La sorpresiva reaparición del ex secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Cepeda, el pasado miércoles 10 como invitado a la entrega del Premio Nacional de Comunicación “José Pagés Llergo” que se realizó en el exclusivo Club de Industriales, debió prender las luces rojas en Palacio Nacional, pues el ex jefe militar no es tan ingenuo ni cándido como para ignorar el tipo de foro al que iba a asistir.
Cienfuegos tenía conocimiento de la postura crítica que en estos tres años de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador ha mantenido la periodista Beatriz Pagés Rebollar, presidenta de la Fundación José Pagés Llergo, así como la opinión que el Jefe del Ejecutivo federal ha vertido públicamente en contra de los personajes galardonados, como Juan Francisco Ealy, del diario El Universal, el doctor José Narro, ex rector de la UNAM, y el consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova, a quien diputados obradoristas han tildado de faccioso y han pedido juicio político.
El ex titular de la Sedena ya no es un militar activo, pero el año pasado mostró todavía su ascendencia en la élite castrense que ejerció presión para que el gobierno del presidente López Obrador no sólo gestionara el retiro de cargos que le imputaba la agencia antidrogas (DEA) de Estados Unidos sino que además fuera liberado, repatriado a México y finalmente exonerado por la Fiscalía General de la República (FGR).
“Ahora sólo estoy a disposición de mi esposa”, bromeó con los reporteros, a los que dijo que ya dejó atrás ese infame episodio.
¿La presencia de Cienfuegos en este evento será indicio de que aún queda algo del malestar en la milicia externado en noviembre de 2019, cuando el general retirado del Ejército, Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, como orador en un desayuno de militares a principios de ese mes en el Campo Marte y en presencia del general secretario, Luis Cresencio Sandoval, dijo: “Nos preocupa el México de hoy. Nos sentimos agraviados como mexicanos y ofendidos como soldados”?
En aquella ocasión, este mensaje desató comentarios y especulaciones por lo reciente del llamado “Culiacanazo” ocurrido dos semanas antes y en el que militares de élite fueron obligados a liberar a Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, durante un operativo para capturarlo en Culiacán, por una orden presidencial, lo que llevó a que López Obrador diera por esos días un discurso en el que rechazaba la posibilidad de un golpe militar en el país.
“No hay condiciones para dar un golpe de Estado en México. No existen esas condiciones, para que no se caiga en esa tentación”, decía entonces el mandatario, quien destacó, como siempre, el discurso de la “lealtad y la disciplina” de las Fuerzas Armadas mexicanas al poder civil.
Y así lo ratificaría días después el general secretario de la Defensa en cuyo discurso del 110 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, el 20 de noviembre de 2020, tras la liberación de Cienfuegos en Estados Unidos, al afirmar y remarcar reiteradamente que “no anhelamos ningún poder”.
“No anhelamos ningún poder, porque nuestra razón de ser está alejada de pretensiones políticas o de otro tipo. Es evidente que no anhelamos ningún poder, porque el poder supremo de la Federación se divide en Legislativo, Ejecutivo y Judicial, perfectamente definidos en nuestra Carta Magna. Es evidente que no anhelamos ningún poder, porque dependemos del Ejecutivo, a cuya autoridad nos subordinamos por ley y por la decisión democrática del pueblo de México, pero sobre todo por convicción”, expresó hace dos años el general Cresencio Sandoval, titular de la SEDENA.
¿Qué motivó entonces que su antecesor acudiera a este evento donde menudearon las críticas contra el gobierno de la Cuarta Transformación?
EL SOBRINO POLÍTICO INCÓMODO DE AHUED
Una historia más de abuso de poder ronda al alcalde electo Ricardo Ahued Bardahuil, nuevamente cortesía de su innombrable pariente político y secretario particular Juan Manuel Velásquez Yunes, que suma un caso más a su rosario de despojos inmobiliarios.
Sólo que esta vez la cosa empeora, pues cuentan que el ex diputado local de Perote actúa en complicidad con un oscuro notario de Las Trancas, del municipio de Emiliano Zapata.
Este par de personajes son señalados de realizar en contubernio varios fraudes y despojos, casi siempre sin sustento legal alguno, pero usando y abusando de conexiones políticas y cargos públicos ejercidos.
El último caso que se ventila en tribunales parte de “permutas simuladas” sobre bienes que no fueron registradas en tiempo y forma ante las instancias legales correspondientes, y todavía abrieron denuncias contra ciudadanos inocentes con las que pretenden invalidar compraventas de inmuebles para despojarlos de sus bienes.
Este caso se pone mejor ya que involucraría también al alcalde electo de Altotonga, el priista Juan Ignacio Morales Guevara, amigo de Velásquez Yunes, quien como salvoconducto para infiltrarse en este grupo de Morena se ofreció a echarse el paquete de este pleito, adquiriendo los derechos litigiosos para comerse el golpe de Juan Manuel y su esposa, ante Ricardo Ahued.
Con éste van varios y evidentemente ya no se trata de una “equivocación” como argumenta para justificar sus travesuras, sino que suena más a modus operandi de esta banda de defraudadores inmobiliarios que tiene al ex diputado priista a la cabeza, ostentando su cercanía con Ahued Bardahuil a quien le ven tamaños para brincar de la alcaldía de Xalapa a la gubernatura en el 2024.
¿En qué momento don Ricardo, tan fijado con la honestidad y la rectitud, permitió que lo cercaran esta bola de vividores?
No tardarán en lloverle los casos, porque Juan Manuel Velázquez trae el buche lleno de asuntitos legales que involucran a contadores, abogados, notarios y hasta ex funcionarios federales que buscan treparse al tren de la 4T con Ricardo Ahued, quien en el pecado podría llevar gratuitamente la penitencia.