indicadores macroeconómicos sólo es un espejismo del gastado discurso de las mañaneras. La devaluación peso-dólar en dos años ha sido del 8.9% y el precio de la gasolina ha subido 18.9%, por encima de la inflación de los tres primeros años de gobierno.
Cuando López Obrador habló de que una vez que llegara a la Presidencia, el precio de la gasolina bajaría a 12 pesos, nunca explicó que se refería al medio litro del combustible.
Hay más datos. El número de homicidios dolosos en los primeros tres años es superior a 110 mil –el doble que en el mismo periodo del gobierno de Calderón-. La corrupción no cesa: México es el quinto peor país en corrupción, de acuerdo con el ranking 2021 de The World Justice Project (WJP).
Los tres años iniciales del gobierno de Andrés Manuel López Obrador significan la peor primera mitad de un sexenio en resultados económicos, de pobreza y de seguridad en casi un siglo. Las cifras lo confirman.
Por ello, la confesión presidencial no fue gratuita. Que nadie se diga engañado ante la crisis política y económica que vivimos.
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