En la carrera de ciencia política, y luego a través de muchas lecturas de teoría política, quizás uno de mis temas favoritos era el del estudio de los sistemas políticos desde el punto de vista de la relación entre poderes y la conformación de gobierno, sobre todo en sistemas parlamentarios o semi parlamentarios.
He leído muchos libros que tienen que ver con el diseño y la ingeniería constitucional e institucional de diversos países, desde los estudios comparados hasta los meramente teóricos. También he visto muchas películas que bien o mal han pretendido retratar los conflictos o las experiencias históricas concretas en diferentes países y sus sistemas políticos en democracias representativas, ya sea en repúblicas con sistema presidencial o parlamentario, o monarquías constitucionales parlamentarias, y sistemas mixtos como el francés.
Ya varias personas me habían recomendado la serie de Netflix, “Borgen”*, y por una u otra razón la fui posponiendo, hasta que hace unas semanas la comencé a ver. Borgen es una serie de Dinamarca en la que se plantean y desarrollan varios temas y problemas públicos de la política en un país democrático.
Desde luego se trata de una serie dramatizada, pero me parece que es un muy bueno comienzo para alguien que deseara saber cómo funciona un sistema parlamentario. Pero independientemente de este aspecto de retratar la política en un régimen partidista y electoral parlamentario, la serie me parece que tiene muchos méritos desde el punto de vista de la actividad de la política en general y la política contemporánea en varios aspectos específicos.
Por ejemplo, un tema recurrente en varios capítulos de la serie es el de la continuación, reforzamiento o reforma del Estado de Bienestar, lo cual resulta incluso sorpresivo o representativo si tomamos en cuenta que Dinamarca, junto con los otros países escandinavos como Suecia y Noruega, cuenta con uno de los Estados de Bienestar más consolidados del mundo.
Uno de los grandes aciertos de la serie es, sin duda, la relación con la prensa, con los medios de comunicación, y el tratamiento tan estratégico que le da la serie en la relación con el gobierno, los partidos y los políticos profesionales. Desde luego, hay una defensa o, más que defensa, un trasfondo de obviedad, de que la libertad de expresión es parte fundamental de una democracia y de la rendición de cuentas en un sistema político democrático.
Muchas de las escenas, conflictos o ejes de la serie es precisamente esa relación entre los políticos, el gobierno o las decisiones de política pública, por un lado, y los medios, los periodistas, y la libertad de prensa por el otro, pero abordados no siempre como un conflicto insoluble o antagónico per se, sino como disyuntivas, coyunturas o posiciones que no necesariamente están encontradas, sino que muchas veces incluso persiguen derechos, valores o bienes igual de altos y éticos. Sin duda, el mérito de la serie por lo que corresponde al tema de los medios, es el de explicitar que su principal fin es la búsqueda de la verdad y la rendición de cuentas de los políticos hacia las y los ciudadanos.
No podía faltar el tema de género, no sólo porque la primera ministra es una mujer y no sólo porque se da un tratamiento muy inteligente y equilibrado a varios temas que tienen que ver con la igualdad entre hombres y mujeres, sino porque, cuando en varios capítulos se abordan, no lo hacen desde posturas extremas, ideológicas o desproporcionadamente burdas o simplistas, lo hacen con mucha sensibilidad al mismo tiempo que con una obviedad contundentemente lógica y lograda desde el punto de vista de lo absurdo que es discutir o regatear hoy en día, en una sociedad plenamente democrática, la plena igualdad de las mujeres y los hombres en todos los ámbitos.
Otro aspecto que me parece que en la serie se hace un abordaje muy bien planteado y novedoso, es el de la relación entre la vida privada y la vida pública de los personajes públicos, de los políticos e incluso también de los periodistas. A diferencia de otras series, en Borgen han querido exponer explícitamente el conflicto ente ambos ámbitos de la vida de una persona pública, y me parece que lo hacen magistralmente.
La serie, y cada capítulo, aborda diversos problemas públicos desde el ámbito nacional e incluso desde el ámbito internacional. Lo novedoso a mi parecer es que el tratamiento, discusión, análisis y respuesta a todos estos problemas, se hace desde la intención de mostrarlos en la tensión del contexto político, de la política como principal actividad de esos hombres y mujeres, así como del contexto y competencia político-electoral, que es lo que finalmente le da este aspecto muy demostrativo e ilustrativo del sistema parlamentario en medio de esos problemas públicos.
Frente a la serie norteamericana “House of Cards” que hace gala de una visión negativa de la política, de los políticos, del poder y del gobierno, donde imperan la corrupción, la deslealtad, la traición y hasta delitos, Borgen sobresale muy superiormente porque pone una visión más real y ética de la política, de la función gubernamental y de la lucha por el poder.
En Borgen no se niega que, en muchos casos, la política incluye esa postura maquiavélica de que el fin justifica los medios, no cae en esa inocencia o ingenuidad. Sin embargo, no se apoya en una magnificación negativa de la política como siempre corrupta o ambiciosa. En Borgen hay una intención o propósito de mostrar que la política también tiene fines éticos, de bien común, de ideales y de posturas distintas y diversas desde la sociedad y la actividad política. Borgen hace una defensa, no explícita ni a ultranza, de lo que significa un buen político y un buen gobernante, y abre también un debate urgente y actual sobre el rescate de la democracia desde la actividad política con mayúsculas, donde, además de querer y perseguir el poder, se persiguen ideas, ideales, proyectos, políticas en beneficio de la sociedad y de un país.
Frente a un presente donde vivimos con el desprestigio de la política y de los políticos, con el menosprecio por parte de la sociedad y de los ciudadanos hacia los gobiernos y los gobernantes, y desde mi pasión por el análisis político y los sistemas políticos, les recomiendo ampliamente la serie Borgen.