El Gobierno de izquierda en la isla más grande del mundo, que podría tener grandes reservas de petróleo, decidió suspender toda actividad exploratoria futura, en un intento por contener los efectos de la crisis climática.

No fue gratuito que el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, lanzara una audaz propuesta a mediados de 2019: comprar Groenlandia, la isla más grande del mundo.

Muchos vieron su iniciativa como uno de los caprichos de un mandatario al que definitivamente le gustaba alejarse de los códigos diplomáticos. Sin embargo, lo que revelaba de fondo era el creciente interés estratégico de Estados Unidos por el Ártico por sus recursos naturales.

Más allá de la importancia geopolítica, que ha despertado el apetito de Estados Unidos, Rusia y China, Groenlandia es rica en recursos naturales como oro, diamantes, uranio, zinc, plomo y hasta tierras raras.

También se teme que pueda tener grandes reservas no descubiertas de petróleo. El Servicio Geológico de Estados Unidos estima que podría haber 17.500 millones de barriles de crudo sin descubrir y 148 billones de pies cúbicos de gas natural frente.

No al petróleo por la crisis climática

Por su ubicación remota y su clima severo, la exploración petrolera en Groenlandia es limitada y las dos pequeñas empresas que poseen cuatro licencias todavía no han encontrado el primer barril.

Sin embargo, el recién posesionado Gobierno de la gigantesca isla de 57.000 habitantes, de tendencia izquierdista, decidió suspender toda la exploración petrolera en la zona, argumentando que es «un paso natural» porque el gobierno del Ártico «se toma en serio la crisis climática».

“El futuro no está en el petróleo. El futuro pertenece a las energías renovables y, en ese sentido, tenemos mucho más que ganar”, manifestó el Gobierno de Groenlandia en un comunicado. Agregó que «quiere asumir la corresponsabilidad de combatir la crisis climática global».

El primer paso que dio en ese sentido el Gobierno actual, encabezado por el partido Inuit Ataqatigiit desde las elecciones parlamentarias de abril, fue detener los planes para la extracción de uranio en el sur de Groenlandia.

Pero la oposición veía el aprovechamiento de los recursos naturales como una oportunidad de oro para obtener la soñada independencia de Dinamarca, cuyas subvenciones anuales por más de 540 millones de dólares representan aproximadamente dos tercios de la economía de la isla ártica.

FRANCE24