Ana Mayahua Porras de 33 años dormía con sus dos hijos cuando azotó en Veracruz el huracán Grace. Un fuerte estruendo la hizo despertarse, sólo para comprobar que un alud de tierra cayó sobre la barda que protegía la vivienda, dejando a la familia a merced de los fuertes vientos y la lluvia. Ana alcanzó a salir con sus hijos y alertar a su vecina, pero desde entonces ha pedido a las autoridades ayuda para proteger su casa, sin obtener respuesta.

Ana vive sola con sus hijos de 11 y 8 años en una pequeña casa de dos habitaciones en la calle La Compuerta, de la colonia Bosques del Sumidero, a 5 km del Centro de la capital. Para llegar hay que atravesar varios caminos de terracería y un pequeño arroyo, explica casi con resignación que ni las autoridades estatales ni municipales se han presentado en la colonia para hacer el censo de daños “aquí en esta colonia nadie hace caso”.

A más de un mes del paso de Grace, Ana y su vecina han acudido en tres ocasiones al ayuntamiento de Xalapa, el cual ha hecho caso omiso a su denuncia “nada más nos dijeron, ahorita checamos y ahorita mandamos”. En un primer momento los remitieron a Protección civil, los cuales prometieron que acudirían a ayudarles a sacar la tierra, pero hasta el momento nadie ha aparecido.

No me importa lo material, pero temo por mi familia

La joven madre asegura que ya no le importa lo material, como por ejemplo la lavadora que perdió o el baño que destruyó el muro, a tal grado que todos en su familia acuden a hacer sus necesidades a casa de los vecinos, pero le preocupa su seguridad y la de sus hijos, pues con el temblor que se presentó en días pasados la poca tierra que había podido sacar de su casa se vino de nuevo abajo.

Por si esto fuera poco, Ana también perdió el único tanque para almacenar agua, situación que es necesaria en esta colonia, afectada constantemente por los tandeos y ahora, por la obra que la Comisión del Agua está haciendo a escasas cuadras de su vivienda.

Ana tampoco ha solicitado uno de los apoyos a damnificados que está dando el gobierno federal, pues a su vecina, la otra afectada del deslave, le aseguraron que ya se entregaron todos y a ellas ya no les tocaba. “Hoy me enteré que estaban dando apoyos, pero fue mi vecina y le dijeron que esos apoyos se terminaron, que ya no habían, ya no fui, dije “para qué voy si ya no hay”, dice.

“Yo le pido a las autoridades que me ayuden, que me echen la mano para sacar la tierra porque yo sola no puedo y más que nada me afecta con mis dos hijos… si me pueden apoyar en algo, en poner el muro, todavía me da miedo que se venga la tierra de ahí”.

El padre de los hijos de Ana acudió igualmente al ayuntamiento, llevó evidencias de los daños sufridos en la vivienda “la muchacha que lo atendió le dijo “aquí no es”, si quiere déjeme las evidencias y yo le hablo, pero no nos han hablado, nada más le dijeron que regresáramos en ocho días, y a veces nos mandan hasta allá lejos, al Lencero y también nos dijeron que ahí no es y ahora ya no sabemos a dónde ir”.

Ana destaca lo apremiante del muro de cinco metros de alto, que había puesto con mucho esfuerzo entre ella y su vecina. Calcula que el costo para ponerlo nuevamente, es de aproximadamente 20 mil pesos, dinero con el cual no cuenta.

AVC

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