El eslabón perdido sobre el origen de la vida no es un fósil, sino un glóbulo diminuto y autorreplicante desarrollado por científicos japoneses para representar la evolución de la química a la biología.
Investigadores de la Universidad de Hiroshima, en Japón, han creado una partícula microscópica en forma de gota con capacidad de autorreplicarse y evolucionar hacia una molécula: sería el enlace entre las condiciones químicas originales y su desarrollo hacia las formas biológicas más simples, el mecanismo que finalmente habría derivado en la vida compleja como hoy la conocemos.
De acuerdo a una nota de prensa, una «protocélula basada en gotas» podría haber servido como vínculo entre la química y la biología durante los orígenes de la vida. En consecuencia, el nuevo estudio publicado en la revista Nature Communications podría explicar la aparición de los primeros organismos vivos en la Tierra primordial, resolviendo uno de los enigmas más antiguos y controversiales de la ciencia.
De gotas a organismos vivos
Según los especialistas Muneyuki Matsuo y Kensuke Kurihara, sus diminutas gotas podrían explicar cómo los ensamblajes moleculares que permitieron el desarrollo de la vida lograron proliferar a partir de moléculas pequeñas. Los glóbulos se denominan gotas coacervadas: serían los bloques de construcción inorgánicos que al aumentar en complejidad dieron lugar finalmente a estructuras parecidas a células.
En líneas generales, la coacervación se produce cuando se mezclan derivados de aminoácidos, que son la base de las proteínas, bajo determinadas condiciones ambientales: en ese momento, los mismos se reorganizan y se autoensamblan en pequeñas gotitas.
A través de la absorción de otros elementos relacionados con las proteínas y presentes en el medio en que evolucionan, las diminutas gotas ganan tamaño y se vuelven inestables hasta romperse: los productos resultantes «gestan» una nueva «hija» con constituyentes similares a la gota o microesfera original.
¿En los mares de la Tierra primitiva?
La reiteración y complejidad creciente de ese proceso habría permitido el surgimiento de los primeros organismos vivos en los mares de la Tierra primitiva, que contaban con las condiciones ambientales adecuadas, la energía solar y los elementos químicos necesarios para que el «mecanismo» se reprodujera.
De esta forma, las minúsculas gotas inertes derivaron en moléculas que, posteriormente, hicieron posible el desarrollo celular que permitió el surgimiento de los primeros organismos vivos. Para los científicos, esto explicaría cómo surgió la vida en un escenario en el cual solo existía material genético autorreplicante, anterior a la evolución del ADN y las proteínas.
La clave sería el material genético
Los investigadores japoneses reprodujeron las condiciones indicadas en un experimento: entendiendo que los derivados de aminoácidos serían los precursores del autoensamblaje de células primitivas, los agregaron a un recipiente con agua a temperatura ambiente y bajo presión atmosférica.
Observaron que los derivados de aminoácidos se condensaron y se organizaron en péptidos (moléculas que contiene dos o más aminoácidos), para luego formar gotas de manera espontánea. Posteriormente, las gotas crecieron en tamaño y en número cuando se alimentaron con más aminoácidos.
Al mismo tiempo, los científicos descubrieron que las gotitas podían concentrar ácidos nucleicos o material genético, disponiendo de una mayor probabilidad de sobrevivir contra estímulos externos perjudiciales cuando desarrollaban esta función. El experimento mostró así resultados similares a la forma en que se habrían concretado estos procesos en los momentos iniciales de la vida en nuestro planeta.
En resumen, esta podría ser precisamente la «base» que posibilitó el desarrollo de la vida marítima primaria: las gotas con mayor «potencial» lograron evolucionar, se autor replicaron y fueron evolucionando hasta conformar moléculas y luego protocélulas o células primitivas, culminando en la creación de organismos vivos.
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