Esa tarde del 24 de septiembre, en las horas previas al encuentro entre Halcones de Xalapa y Leñadores de Durango, de la liga profesional de basquetball mexicana, había una expectativa entre la afición por ver a su equipo con nuevo couch y un trío de refuerzos, eran grandes las ansias por el primer triunfo de los halcones en su nido.

En medio de las emociones del juego, poca gente se dio cuenta, hasta pasados varios minutos, que Cuitláhuac García ocupaba un lugar en primera fila de la zona A; llegó de muy bajo perfil, lo escoltó un diminuto grupo de ayudantía hasta su asiento y lo dejaron prácticamente solo. Confieso que en ese momento me ganó lo mal pensado, conociendo a los neófitos políticos cuatroteístas imaginé que en algún momento iban a presentar al jefe con bombo y platillo, bajaría a la duela a recibir el aplauso o rechifla del público; recordé los tiempos en que Tío Fide se regodeaba en el gimnasio de la USBI cuando los Halcones UV, nada de eso pasó.

Pero la diferencia a otros tiempos en los que se aprovechaba al deporte como pasarela política fue mayor, nadie se acercó a tomarse selfie con el gobernador, nadie lo abordó con un folder, una tarjeta, nadie le soltó alguna grillita, mucho menos un reportero a sacar una exclusiva; únicamente una mujer bajó y conversó brevemente con él. Y porque el deber informativo apremiaba, busqué a la susodicha para saber qué habían platicado.

Resulta que la ciudadana fue alumna de Cuitláhuac García en una etapa cuando él cubría horas de su padre en el CETIS 134 de Banderilla, cuando logró hacer memoria él le dijo a la mujer si se le ofrecía algo, ella dijo que específicamente no, únicamente quería hacerle un comentario, y el gobernador le brindó su atención; “están haciendo un montón de porquerías en otras dependencias y lo están dejando mal a usted, la prensa tampoco está peleada con usted, es por esa misma gente que quieren hacerlo quedar mal que lo han alejado de la prensa”, “dame nombres y lugares” pidió el jefe a la susodicha pero ella se negó por temor a represalias.

Curiosamente esa mañana del pasado 24 de septiembre, contó García Jiménez a la valiente veracruzana, se había realizado una reunión en Palacio de Gobierno para dar seguimiento al tema, seguir trabajando en esos casos de presunta corrupción, cuando menos de malas formas en el desempeño del servicio público con el pretexto de ser cercano al titular del ejecutivo, como si eso fuera una licencia para hacer y deshacer pasándose leyes, reglamentos y al personal por el arco del ganso. Cierto o no, veremos después del informe si hay cambios en las dependencias.

Y comentando un poco sobre el deporte, estos nuevos Halcones recuerdan el inicio del primer gobierno estatal morenista en Veracruz, mucho ruido y pocas nueces, especialistas en ya merito y culpar al pasado; y como dato para tomar en cuenta, entre la afición basquetbolera que se congrega en el Nido del Halcón existe la percepción de que el principal patrocinador del equipo es el gobierno del estado, aunque le hayan puesto de fachada a empresas particulares, la mayoría considera que una nómina así no se sostiene nadamás por la mediana iniciativa privada del estado, igual que con el equipo de béisbol de El Águila, en donde tiene metido billete un hijo del presidente López Obrador.

En favor de lo planteado por la mujer al gobernador del Estado, hay algo que se debe poner a consideración, Cuitláhuac García es muy distinto sólo que acompañado; aplaudió, se reía, se emocionaba, no estuvo rodeado de seguridad en su primer círculo, mucho menos de achichincles quedabien; ese es el Cuitláhuac que las y los xalapeños conocen, amable, atento, educado, sin acento e histrionismo lopezobradorista, transparente; ese es el Cuitláhuac que mucha gente que le estima quiere ver siempre; ese es el gobernador que no se parece a sus antecesores, salvo por los malos resultados que dan algunos de sus empleados de gabinete.

Vamos a mitad de sexenio, en 3 años veremos si hay García Jiménez para rato o, por culpa de sus “aliados” políticos y sus voceros en el periodismo, se vuelve un one hit wonder. A veces la soledad enseña mejor que cualquier compañía, bien por el momento de sencillez maestro Cuitláhuac.