Igual que como lo hizo primero con el PRD, cuando desde su campaña presidencial de Morena provocó una desbandada que casi desapareció al partido del sol azteca –del cual había sido dirigente nacional y candidato a la Presidencia de la República en 2006 y 2012–, ahora el presidente Andrés Manuel López Obrador estaría por borrar al PRI, en el que también militó y dirigió en Tabasco en 1983 y por el que aspiraba ser postulado en 1988 a la gubernatura de su entidad natal.
Y es que como ya todo mundo lo ha percibido, después de las elecciones intermedias del pasado 6 de junio, el mandatario fundador de Morena comenzó abiertamente a operar su sucesión, inicialmente destapando a media docena de funcionarios y correligionarios como posibles candidatos –hasta a la secretaria de Energía, Rocío Nahle, aunque es evidente que la presidenciable favorita del tabasqueño es la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum–; luego realizando cambios en su gabinete, designando nuevos operadores políticos leales y confiables, y ahora cooptando a gobernadores salientes del PRI y del PAN, a quienes ha ofrecido cargos diplomáticos y otros puestos en su administración.
El pasado viernes, por ejemplo, en su gira por Culiacán, López Obrador se deshizo en elogios hacia el priista Quirino Ordaz Coppel, quien el 1 de noviembre próximo entregará la gubernatura de Sinaloa a Rubén Rocha, de Morena.
“Quiero adelantar a los sinaloenses que voy a invitar a participar en el gobierno, nos va a ayudar en el gobierno, va a participar en el gobierno que represento el gobernador Quirino Ordaz”, anunció AMLO sin precisar aún qué cargo le ofrecería.
“Lo voy a invitar a que trabaje con nosotros, eso porque ha hecho una buena labor en Sinaloa, es un profesional, es un hombre de trabajo, tiene experiencia y se va a sumar a nuestro equipo para seguir transformando nuestro país, eso es lo que quería también informarle aquí en Sinaloa”, dijo el Presidente.
Al día siguiente, a través de un comunicado, la Cancillería a cargo de Marcelo Ebrard, otro presidenciable, informó oficialmente que Ordaz Coppel será propuesto para ocupar la embajada de México en España.
Ese mismo viernes, López Obrador estuvo también en Hermosillo, donde hizo un reconocimiento público a la gobernadora Claudia Pavlovich, también del PRI, quien entregará este lunes 13 la gubernatura al morenista Alfonso Durazo, ex secretario de Seguridad y Protección Ciudadana. A Pavlovich, muy cercana al ex dirigente nacional del tricolor, Manlio Fabio Beltrones, se le menciona para ocupar el consulado de Barcelona, aunque todavía no se ha hecho oficial.
Y ayer, en Tepic, el Presidente anunció que también incorporará a su administración al gobernador saliente de Nayarit, Antonio Echevarría García, del PAN-PRD, quien el domingo próximo será relevado por Miguel Ángel Navarro, de Morena.
En 2022 se elegirán gobernadores en seis estados: en Hidalgo y Oaxaca, que gobierna el PRI, desde ahora se anticipa que los ganará el partido de López Obrador, y en Aguascalientes, Durango, Tamaulipas y Quintana Roo, en poder del PAN y en coalición con el PRD, tampoco se le dan posibilidades de triunfo al Revolucionario Institucional, por lo que en la víspera de la sucesión presidencial el tricolor sólo gobernaría Estado de México y Coahuila, que también difícilmente retendrá en 2023.
El pasado jueves 9 de septiembre, en una carta pública dirigida a sus amigas y amigos, el ex gobernador priista de Oaxaca, Ulises Ruiz Ortiz, enterado un día antes de su inminente expulsión del partido tricolor, advirtió a sus correligionarios de la penosa situación por la que actualmente atraviesa la otrora fuerza política hegemónica.
“El día de ayer me enteré de que la dirigencia del PRI, encabezada formalmente por Alito Moreno, pero dirigida en realidad por el grupo de (Enrique) Peña (Nieto), siguiendo la lógica de los tiempos morenos de sumisión de las instituciones a los buenos deseos del líder, determinó mi expulsión del PRI sin ningún fundamento estatutario, sólo basados en la instrucción superior.
“Nadie se sorprenda. Hace ya varios años he venido señalando este comportamiento sumiso ante la cúpula, cuya mayor virtud no es necesariamente la defensa de los intereses nacionales, sino la corrupción, el desaseo y la ambición que le ha permitido enriquecerse y que ha llevado al PRI al tercer lugar en la confianza de los mexicanos. Llegaremos a las elecciones del 2022 con sólo cuatro gobernadores priistas a unas elecciones muy complicadas en seis estados en los que las encuestas nos ubican en posición de desventaja.
“(…) Voy a seguir diciendo lo que pienso y siento. Podrán intentar callarme con intentonas como al grotesca ‘expulsión’ que se gesta. ¿Esto le espera al que disienta de decisiones como las candidaturas plurinominales de este año, repartidas entre amigos y cómplices? ¿Pretenden fortalecer al PRI desde Palacio Nacional mediante acuerdos en lo oscurito?
“Yo seguiré recorriendo el país difundiendo mis ideas, que sé de antemano que comparten miles de mexicanos. Si los diligentes (que no dirigentes) del partido siguen negándose a ver la realidad, el PRI se encontrará muy pronto reducido a su mínima expresión.
“(…) Si no se abren a la transformación del partido para que se convierta en una nueva organización política, con reglas democráticas y formas de hacer acorde a los reclamos ciudadanos, con una clara propuesta de nación que vea hacia el futuro, que escuche a las nuevas generaciones, las entienda y les brinde un espacio eficaz de expresión y un mejor futuro, algún otro nuevo partido fortalecerá sus filas con el priismo decepcionado y ayudará a terminar la tumba que diseñó Peña y que empezaron a cavar sus dirigentes desde hace unos años desde el Comité Ejecutivo Nacional…”, concluyó el ex mandatario oaxaqueño, expulsado formalmente del PRI el pasado viernes junto con Nallely Ileana Gutiérrez Gijón, ex secretaria de Vinculación con la Sociedad.
Ambos militantes fueron sancionados por fomentar la división interna y desprestigiar a la dirigencia, según el acuerdo aprobado por unanimidad por los miembros de la Comisión de Justicia Partidaria del PRI.
Los dos personajes promovieron la toma de las instalaciones del partido en junio pasado, a fin de exigir la remoción del presidente del Comité Ejecutivo Nacional, Alejandro Moreno, por los “malos resultados” que tuvo el partido tricolor en las pasadas elecciones federales y estatales. Tras dicha acción se inició el proceso de expulsión.