Siquiera hubieran esperado el sepelio antes de darle espaldarazo a Licha Villareal. —Chopenjawer
Hace más de 15 años que conocimos a Jacinto Romero Flores. Fue cuando arrancamos con el “lic” Vázquez Chagoya (abrazote, patrón) la página web EnlaceVeracruz212. Todavía no había redes sociales o estaban en pañales.
En ese entonces, reporteros de la zona de Orizaba comenzaron a colaborar con la página buscando un espacio para sus notas, entre ellos Jacinto, quien nos mandaba información de lugares remotos de la sierra; casos que para muchos pasan desapercibidos, pero que recogían testimonios de injusticias sociales y los cacicazgos de familias que se apropiaron de palacios municipales para hacerlos patrimonio propio.
Era chistoso, porque Jacinto tenía esa maña de mandar sus notas con cabezas kilométricas, muy largas: casi toda la nota en el título. Para la edición había obviamente que recortarlas. Recuerdo que era el más constante, pues mandaba al correo todos los días.
Su contenido era muy valioso porque le daba voz a gente de los poblados indígenas en las altas montañas; espacios que casi nunca tienen porque los medios en ese entonces (insistimos, no había redes sociales) poco lugar le daban a noticias aparentemente irrelevantes o muy locales de zonas indígenas.
Jacinto tenía una fuerte empatía con esos pueblos porque constantemente los estaba ayudando; esa misma sensibilidad le hacía participar constantemente en campañas de apoyo y gestión para enfermos o incluso a favor de los animalitos, pues era de esas personas altruistas que amaban al prójimo, a los gatitos y los perritos.
Ese generosidad quiso llevarla a la política, buscando ser alcalde por Ixtaczoquitlán, cargo al que nunca pudo llegar porque era difícil combatir los intereses de las mafias asentadas en la zona, dueñas de varios ayuntamientos de la región.
Fue al paso de los años que lo pude saludar personalmente (lo conocía sólo por teléfono y por el “messenger» extinto); en algunas otras ocasiones regresábamos a la zona de Orizaba y por ahí aparecía: sencillo el chaparrito, con su chaleco de reportero, siempre bromista y platicador.
Su fuentes siempre fueron la política y la de causas sociales, pero también tenía información del ámbito de seguridad. Todavía hasta hace poco que hablamos, comentó de fosas clandestinas…
—Hay algunas allá donde vives…
Otra faceta de Jacinto como periodista de impresos, internet y radio, es que también era una columnista político donde firmaba con un alter-ego: “El Enano del Tapanco”.
El Enano del Tapanco era lépero y contumaz; señalaba abusos e injusticias. Al igual que Jacinto, no se escondía ni se ocultaba en el cómodo anonimato de los cobardes. Decía nombres, pelos y señales.
Debe decirse que ese es un periodismo muy arriesgado, especialmente en zonas alejadas, máxime que ese vato luego andaba solo, no traía armas. Era chaparrito, pero bastante entrón.
Por su trabajo periodístico y sus denuncias, ya desde hace tiempo merecía que le dieran protección especial para resguardar su seguridad y la de su familia. Hoy queda evidenciado que no traía escolta y que lo agarraron solo, a bordo de su carrito rojo, en un barrio de Ixtaczoquitlán.
No hace mucho, en marzo de este año, él mismo dio a conocer que existían amenazas por haber dado a conocer el caso de abusos policiacos en la lejana localidad de Texhuacan, en la parte alejada de la sierra de Zongolica.
Sus compañeros de Orizaba organizaron la tarde de este jueves una protesta en el Parque Castillo, donde dejaron una ofrenda. En Xalapa, el periodista Hugo Morales Alejo vino desde esa zona para protestar frente al Palacio de Gobierno y exigir justicia, como todos lo hacemos.
Hace apenas unas horas había publicado un agradecimiento a sus lectores por las felicitaciones de su cumpleaños: “MENSAJE DE AGRADECIMIENTO DEL ENANO A PROPOSITO DE REBASAR 6 DECADAS EN ESTE PLANETA TIERRA….INFINITAS GRACIAS!!!”
No, Jacinto; no, enanito; gracias a ti. Descansa en paz y que se haga justicia.
ÚNICA NOTA PARA PEGAR EN EL REFRI: Mire, no son fáciles las tareas de seguridad; nadie puede controlarla al 100% (ni siquiera el que decía ser experto pudo evitar hasta mutilados en pleno Xalapa), pero si había amenazas recientes contra el reportero, lo más viable era quizás asignarle una escolta permanente por el riesgo del lugar donde vivía o una vigilancia cercana, discreta; quizás elevar la presencia policiaca como acciones de disuasión, pero dar un espaldarazo a un burócrata antes del funeral de Jacinto, la verdad fue poco sensible. Si la idea era echarle porras al secretario (nadie dice que se pueda hacer), lo mejor hubiese sido en corto, pero no en público, al menos no en los primeros minutos del asesinato.