Xalapa, Ver.-El fin del año se acerca y con ello, las calles empiezan a llenarse de grupos de personas que con la algarabía conocida de los veracruzanos cantan, bailan y hacen escándalo pidiendo “una limosna para este pobre viejo”. ¿Cuál es el origen de esta tradición veracruzana? Aquí te lo contamos.
Una revuelta de trabajadores
La tradición de vestir a un “viejo” y quemarlo el 31 de diciembre para despedir al año nuevo es una costumbre arraigada en varias regiones de Latinoamérica. Sin embargo, en el caso de Veracruz la tradición tiene que ver con las malas condiciones laborales que enfrentaba la gente en el siglo XIX.
Por allá de 1875 en los muelles del puerto, trabajadores iniciaron un movimiento para demostrar su inconformidad con que los administradores de la aduana se quedaban con la mercancía que nadie reclamaba. El líder del movimiento, de apellido Bovril exigió en nombre de sus compañeros la repartición de estas mercancías y una gratificación anual, lo que ahora llamamos aguinaldo.
Bovril se manifestó frente a las casas de las autoridades aduanales, haciendo escándalo para que todo mundo lo mirara. Esto llevó a que lo metieran a la cárcel. Ante esto, el resto de sus compañeros salió a las calles a protestar pero ahora con cacerolas y otros utensilios, con la intención de juntar dinero y sacar a su compañero de la cárcel.
Este pequeño acto revolucionario se repitió el año siguiente, sólo que adquirió un tono más lúdico: la gente salió a la calle vestida de “viejitos” con panderos, tambores, latas y cualquier otro artefacto que hiciera ruido. Desde entonces la tradición se replica cada fin de año, donde además se crea un muñeco con ropa vieja o aserrín y se quema, representando el año que está por terminar.
AVC