“Todos estamos todo el tiempo expresando y a mí me tocaron las palabras”, afirma la escritora y antropóloga xalapeña Alaíde Ventura Medina, quien en su visita a Veracruz, aprovechó para platicar con AvcNoticias sobre su novela Entre los rotos (2019), ganadora del premio Mauricio Achar y publicada por Penguin Random House.
Entre los rotos presenta los efectos de la violencia intrafamiliar. A través de su personaje protagonista, vemos la reconstrucción de la memoria y lo engañosa de ésta. Además, gracias a las fotografías de Julián, hermano silencioso de la narradora, nos enfrentamos a lo doloroso de los recuerdos.
Ventura Medina nos comparte en esta entrevista el dolor que también atraviesa el proceso de escritura, y como tanto el lenguaje como el silencio son mecanismos de defensa que funcionan para expresar lo que guardan las heridas internas.
El ataque frontal de la memoria
La novela inicia asegurando que “todos necesitamos un cómplice” y habla sobre la necesidad de tener testigos que compartan un mismo origen, “ojos que conocieron la misma guerra, que perdieron la misma patria”. Al respecto, Ventura Medina destaca la colectividad de la memoria:
“Sí creo en esta especie de entramado en la cual el humano solamente es una hebra y que el desprenderse conlleva consecuencias, que es lo que pasa en la novela, o sea, el lenguaje cuando se rompe tiene consecuencias dolorosas para todos, tanto el que lo rompe, tanto para los otros que se desatan. Sí creo eso, que la memoria se construye en conjunto y que no podemos escaparnos a eso y que si lo intentamos puede doler”.
Ventura Medina, también nos aclara el porqué de la elección de las fotografías como detonantes de los recuerdos en esta novela: “Me parece que las evidencias físicas, en este caso visuales, no hay formas de que las veas y no te detonen algo, son tan inmediatas, tan frontales, son casi como ataques directos a los que no hay manera de escapar”.
“Las personas, nos vamos medio falseando los recuerdos a nosotros mismos, hay cosas que decidimos omitir, hay cosas que voluntaria e involuntariamente reprimimos, pero cuando estás frente a la evidencia, no hay manera de que escapes, se vuelve muy directo. Entonces, para la creación literaria es un buen detonador”.
Nombrar y reapropiarse de la violencia
Entre los rotos gira en torno a la violencia intrafamiliar, una problemática que se ha agudizado en últimos años en el país, prueba de ello son las estadísticas: en 2019 hubo 2 mil 217 denuncias de violencia familiar y para 2020 esta cifra aumentó a más del doble con 4 mil 441 denuncias. Con esta realidad, preguntamos a la escritora su opinión sobre dos situaciones ¿se puede escapar de un círculo de violencia? y ¿puede reconstruirse una persona rota?:
“No creo en la reconstrucción o en romper los ciclos, pero sí en manejarlos. Creo que lo primero es nombrarlos, para eso ayuda la terapia pero no es la única manera, hay que verlo y nombrarlo y apropiarse de ello, o sea decir “yo vengo de ese lugar”… Es un trabajo constante de reapropiación de las violencias. Asumir esa naturaleza de nosotros, porque yo también lo tengo, yo también soy capaz de eso, ahora sí que como un superpoder, a lo Jedi, un gran poder y ser responsable de eso”.
La novela también explora la paternidad. El padre es la fuente de la violencia, pero la protagonista lo ve como un techo protector, la única opción para sentirse más o menos parte de algo. Ventura Medina nos comparte lo siguiente sobre sumergirse en la paternidad:
“Fue muy doloroso, y cosa de rascar en archivos… que yo por desgracia vengo de una generación así, de padres deficientes, en el mejor de los casos ausentes, en el peor violentos, entonces sí conozco estas historias de cerca por mis amigas y la gente de la que me rodeo, con las que crecí. Nada más había que mirar tantito pa´fuera y ahí estaban las escenas”.
Sobre la influencia del entorno, la escritora apuntó que más que una necesidad, el tema de la violencia presente en la novela se debe a que “así se construyó” desde el origen, y añade, “si vivimos aquí, si este es el tipo de literatura que consumimos, este es el entorno en que vivimos, no había otra manera de pensarlo, habría sido tramposo. Creo que escapar a eso es tramposo, edulcorarlo es tramposo” .
Parte del oficio: el dolor de la escritura
Ventura Medina tiene formación como antropóloga, lo cual le ha permitido “pulir la mirada”, sin embargo el observar es sólo una parte del proceso de escritura. Sobre este tema, comenta lo siguiente:
“El proceso creativo conlleva mucha investigación. Yo no puedo contar algo que no conozca a fondo y si no es algo que yo viví es algo que investigué, que conocí de primera fuente, pero el proceso conlleva mucha terapia, mucho acompañamiento, mirarse al espejo y afrontar ciertas cosas, entonces ese es un proceso muy doloroso, pero es algo que se tiene que hacer. Es parte del oficio”.
Continuando con el tema del proceso de escritura. En Entre los rotos hay una marcada oposición entre el lenguaje y el silencio, por lo que preguntamos a la escritora si considera que el escribir es una forma de sanar o si es preferible callar. Esto fue lo que respondió:
“Yo creo que hay personas a las que les puede ayudar a sanar. A mí no me ayuda a sanar, me ayuda a ordenar, es cómo saber qué tienes en la mesa de trabajo… pero no te ayuda a decidir qué hacer con eso, ni a nivel personal ni creativo, pero sí sirve verlo. La escritura para eso sí sirve, es como hacer una lista, un inventario y decir “esto hay”.
“Del silencio, a mí no me ayuda, pero también hay personas a las que sí, aunque sea una forma egoísta, aunque sea un poco dejando de lado. Creo que cada quien encuentra esos mecanismos y no somos nadie para juzgar el mecanismo del otro”.Casa de Cultura de Coatepec, un puente entre los habitantes y la comunidad artística
Yo soy todos mis personajes: ¿autobiografía o ficción?
Durante la escritura hay momentos en los que pueden colarse elementos de la propia experiencia del autor. La escritora asegura que esta no es una novela autobiográfica, pero también nos habla sobre estas experiencias personales:
“Yo no puedo escribir de algo que no tenga adentro, que no haya visto, que no me hayan contado, entonces yo creo que todo es autobiográfico, hasta la fantasía más sublimada viene de algún lugar. O sea, nada te lo inventas, todo está ahí, solamente lo reacomodamos… Yo creo que toda la ficción es autobiográfica, eso lo dice Margo Glantz no yo, toda ficción es autobiográfica y toda realidad es también inventada, no hay, no existe eso de la imaginación pura”.
En ese sentido, quisimos saber a qué personaje de Entre los rotos se parecía más la escritora, ¿prefiere el silencio o la compulsión? Entre risas nos aseguró que “yo soy todos” y añadió:
“Todos los personajes que escribes son tú, siempre, tanto en esta novela como en todos mis cuentos, en todos lados yo soy todos. Yo tengo rasgos de todos, más bien yo le regalé rasgos de mí, por desgracia no los mejores. También hay muchas cosas que a mí me gustaría ser y que no pude, siempre me preguntan, de mi primera novela que tiene a una protagonista que sí es buena onda, que no está loca, que si soy yo y no, ojalá fuera yo, porque la hice para que fuera mejor que yo y esta la hice sublimando lo mejor, lo peor y también otro poquito de humanidad que yo haya visto en estas personas”.
Mirar, escuchar y escribir un chingo: consejos de escritura
Después de hacerse acreedora al premio Mauricio Achar, del cual expresa sentirse muy “agradecida con la oportunidad”, la escritora xalapeña está trabajando en una novela que “está costando mucho trabajo, pero ahí va”, con la cual obtuvo una beca del FONCA. Asimismo, está preparando un libro de cuentos, que está dejando reposar para concentrarse en la novela.
A pesar de tener ahora ciertas dificultades en la escritura, no dejó pasar la oportunidad de aconsejar a los aspirantes a escritor.
En principio reconoció que una de sus fuentes de alegría más grande es tener amigas escritoras de las cuales aprender, por lo que mencionó a autoras que aprecia y seguramente pueden ser motivo de interés para quien desee dedicarse a la escritura, como Isabel Zapata, Abril Castillo y Gabriela Damián, así como a grandes maestras como Sylvia Aguilar Zéleny, Cristina Rivera Garza, Guadalupe Nettel, Carla Faesler, Verónica Gerber o Mónica Nepote.
Finalizó sus consejos con la siguiente sentencia:
“Que escriba un chingo, que observe con mucho cuidado, que escuche lo que tiene que decir la gente, que observe y que escriba siempre y esa es la única manera y que lea un chingo también. Tienes que absorber y después tienes que producir y eso es todo, nada de qué rituales (risas) eso no, bueno a mí no me funcionan, a mi lo que me funciona es poner atención cuando alguien me habla”.
AVC/Tania Rivera