En México hay una tradición de muchos años que va de generación en generación y que consiste en tener aves en casa, encerradas en una jaula, a las que alimentan con masa, semillas y les dan agua en latas de atún, “es el común en los hogares”.
Se trata de aves de la familia de las psitácidas, de la que forman parte los papagayos, las guacamayas, los loros y las cotorras, que todos vemos en los corredores de las casas de Veracruz.
En particular el loro de cabeza amarilla es uno de los más buscados, así como el loro gris, que cuenta con gran repertorio de palabras.
“Es algo que hizo papá y por tradición se pasó a los hijos y siguen teniendo cotorras en su casa, porque hablan y las familias sienten compañía, pero detrás de todo eso hay mucho que la gente no sabe y tiene que cambiar”: Señala Erick Torales, director de la Asociación Civil Guerreros de Nauhtlan.
En peligro de extinción
Y es que relata que el comprar una cotorra ilegalmente en la carretera en mil pesos, se fomenta el tráfico de especies, el mercado de cotorras y por ello están en peligro de extinción, por ello es necesario que la gente entienda que no las debe comprar.
“Una persona que este año capturó cinco cotorras, las vendió luego luego, se hizo cinco mil pesos y el año que entra va a volver a hacer lo mismo pero no va a agarrar cinco, va a agarrar diez, o 15, porque son 10 o 15 mil pesos”.
El activista ejemplifica que cada loro cachete amarillo (Amazona autumnalis), que es el más común, es capturado por la gente de las rancherías de Misantla, Nautla y Vega de Alatorre, para venderlo de 800 a mil pesos el ejemplar.
Muere 70 % de las aves en el traslado
Los animales son escondidos en cajas para transportarlo para su venta a Puebla o la Ciudad de México, sin embargo en dos o tres horas el grupo se asfixió y murió y quizás solo una llegue viva a su destino.
“Se calcula que el 70 por ciento muere en el desplazamiento, las guacamayas las llevan en botellas de Coca Cola de tres litros, o amarradas con cartón, son animales delicados, es inconsciente porque el rico quiere una guacamaya en su casa pero por ese gusto hay cuatro cotorras muertas, o diez guacamayas, nidos enteros, es lo que se trata de atacar”.
Concientizar a la gente
Además de la protección que esta organización realiza del cangrejo azul, también está a las psitácidas, tratando de concientizar a la gente mediante talleres, de cuál es su ciclo de vida, y hacerles entender que las cotorras nacieron para volar y no para estar encerradas en jaulas, además de que es una práctica ilegal que se paga con cárcel.
“Estamos conscientes de que va a ser difícil desarraigar a la gente de sus costumbres, de cambiarles la mentalidad y hacerles ver que es mejor ver a las cotorritas volando, que verlas anémicas, descoloridas y sin salud en una jaula”.
AVC/Antonio Villagrán
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