Sin importar cuál sea el resultado de la elección del próximo domingo, ese día iniciará de facto la sucesión presidencial. De confirmarse las tendencias de las encuestas –en las que Morena tendría serias dificultades para conservar la mayoría en el Congreso y sufriría un serio revés en las alcaldías de la Ciudad de México-, el presidente López Obrador podría requerir cambio de baraja.

Hasta ahora, en la terna para sucederlo –la ampliación de mandato es un tema pendiente- sólo figuraban el canciller Marcelo Ebrard, la jefa de gobierno de la Cdmx, Claudia Sheimbaun y el coordinador de Morena en el Senado, Ricardo Monreal. El primero de ellos tendría ventaja no sólo por las responsabilidades adquiridas –operó toda la compra de vacunas contra el Covid19- y su interlocución con otros gobiernos del mundo, sino porque su fiel ex colaborador Mario Delgado es el presidente nacional de Morena.

Enfrente, la relación personal y de absoluta dependencia de Claudia Sheinbaum, así como la garantía de absoluta lealtad y protección a su gobierno, la pondrían mucho más cercana a los afectos del Presidente, quien por encima de cualquier mérito profesional o trayectoria política, lo que más valora es la obediencia absoluta. Veracruz es uno de los mejores ejemplos.

En el tercer lugar estaría el senador Ricardo Monreal. A diferencia de los dos primeros, el no es un lopezobradorista puro; incluso ha tenido varios desencuentros sobre el mandatario, sobre todo cuando aspiró a gobernar la Ciudad de México y la decisión resultó a favor de Sheinbaum. No es un hombre de las confianzas del presidente, pero fue uno de los artífices en el camino a la Presidencia y uno de los pocos que podría garantizar continuidad a su proyecto, aunque con ciertos matices.

Hasta ahora no hay nadie más. Ningún gobernador o integrante del gabinete ha tenido el crecimiento o la exposición políticas necesarias para construir una candidatura presidencial.

Pero todo eso podría cambiar el domingo. Ante un escenario adverso, el Presidente tendría que replantear su escenario en la segunda mitad de su sexenio y explorar la posibilidad de extender su mandato, como consecuencia de que ninguno de los aspirantes garantice un triunfo de Morena y la 4T en el 2024.

Claudia Sheinbaum está en terapia intensiva y el domingo podrían fenecer sus aspiraciones presidenciales. El colapso del Metro y la pésima administración de la crisis –lo primero que hizo fue ratificar a la directora del STM antes que ocuparse de las víctimas-, comprometieron seriamente sus posibilidades. Si el próximo domingo Morena llega a perder las nueve alcaldías que marcan algunas encuestas, no tendrá oportunidad alguna. Habrá perdido su bastión y con ello, su eventual candidatura.

El camino para Marcelo Ebrard tampoco es sencillo. La tragedia del Metro también lo alcanzó y tuvo que salir, una y otra vez, a justificar una obra construida durante su periodo como Jefe de Gobierno. El episodio revivió los escándalos de corrupción y la cadena de trágicos sucesos que han marcado a la línea 12. Pero eso no es todo.

Hace un año, Marcelo pudo operar para que Mario Delgado, quien fuera su Secretario de Finanzas en el gobierno de la ciudad, se quedara con la presidencia de Morena luego de fallidos intentos por realizar una elección democrática. No obstante, de confirmarse un resultado adverso, el costo político sería atribuible por añadidura a Ebrard. El relevo inmediato de Mario Delgado sería la primera señal de que el proyecto de Marcelo fracasó.

Por eso es que el Secretario de Relaciones Exteriores ha intentado recuperar la preferencia del Presidente, haciendo una feroz defensa en contra del diario The Economist, luego de que éste señalara al Presidente como un falso Mesías. Hoy que López Obrador acusa al gobierno de Estados Unidos de estar repartiendo “maíz con gorgojo”, en referencia al dinero que entrega a organizaciones opositoras a su gobierno, la posición del Canciller es cada vez más comprometida.

Y en el caso de Ricardo Monreal, su principal obstáculo es precisamente granjearse la confianza del Presidente. Pero la cosa no ha resultado sencilla. El último desaguisado fue una filtración en la que el grupo parlamentario de Morena en el Senado que el coordina, da por perdidas las gubernaturas de Nuevo León, Querétaro y San Luis Potosí. El zacatecano no mintió, es lo que indican claramente todas las encuestas.

Sin embargo, la filtración no gustó en Palacio Nacional y el senador tuvo que retractarse de sus comentarios en el sentido de la posibilidad de que Morena pudiera perder las gubernaturas en esas tres entidades. Y entonces, mandó un mensaje de disculpa y reconciliación al Presidente: “México vivirá su primera elección con gobierno de izquierda; se sepultarán el fraude, compra del voto, amenazas y uso de recursos públicos. Se impondrá el voto libre y real”. No es lo que piensa, es lo que el sentido común le obligó.

Este domingo López Obrador no se juega sólo el Congreso, las gubernaturas y el futuro de Morena como partido político. Lo que está en juego es su propia sucesión.

La del estribo…

  1. El voto útil empieza a decantar en Xalapa. Ayer el candidato del Partido Cardenista, Antonio Frutis declinó a favor de David Velasco Chedraui. Es en la capital donde está la base social del cardenismo, así que la suma podría resultar clave en el resultado electoral del domingo.
  2. Y mientras la violencia en contra de candidatos, actores políticos y sus familiares crece de manera incontrolable, el gobierno decidió desarmar a las policías de Papantla y Zongolica. ¿Acaso ya echaron a andar el operativo del próximo domingo para anular la elección?