De la runfla de posibles candidatos que ha dado a conocer López Obrador para sucederlo en el cargo, ninguno es de Morena. Claudia Sheinbaum se hizo en el PRD, Marcelo Ebrard es priista lo mismo que Juan Ramón de la Fuente y Esteban Moctezuma; Tatiana Clouthier es del PAN y Rocío Nahle es perredista. Que nieguen su origen es otro rollo.

De todos ellos incluido el priista de origen Ricardo Monreal; el más político, pragmático, inteligente, brillante y con más empaque es Marcelo Ebrard, con un kilometraje recorrido desde finales de los 80 a lado de Manuel Camacho Solís. Frente a él, Claudia Sheinbaum no tiene absolutamente nada que hacer.

Lo que ha hecho Claudia como jefa de gobierno en dos años y medio, en nada se compara con lo que hizo Marcelo en ese mismo lapso de tiempo. Y mientras éste trabajó con absoluta independencia, Claudia no da un paso si no se lo ordena López Obrador.

El Presidente se ha apoyado mucho en Marcelo pero lo ve con recelo y suspicacia porque sabe que su canciller es muy superior a él. Un hombre como Marcelo jamás aceptará ser títere de su antecesor y eso es precisamente lo que desea López Obrador para cuando se vaya de Palacio Nacional. De ahí que su candidata sea Claudia.

Pero Marcelo va.

Este sábado en Ocoyoacac, Estado de México y ante una concurrencia de aproximadamente 130 invitados (amigos unos y otros cercanos colaboradores) abrió su corazón y enseñó sus aspiraciones presidenciales: “El Presidente tuvo la gentileza de incluirnos en la lista de los aspirantes al Poder Ejecutivo y vamos a tomarle la palabra”, dijo en un mensaje improvisado que fue contestado con gritos de “¡Presidente, Presidente!”

Lo que llama la atención es que se haya destapado con tanta antelación sobre todo cuando apenas el 17 de junio dijo que el 2024 estaba muy lejos. ¿Lo hizo con la venia de López Obrador? Por supuesto que sí y el otro le dijo, adelante. Pero será un candidato acotado.

Independientemente del partido por el que se postule, Marcelo debe tener presente que Andrés Manuel le estará pisando la sombra y cuando sienta que se le va de la rienda lo frenará con el propio karma del canciller: la Línea 12 del Metro.

Por ese lado lo tiene bien apergollado y por ahí lo va a torcer cuando lo estime pertinente.

Marcelo perdió su oportunidad de llegar a la presidencia en 2012 cuando, precisamente por su buena labor como Jefe de Gobierno del DF que trascendió a nivel nacional, estaba mejor posicionado en las encuestas que López Obrador. Pero le faltaron agallas y tamaños para decirle “ahora me toca a mi”.

En reciprocidad era para que ahora Andrés Manuel le abriera la puerta; pero el Presidente no sabe de lealtades.

Marcelo es sin discusión el mejor elemento en el gabinete de AMLO y uno de los políticos más completos que existen en este país, capaz de enderezar un barco que está muy ladeado. Pero no llegará a Palacio Nacional porque su jefe quiere a Claudia Sheinbaum por encima de cualquier aspirante por brillante que sea. Y le hará la vida imposible al que ose saltarse las trancas.

Lástima por el canciller, hubiera sido un excelente Presidente.

bernardogup@nullhotmail.com