Nadie discute que el Ciencias es la mejor brújula para afrontar enfermedades y situaciones como COVID-19. Pero tomar decisiones en base a los resultados de los estudios, especialmente los iniciales, es algo que también debe pasar por un proceso de análisis y pensamiento crítico. Demos un paso atrás para entender por qué.
Uno artículo científico es el resultado de una investigación desarrollada por profesionales de un área que deben respetar el riguroso método científico para aportar sus hallazgos a la sociedad. Luego de encontrar resultados relevantes, los autores buscan publicarlos en una revista científica.
Aquellos publicaciones periódicas Por lo general, tienen un proceso editorial sólido para garantizar la calidad de la información reportada. Los artículos son evaluados por otros especialistas y, tras las revisiones y modificaciones, se publican.
Sin embargo, algunos trabajos con problemas pasan desapercibidos por el escrutinio de las revistas técnicas y acaban siendo publicados. Cuando el error es grave, la forma en que pueden corregirlo es retractando el artículo. Por lo general, se describen como que contienen fallas metodológicas, problemas de autoría, plagio, manipulación de datos, etc.
Pero todo este proceso de publicación editorial se puso a prueba en un escenario atípico: la pandemia de Covid-19. A partir de ella, las decisiones debían tomarse de una manera Más Rápido, basado en la mejor evidencia disponible.
Es común, en el campo de la ciencia, que la información ya consolidada tenga que actualizarse, revisarse o modificarse. Esto contribuye a la evolución de conocimiento.
El punto es que, en el escenario de una pandemia, todo se ha vuelto más crítico. Durante los últimos 18 meses, la producción científica sobre la enfermedad ha sido masiva. Los investigadores y los editores se apresuraron a publicar los resultados, pero muchos artículos tenían fallas graves y publicaron historias fuera de contexto.
Incluso estaban los retractaciones de muchos de estos artículos. Sin embargo, esta solución tampoco apoyó la prisa por publicar de inmediato, es decir, no detuvo la propagación de errores que ya estaban generalizados. Como todo sucedió rápidamente, algunas de estas publicaciones retratadas tuvieron sus resultados como referencia para respaldar hipótesis en otros estudios, como en el caso de algunos tratamientos para Covid-19.
La situación generó un efecto de “bola de nieve” con la propagación de errores. Y puede dificultar o retrasar la toma de decisiones contra la enfermedad. Esto deja clara la necesidad de discutir el proceso editorial de las revistas científicas, reforzar la formación de los investigadores implicados y ser cautelosos en el análisis de los artículos.
Otro punto a destacar es que los problemas en los artículos científicos, cuando son leídos por especialistas en el campo, pueden identificarse fácilmente; son incluso estos análisis posteriores a la publicación los que a menudo alertan a las revistas sobre errores y la necesidad de retractarse. Pero como auge Internet, la población no calificada tiene acceso constante a documentos. Puede asimilar contenidos sin conocer los problemas y, sin querer, contribuir a su difusión.
Por tanto, también es necesario mejorar las estrategias de difusión de datos científicos y alertar a la población para que tenga cuidado con la circulación de resultados de investigación problemáticos. En definitiva, siempre debemos tomar nuestras decisiones basadas en la ciencia, pero asegurándonos de que se haga y difunda de la forma más adecuada posible.
noticiasrtv.com
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