Los pobres que hay en Xalapa (y en todo el estado) no se pueden esconder, ni se pueden negar, ni se pueden ignorar, aunque se les ignora de muy fea manera. Pululan por casi todas las calles del centro y ya son parte del paisaje cotidiano. Son pobres que no se veían antes de que llegaran Duarte, Miguel Ángel y Cuitláhuac al poder.
Deambulan a diario hurgando en las bolsas de basura, metiendo las manos en los desperdicios de los mercados. Arrastran su miseria por las calles del primer cuadro, por parques, cerca de la Catedral o incluso en el corredor del mismo Palacio de Gobierno donde se sientan a descansar.
Algunos duermen ahí hasta que el hambre los despierta y los obliga a seguir vagando, o hasta que la muerte se apiada de ellos, como sucedió con un hombre sin techo que la noche de este martes se acostó en el frio suelo del corredor de Palacio y ya no despertó.
Y es ahí cuando uno entiende el discurso del gobernador Cuitláhuac García sobre la disminución de la pobreza. No es que los pobres estén saliendo de esa condición gracias a los apoyos de la 4T. La pobreza está disminuyendo porque los pobres se están muriendo de hambre y por falta de atención médica.
Algunos vienen del campo donde el abandono es casi completo. Veracruz se achica como productor porque ahora tiene que importar arroz, chile, cebolla y frijol, dijo a un portal de noticias el investigador de la UV, Rafael Vela Martínez.
Y cuando uno escucha eso lector, quisiera que fuera una mala broma porque hasta hace relativamente poco tiempo esos productos se exportaban a otros estados e incluso a otros países. ¡Veracruz era el granero y yunque de la nación!
Apoyado en gráficas, Vela Martínez dijo que la pobreza alimentaria se incrementó. Y fue más allá (aunque no descubrió el hilo negro), al asegurar que los municipios campesinos son fábricas de pobres.
Pero nada de eso ve el gobernador que este miércoles presumió ante el embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, sus homólogos de Campeche, Chiapas, Tabasco, Yucatán y ante el canciller Marcelo Ebrard, que Veracruz es la quinta economía más importante del país (cuando por años fue la tercera).
Veracruz tiene el puerto más importante de México en movimiento de vehículos y productos agrícolas; es la primera entidad en generación de energía eléctrica y nuclear, la segunda en producción de gas asociado y la tercera en obtención de crudo. Y por ahí se fue.
Veracruz es lo máximo, casi el paraíso, yo no sé cómo no le presumió al embajador que Veracruz es décimo lugar en homicidios dolosos, cuando desde que llegó al gobierno ha sido el tercero a nivel nacional.
¿Y los pobres? Hombre, primero los pobres.
Lástima que la persona que hasta hace 48 horas sobrevivía en las afueras de Palacio, a unos metros de la entrada principal, no tenga vida para dar fe del apoyo que le prodigó el gobierno estatal.
Era un hombre delgado de entre 42 y 45 años, de ojos hundidos debido a la desnutrición que miraban nerviosos a quien se le acercaba. Vestía una sudadera gris y pantalones oscuros. Por días se estuvo quejando de dolores en la cadera y por días los vendedores del Parque Juárez le llevaron alimentos y agua. Dormía sobre un cartón y arrastraba un bolso negro.
Almas caritativas pegaron en la pared unos letreros donde invitaban a la gente a socorrerlo y denunciaban que ni el DIF ni los hospitales del sector Salud querían atenderlo.
Es decir, la soberbia de quienes mal gobiernan pudo más que la humildad y compasión por un desvalido.
Pero al morirse ocurrió lo que los enemigos de la 4T no quieren ver y menos aceptar: en automático disminuyó la pobreza extrema en Veracruz. Seguro que esta disminución la va a presumir el gobernador en su Tercer Informe.
Es una pena, una verdadera pena que ni Kent Salazar, ni los gobernadores, ni el canciller Ebrard, se pasearan la noche del martes por la entrada principal de Palacio de Gobierno para que atestiguaran el prodigio… el milagro de Morena.