Todavía es incierto cuándo se reanudarán las clases presenciales, pues los escenarios en los diferentes estados del país y las directrices de los sistemas de salud pública nacional y estatal varían. Sin embargo, eventualmente sucederá y debemos estar preparados para regresar a las aulas con un organismo fuerte.
En este punto, considero importante hablar del sistema inmunitario y de cómo se puede fortalecer desde una edad temprana y así contar con la capacidad de adaptabilidad a cambios de ambiente, para ser y tener adultos más sanos, pues dependiendo del éxito de su desarrollo durante esta etapa, la recuperación de enfermedades respiratorias, por ejemplo, será más rápida.
Para dimensionar el papel que juega el sistema inmunológico en nuestro organismo y salud, debemos conocerlo y entender cómo funciona. Primero, se le nombra sistema debido a que diferentes órganos, tejidos y células forman una red para crear el sistema inmune innato y el sistema inmune adaptativo. El innato, nos lo heredan genéticamente nuestros padres, se construye en el útero de las madres dentro de un ambiente estéril, se activa desde que nacemos y es la primera línea de defensa contra las sustancias extrañas o antígenos.
El reflejo de toser y estornudar, las pestañas, el lagrimeo y la piel, son parte de él. Pero cuando algún microorganismo logra atravesar esta primera barrera, se enfrenta al sistema adaptativo, el cual, como su nombre lo dice, cambia y se adapta constantemente a las sustancias ajenas a nuestro cuerpo para construir y clasificar defensas y combatirlas, esto con ayuda de las células llamadas linfocitos T y B, que además de reconocer los organismos invasores con un alto grado de especificidad, “recuerdan” cómo luchar contra aquellos a los que se han expuesto en tiempos pasados.
Por lo tanto, mientras el sistema inmunitario de un bebé es completamente inmaduro, el de un niño está formando una gran cantidad de linfocitos mientras interactúa con su medio ambiente y lleva al día su esquema de vacunación. Gracias a estas acciones, un adolescente y un adulto sufren menos catarros que los niños, pues sus organismos han aprendido a reconocer y atacar inmediatamente a muchos de los virus que provocan los resfriados.
Es importante fortalecer al sistema inmunitario a través de un estilo de vida saludable, que va desde una alimentación balanceada y ejercicio hasta el consumo de suplementos de micro nutrimentos. En este sentido, la actividad física diaria ayuda a disminuir las probabilidades de sufrir enfermedades del corazón, mantiene los huesos sanos y fuertes e incluso favorece la eliminación de bacterias de los pulmones y las vías respiratorias. Asimismo, los alimentos y en particular los nutrimentos ejercen un papel importante en el desarrollo y funcionamiento adecuado del sistema inmune, tanto que el déficit de alguno de ellos, como el hierro, selenio, zinc, vitaminas A, C y E, entre otros, puede inhibir la función inmunitaria.
En particular, la vitamina C tiene propiedades antioxidantes que ayudan a mejorar su respuesta y protegen contra infecciones del tracto respiratorio inferior, además de que ayudan a su recuperación, como sucede con el resfriado común. Y aunque las frutas y verduras como naranjas, toronjas, kiwi, mango o brócoli aportan esta vitamina, en ocasiones no se alcanzan los requerimientos diarios, es por ello que, además de una adecuada alimentación, recomiendo el uso de suplementos que puedan ser ingeridos por los niños y con buen sabor. Por ejemplo, existen suplementos de vitamina C en pastillas efervescentes, tabletas masticables y gotas.
Estas últimas están diseñadas especialmente para los niños más pequeños: desde recién nacidos hasta los 4 años, ya que se toman fácilmente sin necesidad de agua. Mientras que para los niños mayores de 2 años, una buena opción son las tabletas masticables, que suelen presentarse de sabores y colores agradables.
Recuerda que no se necesita comer grandes cantidades de un alimento porque es rico en alguna vitamina, sino incluir variedad todos los días; es importante complementar la alimentación con ejercicio y descanso, factores que también le ayudan a tener buen rendimiento escolar y a crecer sano.
Milenio
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