El asunto no es menor: quienes en teoría deberían apoyarse se espían sin tregua alguna, y para tal efecto, ocuparían el equipo e inteligencia disponibles en el Gobierno Federal. La existencia de adversarios infiltrados en Palacio Nacional es un hecho, (camuflajeados tanto de empleados promedio como de confianza), pero quizá represente más gravedad para el grupo en poder, que el auténtico enemigo, (el que filtra audios e información a la prensa) duerma literalmente en casa.

Y es que lo ocurrido con Omar Cervantes, ex titular de Comunicación Social en Gobernación, no vino de algún infiltrado de oposición, sino de la misma Secretaría. Varias de las fuentes que por meses me han compartido hechos para esta columna, (insertos en los círculos cercanos al Presidente), confirman que derivado de la encarnizada lucha por adueñarse de la candidatura rumbo al 2024, el espionaje “entre amigos” se fue por los cielos. 

Fue en octubre del año pasado cuando revelé, en este mismo espacio, la existencia de una lista de personajes que eran observados de cerca por la “inteligencia federal”, todos ellos “palomeados” por “alguien” que no era necesariamente el Presidente López Obrador, sino una encumbrada persona con aspiraciones reales de sucesión.

En ese entonces, el listado de “seguidos”  era de cuando menos 150 mujeres u hombres, todos ellos con distintas profesiones y niveles de influencia, aunque de manera inequívoca pertenecían a la categoría de “adversarios”. De hecho, también deslicé la existencia de un grupo “de cuidado especial” conformado por 50 personas, etiquetado como “los consentidos del sistema”. 

Derivado del periodo electoral, el grupo de “adversarios observados” naturalmente creció y llegó a 230, según me informan, y está integrado en su mayoría por intelectuales, escritores, líderes opositores, periodistas, empresarios y encuestadores. Los informes sobre cada uno de ellos se emiten día con día. 

Y aunque “observar” al adversario no debería ocurrir, (pues viola sus derechos humanos), resultaría más obtuso y preocupante para el partido en el poder que ellos mismos se espíen, cuando en esencia “tendrían que caminar hacia el mismo lado”. De hecho, me hablan de una investigación especial solicitada por AMLO para reprender a quienes “se espíen en la misma casa”. 

En octubre del 2020 comenté que no sólo se observaba a adversarios, “también a algunos integrantes de la 4T, desde Secretarios hasta Gobernadores emanados del movimiento o aliados”, pues más valía prevenir que lamentar. La preocupación en Palacio Nacional, (y en Morena), no es, de momento, que puedan despedazarse entre los grupos de quienes aspiran a la sucesión, sino la vulnerabilidad en que se encuentran, pues a todas luces el enemigo duerme en casa, filtra información y lleva la misma camiseta.

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