Enfermeras y enfermeros que trabajan en el Hospital General de México Dr. Eduardo Liceaga, contratados por el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) para atender la contingencia sanitaria, denuncian que pese a tener más de un año laborando no les han dado vacaciones, además aseguran que reciben malos tratos y discriminación por parte de jefes y compañeros que sí tienen base, mientras ellos siguen con contratos de solo tres meses y en la incertidumbre de no saber si les darán uno definitivo o no.
Este personal de enfermería es parte de los recursos humanos que ingresaron a los hospitales para atender la pandemia y sobre los que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha asegurado que no se quedaran sin empleo, algo que todavía reiteró este primero de diciembre, en el informe por sus tres años de gobierno.
Sin embargo, enfermeras y enfermeros del Hospital General de México contaron a Animal Político, bajo condición de omitir sus nombres reales por temor a represalias laborales, que no solo no saben si de verdad se quedarán con un trabajo fijo, sino que, aun cuando la crisis sanitaria ya no está a tope, en el hospital los mandan a las áreas críticas a cubrir los roles más pesados y no tienen a nadie con quién quejarse. “Nos dicen que no tenemos derecho a nada porque somos eventuales y somos Insabi”, asegura el enfermero Raúl, algo que corroboraron otras cuatro de sus compañeras en la misma situación.
“Yo entré desde abril de 2020 y no me han dado vacaciones. Por grupos en Facebook nos hemos enterado de que hay oficios de parte del Insabi (de los que Animal Político tiene copia) de que merecemos esos días de descanso, pero preguntamos en la jefatura de enfermería del hospital o en recursos humanos y nos dicen que no saben nada. Hemos llamado a teléfonos del Insabi y enviado correos y no nos responden”, dice el enfermero Raúl.
En otros hospitales, como el Instituto Nacional de Nutrición, asegura Mónica, otra enfermera, sí les dan vacaciones. “Lo sabemos por los mismos compañeros, y aquí en el Hospital General a los médicos se las dieron, pero a nosotros al personal de enfermería Insabi no”.
Este portal preguntó a un enfermero del Hospital General de Tlapa, en Guerrero, también contratado por Insabi para la emergencia, si a él le habían dado vacaciones a lo que respondió que tuvo ya dos semanas de descanso. También se le preguntó a una médica Insabi del Hospital General de Milpa Alta, en la Ciudad de México, quien también confirmó que sí ha tenido días de asueto.
Animal Político pidió una entrevista al Insabi para saber por qué no se le han dado vacaciones al personal de enfermería contratado para laborar en la contingencia sanitaria en el Hospital General de México, por qué se permite que tengan una carga de trabajo excesiva y cuándo se le dará un contrato permanente, como prometió el presidente.
A través de su oficina de comunicación y por escrito, el Insabi respondió que: “en relación con el personal que labora en el Hospital General de México Dr Eduardo Liceaga se informa que es el área de recursos humanos del nosocomio quien se encarga de la administración del personal. “El Insabi no tiene injerencia en los procesos administrativos del hospital y si algún trabajador tiene alguna duda con sus derechos, deberá dirigirse y resolverla con recursos humanos de su unidad médica”.
La única participación que tiene el Insabi, dice la respuesta de la oficina de comunicación, es en la transferencia de recursos financieros, lo que suele provocar confusión entre el personal de salud contratado.
Un día después de que Animal Político recibió esta respuesta, el área de recursos humanos del Hospital General les confirmó a los enfermeros que en efecto no son personal Insabi, sino personal de esta institución.
“Lo que nos dijeron como excusa es que no les habían informado que aunque entramos como Insabi, ya somos personal del hospital, pero respecto a las vacaciones solo nos dijeron que lo van a checar y de los contratos permanentes nadie nos da razón”, explica Raúl.
Ni el Hospital General de México, ni la Secretaría de Salud respondieron a las peticiones de entrevista de este portal para aclarar el tema. En tanto que el Insabi solo reiteró que desde el ingreso del personal, ellos solo se encargan de los contratos y de los recursos para pagar los sueldos, pero las reglas de contratación y la operación de los recursos humanos las maneja cada hospital.
Malas condiciones y discriminación
A los enfermeros del Hospital General de México, además de no darles vacaciones, los obligan a trabajar todos los días festivos y fines de semana. “Los que tienen contratos de base o son interinos (contratados también de forma eventual pero por parte del sindicato) se rolan para trabajar unos un día festivo y otros otro. Nosotros tenemos que venir todos esos días y no nos pagan doble. Descansamos entre semana y trabajamos todos los fines. Y es muy difícil que nos den permiso para ausentarnos o cambiar un día si tenemos un compromiso o una emergencia”, señala Mónica, otra de las enfermeras.
Los entrevistados aseguran que están agotados después de atender a los enfermos COVID en los peores meses de la pandemia y que ahora tienen que rolarse por áreas como urgencias, infectología, oncología, hematología.
“Mientras a los compañeros de base los mandan a consulta externa, nosotros nos las tenemos que arreglar con los pacientes más complicados, de los que nos toca atender hasta a ocho, así no se les puede dar una buena calidad de atención”, sostiene la enfermera Martha.
Esta situación se agudizó desde hace unas dos semanas, cuando llegó el sindicato a indicarles a los interinos que como a ellos no se les paga bono por riesgo, no tienen porqué entrar a áreas donde pueden tener un contagio. “Como a nosotros nos dan el pago por mínimo riesgo, resulta que somos nosotros los que debemos entrar y el trabajo se nos ha duplicado y, claro, a nosotros no hay sindicato ni nadie que nos defienda”, afirma Clara.
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Los retardos son otro problema. “Nosotros no podemos llegar cinco minutos tarde porque ya nos regresan, aunque hay compañeros que vienen de muy lejos, pero los de base sí pueden llegar tarde y los jefes se hacen de la vista gorda. A nosotros luego ni tiempo de ir a desayunar nos dan”, asegura Martha.
Además, este personal de enfermería se queja de un ambiente de trabajo tenso con los mismos compañeros de base e interinos, quienes, acusan, marcan la diferencia y los discriminan. “Dicen que nosotros no deberíamos estar trabajando aquí, que no hemos pasado el proceso ni los exámenes que les hacen a ellos y que no tenemos los conocimientos, pero si no hemos pasado ese proceso es justo porque no tenemos contrato fijo y porque no nos dan la oportunidad de hacerlo para ya tener una certidumbre en el trabajo”, se queja Carla.
El personal resume que se sienten como los apestados del hospital y que están agotados físicamente, por la carga de trabajo que tuvieron en los peores días de la pandemia y el peso del trabajo de ahora, pero también están cansados mentalmente, algo a lo que contribuye la incertidumbre de firmar contratos cada tres meses, que nunca saben cuando ya no se renovarán.
“Nuestro contrato se termina ahora el 31 de diciembre y nadie nos asegura que habrá otro. El pasado, por ejemplo, terminaba el 30 de septiembre, pasó semana y media después de esa fecha y en recursos humanos del hospital no seguían diciendo que aún no les habían dado ninguna indicación de si nos renovarían el contrato, pero que nos siguiéramos presentando a trabajar, así nos traen”, dice Clara.
Raúl explica que cuando preguntan cuándo se les contratará, en el hospital les responden que hay una larga lista de espera de personas que hicieron el trámite y los exámenes para ingresar antes de que llegaran ellos. En otros hospitales, como el de Tlapa y el de Milpa Alta, el personal contratado por la emergencia sigue también firmando contratos solo por tres meses.
Animal Político/Andrea Vega
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