Un investigación publicada en la Revista de la Sociedad Geológica de Londres asegura que el poder destructivo de un meteorito depende más de los minerales que expulsa al ingresar a la atmósfera que de su tamaño. El estudio estuvo a cargo de un grupo de investigadores integrado por el sedimentólogo Chris Stevenson, de la Universidad de Liverpool, y el geoquímico Matthew Pankhurst, del Instituto Tecnológico y de Energías Renovables de Tenerife.

«Durante décadas los científicos se han cuestionado por qué algunos meteoritos causan extinciones masivas y otros, incluso los realmente grandes, no», consideró Stevenson.

Según sus conclusiones, los meteoritos que resultaron más mortales generaron una reacción con rocas ricas en feldespato potásico, que liberan un manto de polvo que cubrió totalmente la superficie del planeta al alojarse en la troposfera, la capa baja de la atmósfera.

Si bien el feldespato potásico es un mineral no tóxico, cuando se libera hacia el cielo actúa como un poderoso aerosol nucleador de hielo. De esta manera, se modifican las características microfísicas de las nubes, aumentando el nivel de radiación solar y, de la mano, que el clima de la Tierra sea más cálido y sensible.

Las nubes se enfrían por tener más cantidad de cristales de hielo por a la presencia de este mineral. Esto modifica su propiedad reflectante, convirtiéndolas en objetos transparentes. Como consecuencia, la radiación solar sería mayor y la temperatura del planeta se elevaría.

Para llegar a esta conclusión, se analizaron 44 impactos de meteoritos ocurridos durante los últimos 600 millones de años. Para evaluarlos se utilizó un nuevo método que analiza el contenido de feldespato potásico expulsado.

mdzol.com

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