Una reciente revisión de 69 estudios de diferentes países que realizó la profesora de desarrollo humano y familia de la Universidad de Texas, Elizabeth Gershoff y su equipo, reveló esta conclusión.
La investigación publicada en la revista Lancet detalla que hay evidencia clave, clara y convincente de que el castigo físico empeora el comportamiento de los niños.
Para poder medir el impacto de este tipo de correcciones se excluyó lo tipos más severos considerados como abuso infantil.
Con los castigos más comunes se encontró que acciones como las nalgadas aumentaron el comportamiento agresivo antisocial o disruptivo de los menores.
Los grandes efectos de las nalgadas:
Según un estudio de la Universidad de Michigan los azotes están asociados con una amplia gama de problemas de salud mental como depresión y trastornos de personalidad.
Usar como método de crianza el miedo y la amenaza puede hacer que el niño confunda amor con violencia.
Según los especialistas, los niños que son golpeados con frecuencia poseen mayores probabilidades de convertirse en adultos deprimidos, que abusan del consumo de alcohol, recurren a las drogas o incluso tienen pensamiento suicidas.
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