El título de esta reflexión es precisamente el de un libro publicado en Francia en 1997, por Alan Sokal, profesor de física y matemáticas en las universidades de Nueva York y en el University College de Londres. Formado en las Universidades de Harvard y Princeton, publicó esta obra junto con Jean Bricmont, Físico teórico educado en las Universidades de Princeton y Rutgers de la Universidad Católica de Lovaina.
En su libro, que obtuvo tanto buena aceptación como también críticas, los autores intentan mostrar, a su juicio, la poca formalidad del así llamado “relativismo posmoderno.”
Independientemente de la postura que el lector quiera asumir, es interesante relatar que estos autores, redactaron un artículo cuyo título era “Transgresión de las fronteras: hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica” y en enviado a la prestigiosa revista americana “Social Text”, que aceptó dicho trabajo para publicación en 1996.
Pero el artículo, no decía nada, sino que era un texto que no seguía lógica alguna, con una serie de sinsentidos y barbaridades que hicieron de su publicación un escándalo cuando Sokal reveló públicamente la “broma” y el único mérito del trabajo fue el uso de frases de moda y palabras rebuscadas, de términos científicos complicados y citas de trabajos que parecían relacionados al texto.
Sokal, dio una muestra de cómo autores en algunas disciplinas, pueden salirse con la suya por medio de textos incoherentes en los que mucho se habla y nada se dice, aprovechándose de la poca o nula formación científica de sus lectores.
Creo que las universidades son el más importante espacio donde el análisis crítico de los textos y de la información que recibimos, pueda realizarse basados en la lógica y en argumentos sólidos, promoviendo así un beneficio social.
En muchas partes del mundo, algunos políticos producen este tipo de textos y discursos, y como Sokal nos muestra, algunas universidades del mundo tampoco son ajenas a este problema.
En las universidades los académicos tenemos la formación suficiente para detectar estos casos, utilizando simplemente la lógica para determinar si un hecho puede derivarse de otro.
¿El remedio? Invertir algún tiempo en analizar lo que leemos y hacernos preguntas derivadas de esa lectura; esto evitará que nos engañen.
No hacerlo así, nos hace a todos, cómplices de los engaños.