“Tenemos un proyecto para el Poder Judicial. Debemos cambiar la mentalidad si queremos limpiar la casa”, fue de las primeras frases que escuchamos de la Presidenta del Tribunal Superior de Justicia de Veracruz, una gris mañana invernal, apenas acababa de tomar posesión, un servidor, el Director de Formato7 Manuel Rosete y el periodista Rafael Pérez Cárdenas, fuimos convocados a la oficina de la presidencia del PJEV, por una noble iniciativa para que la Magistrada pudiera empezar a tender puentes de comunicación directa con representantes de los medios de comunicación.
La frialdad del ambiente se rompió con la candidez de Doña Isabel, mujer de pocas palabras, sin la maña política que ha sido sello de los últimos presidentes del Poder Judicial, convertimos la plática en entrevista con el consentimiento de quien en aquel momento era la mujer más mencionada en la agenda pública local. Lo que recientemente ha generado polémica tiene mucho que ver con un deseo profundo que ella nos manifestaba en cada respuesta.
“No es mi proyecto, es el proyecto del Poder Judicial, por eso es que debemos impulsar una nueva mentalidad en todos: los jueces, los secretarios, los oficiales judiciales, los actuarios y hasta con los conserjes; la gente quiere justicia pero también debe recibir un trato digno”. Pareciera una declaración reciente, pero eso lo traía en la mente la abogada desde hace muchos meses; y dio muestra de ello justamente ayer, en la ciudad de Misantla, durante una reunión con abogados y ciudadanos que tenían tomada la Ciudad Judicial en ese lugar como protesta por los cierres de juzgados, Isabel Romero advirtió que el PJEV no es pasivo en la vigilancia de los jueces, han dado muestra de rigor cesando a varios por irregularidades en sus procedimientos.
Recordemos que, rayando en la intromisión de la independencia de poderes, el gobernador Cuitláhuac García constanemente ha dicho que los delincuentes en Veracruz no tienen castigo porque hay jueces que los liberan. Gobernador, ya tiene respuestas. No olvidemos que ella ha estado en las entrañas del PJEV desde hace años, que su actividad principal ha sido frente a las y los justiciables. “Muchas veces como juez, negué a los fiscales órdenes de aprehensión sin sustento, muchas que eran pura paja.” Y recordaba con un dejo de frustración “¿por qué hacen esto? No es correcto. ‘Tenemos instrucciones’, me decían, pero esto no es correcto. Había personas que lloraban cuando se sabían en libertad sin haber cometido delito”; así, aquella entrevista se convertía en una amena relatoría de anécdotas sobre su trabajo, su familia, sus sueños profesionales.
“Hay que trabajar mucho. Los jueces en Veracruz han estado muy sueltos, no había ningún control, estaban desatados. Por supuesto que reconozco el trabajo y el profesionalismo de mis compañeros jueces. Hay gente muy preparada en este Tribunal, pero por desgracia, ante la gente teníamos muy mala imagen”. Hoy no se sorprendan porque las decisiones tomadas a nivel administrativo le mueva el piso a jueces y magistrados, la (el) que avisa no traiciona.
Si revisamos esa plática del 21 de diciembre del año pasado con Isabel Romero Cruz vamos a encontrar los cabos que hoy se van atando (https://formato7.com/2020/12/21/debemos-cambiar-la-mentalidad-si-queremos-limpiar-la-casa-isabel-romero/). Isabel Romero llegó a la Presidencia del Poder Judicial del estado luego de un convulsionado proceso de renovación, tras la abrupta salida Sofía Martínez Huerta, la primera magistrada presidenta en dos décadas que no cumple su periodo constitucional. La llegada de Romero Cruz supuso un periodo de recomposición donde se tendieron puentes con los poderes Ejecutivo y Legislativo y se recuperó el vínculo con las asociaciones y barras de abogados. Con los medios de comunicación también, al menos por una vez.
Posiblemente tenemos, por primera vez, una Magistrada Presidenta desinteresada en los dineros de la institución, para bien o para mal, su objetivo es la función sustantiva del PEJEV; lo administrativo queda en quien le toca por nombramiento, con la responsabilidad que eso implica. Doña Isabel hoy pregona su deseo de componer el trabajo de impartición de justicia, de frente y acordando, ojalá tenga cerca alguien de su plena confianza que la cuide, que le espante la zopilotera, que le borren el estigma de imposición y la dejen trabajar.