La falta de pruebas para la detección del VIH en Veracruz y en el país derivado de la pandemia generada por el Covid-19, ha provocado que no se tenga una cifra real de los nuevos casos, y quienes viven con este virus no estén bajo tratamiento adecuado y con ello esta otra pandemia se agravará.
En entrevista para AVCNoticias, la coordinadora del Grupo Multisectorial VIH-Sida, Patricia Ponce Jiménez, ejemplifica que mientras en 2019 en Veracruz se detectaron mil 800 nuevos casos gracias a las pruebas que se realizaban, para 2020 (primer año de pandemia) la cifra disminuyó a 300, lo cual no muestra que haya menos personas con VIH, sino que no han sido detectadas.
“En 2019, que todavía se aplicaron pruebas rápidas hubo cerca de mil 800 nuevos casos, para el año siguiente las cifra que tenemos son de 300, ¿eso quiere decir que hay menos gente con VIH? No, la reducción de pruebas se reduce y por lo tanto ahora el problema no es que haya un subregistro, sino que no sabemos cuántos casos tenemos mensual o anualmente no solo en Veracruz sino en ninguna parte del país”.
El Boletín de Atención Integral de Personas con VIH, señala que en Veracruz durante el 2020 había 9 mil 530 en tratamiento antirretroviral (TAR), la cifra aumentó a 9 mil 768 pacientes en tratamiento este año, es decir, en un año sólo se adhirieron a tratamiento 238 pacientes con VIH.
Veracruz ocupa el segundo lugar en el país con mayor número de pacientes en tratamiento. Para Ponce Jiménez la estadística dimensiona el problema, pues antes de la pandemia, Veracruz ya era primer lugar nacional en muerte de mujeres y embarazadas con VIH, y segundo lugar nacional en muerte de hombres; además de estar entre los primeros estados con mayor número de niños que nacen con VIH.
De acuerdo con el sistema de vigilancia epidemiológica, en Veracruz de 1983 a 2021 se han acumulado 30 mil 521 casos de VIH.
En 2019 la cifra de nuevos diagnósticos fue de 1 mil 883, en 2020 bajó a 1 mil 118 y para 2021 suman 625 nuevos casos.
Detección tardía podría aumentar mortalidad
“Las personas que no tienen acceso a una detección oportuna cuando lo hagan, si es que pasa y volvemos a una cierta normalidad de los servicios de salud, vamos a encontrar el aumento exagerado en los nuevos casos de VIH y en los de Sida. Vamos a detectar mayor mortalidad porque la gente no se detectó a tiempo y no se incorporó al tratamiento y eso impacta en el aumento en casos de Sida y en la mortalidad”.
Por ello, ante la falta de detección de casos, la preocupación también se centra en el crecimiento de niños y niñas con VIH, porque a las mujeres embarazadas tampoco se les están aplicando pruebas, y las mujeres embarazadas y con VIH están pariendo fuera de los hospitales.
“No es solamente que no estamos detectando a tiempo, sino que no estamos incorporando a tiempo a los tratamientos, con estos focos rojos que podemos detectar a la vuelta de dos años”.
La especialista advierte que tampoco quienes lograron ser diagnosticados a través de pruebas pagadas de manera particular tienen gran avance porque no se realizaron nuevos registros y por tanto tampoco están en tratamiento.
“Quienes pagaron su análisis de Elisa para detectar si tienen VIH o no, no se incorporaron la tratamiento porque no había citas, ahorita ya pero pasaron año y medio sin medicamento y no le van a aceptar ese análisis de laboratorio particular, sino que le volverán a hacer la prueba, y eso si hay reactivos”.
¿Qué pasa con quienes ya están en tratamiento?
Para la también coordinadora nacional de la Red de Organizaciones Mexicanas en contra de la Criminalización del VIH, Patricia Ponce, el problema no es sólo para quienes no han sido diagnosticados con VIH, sino incluso para aquellos ya en tratamiento, dado que derivado de la pandemia y la falta de una estrategia para la atención de este sector, los Centro Ambulatorio para la Prevención y Atención en SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual (CAPASITS) se convirtieron en meros surtidores de recetas.
Esto quiere decir que al cerrar sus puertas para la atención con personas con VIH y Sida, dado que se convirtieron en hospitales covid-19, los dejaron sin posibilidad de atención integral.
“Los Capasits se volvieron surtidores de recetas, cerraron sus puertas y no hay consulta, entonces no pueden ver al nutriólogo, al dentista, al psicólogo, no te pesan ni te miden y tampoco estuvieron haciendo análisis de carga viral. Después de año y medio las personas con VIH que se atienden no han recibido atención integral, en un año no hicieron exámenes de carga viral y CD4 no sabemos cómo están reaccionando frente al medicamento y le siguen dando el mismo”.
Ponce Jiménez consideró que esta falta de estrategia era de esperarse al inicio de la pandemia, pero con año y medio a cuestas, el que siga la misma política pública habla de que las personas que viven con VIH-Sida no son prioridad para el sector salud.
“No se diseñó incluso después de 8 meses de pandemia una política de atención, se les olvidó que había personas que requerían atención especializada a pesar del covid (…) A dos años del inicio de la pandemia pareciera que sigue la misma política de no detección oportuna. Al no haber detección amplia, las cifras que tenemos no son reales, no es que estén escondiendo la información, pero hay un subregistro porque las cifras que nos dan no son acordes con la realidad”.
AVC