En el sexenio del panista Felipe Calderón (2006-2012) –el antecesor más odiado por el presidente Andrés Manuel López Obrador–, la Marina Armada de México fue la institución castrense que dio más golpes espectaculares a los cárteles del narcotráfico debido, en parte, a la información confidencial que presuntamente recibía de las agencias y áreas de inteligencia del gobierno de Estados Unidos que, en ese entonces, desconfiaban de la honestidad y lealtad de los altos mandos de la Secretaría de la Defensa Nacional, como quedaría evidenciado el 15 de octubre del año pasado, cuando agentes estadounidenses de la DEA detuvieron al General Salvador Cienfuegos Zepeda, ex titular de la Sedena, en el aeropuerto de la ciudad de Los Ángeles, California, sujetándolo a proceso, por delitos contra la salud y lavado de dinero.
Por presiones de la cúpula castrense, el régimen obradorista logró que la administración del ex presidente Donald Trump, a menos de dos meses de que concluyera su gobierno, entregara en noviembre a Cienfuegos a la Fiscalía General de la República (FGR), que a mediados de enero de este año terminó exonerando al ex jefe militar de todos los cargos que le imputaba la Agencia Antidrogas de EU, determinando a través de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) el no ejercicio de la acción penal.
La FGR, en un comunicado, argumentó que desde el año 2013, durante la administración gubernamental pasada en México, la DEA había iniciado “sin el conocimiento y sin la colaboración de dicha administración mexicana, una investigación de delitos contra la salud, en donde se involucraba al entonces Secretario de la Defensa Nacional, General de División Salvador Cienfuegos Zepeda”.
Pero en una carta dirigida al canciller mexicano Marcelo Ebrard, el administrador interino del Departamento de Justicia de Estados Unidos, Timothy J. Shea, informó que Cienfuegos Zepeda “nunca fue el objetivo central de una investigación de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos”.
En dicha misiva, el Departamento de Justicia de EU puntualizaba que la DEA descubrió información que reflejaba su actividad delictiva durante el curso de unas investigaciones independientes contra distribuidores minoristas de heroína ubicados en Las Vegas, Nevada, que presuntamente estaban vinculados con la organización criminal de Juan Francisco Patrón Sánchez, de Nayarit, y que, al final, se obtuvieron las pruebas que condujeron a la acusación que se presentó en contra del General. Aclaró también que la Agencia Antidrogas nunca estuvo vigilando o investigando las actividades de Cienfuegos dentro de territorio mexicano.
Ahora, paradójicamente, ha trascendido que el presidente López Obrador se propone reestructurar a la Sedena bajo un nuevo esquema operativo y administrativo, en cuyo proyecto no se plantea que la Marina Armada de México se unifique o pase a lo que se propone sea un Estado Mayor conjunto, sino que la reforma solamente involucrará al Ejército, la Fuerza Aérea y la nueva Guardia Nacional, que será la tercera fuerza armada.
Además, entre las funciones del titular de la Sedena estará su participación en la Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas, interacción con el Comando Norte de Estados Unidos y el diseño de la visión estratégica mutua México-Estados Unidos. Y en el contexto internacional, el comandante del Ejército representará a la milicia en la Conferencia de Ejércitos Americanos, tendrá interacción con los ejércitos Norte y Sur de los EU, además de la ejecución de los acuerdos que surjan de la visión estratégica mutua México-Estados Unidos.
El pasado lunes 26, en el puerto de Veracruz, de manera sorpresiva el secretario de Marina, Rafael Ojeda Durán, afirmó que hoy –no se refirió al pasado, sino que habló del presente– “México carece de servidores públicos honestos; por eso tenemos este problema de una alta corrupción”, y que “aquellos jóvenes graduados en las escuelas armadas, cuando salen y toman otro rumbo (la delincuencia) son castigados”, remarcando que “la gran diferencia entre nosotros y muchas otras instituciones es que nosotros no podemos darnos el lujo de tener malos elementos”.
¿Lo expresado por el almirante Ojeda Durán será reflejo de la supuesta molestia que existiría entre los mandos de la Marina Armada de México por el trato privilegiado que el Presidente le sigue dando a la Sedena, a la que además de asignarle un presupuesto sin precedente está por incrementarle 50 mil millones de pesos más y duplicar los cuarteles de la Guardia Nacional, aparte de las obras civiles que le ha encomendado, como la del nuevo aeropuerto internacional “Felipe Ángeles” que sustituyó al iniciado en Texcoco por su antecesor Enrique Peña Nieto, y hasta la construcción y equipamiento de las sucursales del Banco Bienestar?