En teoría la estrategia tendría que funcionar (o al menos así lo pensaba el Presidente): mostrar indulgencia, comprensión, (e incluso cierta empatía con delincuentes o “malosos”), redituaría en la disminución de aquellos delitos de mayor impacto en la sociedad; supondría un acuerdo tácito de “hermandad” cuando menos hasta después de las elecciones intermedias, pero no ocurrió.

A unos días del 6 de junio la violencia electoral está desbordada en la República Mexicana, y eso no debería estar ocurriendo, pues fueron “suficientes abrazos” como para recibir una dosis de inseguridad que aleje a la gente de las urnas.

La idea siempre fue restregarle a la oposición la existencia de un país en calma previo a los comicios, sin violencia de cuidado; la idea siempre fue remarcarle “al pueblo” que habría la “mayor tranquilidad de la historia” para votar, y no es así; la idea siempre fue que abonara en términos electorales al movimiento, y literal, AMLO se dio un “balazo en el pie”.

Como si no tuviera suficientes preocupaciones por el panorama electoral para su causa, el Presidente tiene una más: la rotunda falla de su política de “abrazos y no balazos”. Según datos de Etellekt Consultores, 88 políticos han sido asesinados durante los comicios del 2021, de los cuales, 34 eran aspirantes a algún cargo de elección popular…. y lo que falta. Eso nunca estuvo en la agenda de AMLO.

El plan falló o alguna de las partes no cumplió con los acuerdos “de facto”, más aún cuando se renuevan buena parte de las presidencias municipales en el país, situación que siempre ha desembocado en una mayor alteración de ánimos y emociones. Me dicen los asesores del Presidente que “la puntilla para perder más curules en San Lázaro vendría de la inseguridad electoral”, y AMLO lo sabe de sobra.

Día con día, de un tiempo para acá, AMLO se ha encargado de informarnos que está auténticamente preocupado por las elecciones: su rictus, sus mensajes, su insistencia por mostrarse como víctima. “Por más que tratamos de evitarlo, Andrés Manuel actúa como si fuera en segundo o tercer lugar de las encuestas, y se evidencia en cadena nacional”, me hacen saber en Palacio Nacional.

Independientemente de “vencedores y perdedores”, las elecciones del 6 de junio serán recordadas no sólo como “muy violentas”, sino donde se registró el mayor intervencionismo de un Presidente en la era moderna. “Buscamos de mil formas evitar que AMLO se descompusiera en las mañaneras, pero fue imposible, está totalmente desencajado, y no escucha a nadie, ni a nosotros”, me confiaron dos de los personajes más cercanos al tabasqueño.

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