Y usted, ¿ya revisó el ticket del súper? ¿Ha tenido que comprar menos o se ha resignado a pagar mucho más? ¿Ya hizo cuentas lo que gasta de gasolina al mes? ¿también tuvo que reducir el uso de su automóvil? ¿Y qué me dice del gas LP? ¿Ya paga menos? ¿siquiera le rinde lo mismo? Bueno, pues a eso el gobierno de Morena le llama bienestar.

Impulsada por el aumento desproporcionado del precio de la gasolina y el gas doméstico –consecuencia de la necedad del gobierno de controlar el mercado energético-, la histórica fuga de capitales, la contratación de más deuda pública, así como la aprobación de un presupuesto populista que abandono a las Pymes, Morena nos regalará de navidad la inflación más alta de este siglo.

Al inicio de año, el gobierno morenista había previsto una inflación del 3 por ciento, incluso menor a la de 2020 cuya economía estuvo golpeada por la pandemia. Sin embargo, los últimos informes confirman que, para el mes de diciembre, el índice inflacionario podría alcanzar hasta 7.3%, es decir, más del doble de lo planeado.

Y podría ser peor. Los precios al consumidor se han acelerado en los meses de octubre y noviembre, con un incremento mensual de 0.84 por ciento, su mayor alza para un mismo mes ¡en 23 años! En noviembre rebasará la barrera de los 7 puntos.

La última vez que la inflación creció en estas proporciones fue justo en el año 2000, durante la primera alternancia en la Presidencia de la República, cuando la inflación alcanzó el 8.96%; después de eso, en dos décadas, no habíamos tenido registro por arriba de los 7 puntos porcentuales como sucederá ahora en 2021, a pesar del frenético discurso de que hemos superado la emergencia económica y el país goza de cabal salud económica.

¿Son las cifras de los opositores, de los conservadores, de los medios ‘maiceados’? Para nada. Ha sido el propio subgobernador del Banco de México (BdeM) Jonathan Heath, quien el viernes pasado advirtió que la inflación general se perfila a rebasar el 7 por ciento a tasa anual en noviembre, consecuencia del aumento sostenido de los precios a combustibles y mercancías.

Y en su pronóstico, lo peor está por venir:  la normalización de la inflación no se dará en el corto plazo y habrá un pico de la inflación en el primer trimestre de 2022, por lo que debemos preparamos para una durísima y prolongada cuesta de enero.

Según Heath, quién ya debe estar listo para la reprimenda presidencial, dice que “el gran ausente” para que la economía se recupere y crezca es la inversión. Y no le falta razón. La inversión no sólo es “el gran ausente”; es, principalmente, “el gran prófugo”.

De enero al primero de noviembre de 2021 han salido de México 266 mil millones de pesos de inversiones extranjeras, resultado de un discurso presidencial amenazante y prejuicioso, la alta inflación y por iniciativas de reformas como la energética que genera incertidumbre en el país.

En los últimos dos años, México es el país en el mundo que más flujos de inversión extranjera ha perdido, así que adiós empleos, ingresos fiscales, dinero para programas sociales y recuperación económica.

Y entonces el gobierno ha decidido invertir aumentando precios de los energéticos para recuperar su inversión. Por ejemplo, la empresa estatal Gas Bienestar es la distribuidora con los precios más altos en la alcaldía de Iztapalapa; ofrece el combustible entre 25 centavos y hasta 7 pesos por kilogramo por encima del precio que ofrece cualquiera de las gaseras privadas.

En octubre, el incremento anual de la gasolina magna fue de 9.84%, mientras que el de la Premium de 17.78%. Estos aumentos superan a la inflación anual de 6.24%. En el mes de diciembre, el precio de la gasolina Premium podría rebasar la barrera de los 23 pesos, así que la promesa de que la gasolina subiría sólo al mismo nivel de la inflación su sumará al extenso catálogo de mentiras.

Para intentar resolver el problema, el gobierno de la 4T rompió otra promesa: no recurrir a más deuda pública. Entre septiembre de 2018 y 2021, la deuda neta del país se incrementó en 2.4 billones de pesos, de acuerdo con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Al inicio de este gobierno, la deuda del país se ubicaba en 10.1 billones de pesos, pero tres años después asciende a 12.5 billones de pesos

Es evidente que la inflación no se determina por la visión unipersonal de la economía, tampoco por el optimismo ideológico sin fundamento, sino que es resultado del mal manejo de las finanzas públicas y el consecuente aumento de los precios de bienes y servicios.

Preparémonos para una pobre navidad y un carísimo año nuevo.

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