Ayer, en el peor día de contagios desde que inició la pandemia hace ya casi año y medio, el Presidente López Obrador perdió los estribos. “No quieren que vayan sus hijos a la escuela, pues no los manden, son libres, pero no se dará marcha atrás en la decisión de regresar a las aulas”.

El regreso a clases presenciales no es obligatorio, dijo, es voluntario, pero sí se necesita porque “tenemos que reponer lo perdido”. “Los opositores siempre van a decir no; siempre todo lo que digamos van a decir no, pero hay que pensar que con protocolos sanitarios, con cuidados podemos regresar a clases a finales de agosto”.

Tal vez nadie se lo ha dicho al Presidente, pero no existen protocolos sanitarios para que los niños regresen a las aulas. Ayer mismo, con el récord de contagios a cuestas, la SEP informó a un juez que no cuenta con las atribuciones para instaurar o establecer medidas de protección y protocolos para mitigar los impactos de la pandemia de Covid-19. ¿Entonces quién?

Derivado del amparo presentado por la organización “Educación con Rumbo”, el Juzgado Noveno de Distrito en materia Administrativa, dentro del expediente 1016/2021, requirió a la SEP que exhibiera de manera urgente las medidas de protección y protocolos instaurados para mitigar los impactos de la pandemia con motivo del regreso a clases.

La respuesta nos dejó helados a padres de familia: la SEP no cuenta con protocolos para el regreso a clases en virtud de que ello es una cuestión sanitaria, y por otro lado refiere que “no se han instaurado medidas de protección y protocolos para el Ciclo Escolar 2021-2022, puesto que el referido periodo aún no inicia”. Entonces, ¿de cuáles protocolos habla el Presidente?

Por supuesto, las críticas al informe de la SEP no se hicieron esperar. Paulina Amozurrutia, Coordinadora Nacional del movimiento Educación con Rumbo, -organización promovente del amparo- lamentó que la postura de la SEP además de lamentable es preocupante pues denota la falta de coordinación entre dependencias del Gobierno Federal y de acciones y protocolos concretos para asegurar las condiciones indispensables para el regreso presencial a clases y dar la tranquilidad a los padres de familia que la vida y la salud de sus hijos no corre peligro.

Como se ha publicado en este espacio una y otra vez, nadie está en contra del regreso a clases. La preocupación de los padres de familia es que son las propias escuelas las que no están preparadas para iniciar la educación presencial. Chapear los pastizales y una cubeta de agua con jabón y cloro no es la solución.

La omisión premeditada de la SEP de exhibir los protocolos para el regreso a clases fue motivo suficiente para que el Poder Judicial de la Federación admitiera el amparo promovido y que permita que las autoridades reconozcan el deber de protección de los derechos humanos y expongan de manera clara, transparente y objetiva que cuentan con la capacidad, la infraestructura y los recursos para garantizar de manera plena el derecho a la vida, la supervivencia y la salud de los niños en el regreso a clases de manera presencial.

No es un tema de los opositores del Presidente. Se trata de que la SEP ha reconocido que no hay protocolos para el regreso a clases porque se trata de una cuestión sanitaria: pero las autoridades de salud no tienen la menor injerencia en la decisión de regresar a clases porque se trata de un asunto estrictamente del ámbito de las autoridades educativas. Entonces, ¿quién se hará cargo de la seguridad y la salud de los estudiantes?

En caso de que existan brotes de la pandemia en los centros escolares, sólo habrá un responsable: el gobierno que evadió la responsabilidad de establecer protocolos sanitarios y aún así, inició de manera irresponsable el regreso a clases, justo en el pico de la tercera ola de la pandemia.

Sobre advertencia no hay engaño. No hay protocolos en las escuelas. Serán los padres quienes decidan enviar a sus hijos al matadero.

Las del estribo…

1. No es el CECAN el que tiene “cuarteaduras” sino un sistema de salud pública que colapsó y que hoy se cae literalmente a pedazos. Y donde las autoridades aseguran que sólo se trata de fracturas que “apenas se perciben”. No se han dado cuenta que son evidentes a millones de veracruzanos.

2. Quedará en la historia que fuimos esa generación a la que le pidieron “no hacer nada”, y ni eso pudimos hacer. (SELECCIONES del Reader’s Digest).