Recibir el Premio al Decano UV es “lo máximo como académico”, expresó.
19/05/2021, Xalapa, Ver.- Andrés Rivera Fernández es oriundo del norte del país, pero su interés siempre han sido los cultivos tropicales, por ello llegó a Veracruz, donde ha dedicado toda su trayectoria profesional al mejoramiento genético del cafeto. A 36 años de quehacer docente, de investigación y vinculación, la Universidad Veracruzana (UV) le rindió un homenaje, otorgándole el Premio al Decano 2021, en el Área Académica de Ciencias Biológicas y Agropecuarias.
La distinción se confiere al personal docente que, además de su antigüedad, se distingue por sus méritos de liderazgo académico y desarrollo profesional, así como por su destacada participación en las actividades universitarias.
La ceremonia de entrega del premio tuvo lugar el 14 de mayo y el profesor de la Facultad de Ciencias Agrícolas expresó sobre este acontecimiento: “Es lo máximo que puede tener un académico, como miembro de la comunidad universitaria”.
Nació en el norte pero siempre quiso “algo más tropical”
Andrés Rivera narró que es oriundo de Ciudad Victoria, Tamaulipas, aunque “salí corriendo de allá, quizá por el clima, o muy frío en el invierno o muy caliente en el verano; yo quería algo más tropical”.
En 1976 egresó de la Escuela Nacional de Agricultura, hoy Universidad Autónoma Chapingo, donde se inició en los cultivos tropicales, como el cacao y el café. En consecuencia, se integró al Instituto Mexicano del Café (Inmecafé), donde se desempeñó como Jefe del Departamento de Genética.
A partir de la fundación de la Facultad de Ciencias Agrícolas en la UV, en 1980, recibió invitaciones para ser parte de la plantilla de profesores, a lo cual primeramente declinó: “En ese entonces estaba muy ocupado y me negué un par de veces, después dije: ‘¿Por qué no incursionar en la docencia?’. Entonces, ingresé y fue un cambio bárbaro. Daba mucho gusto transmitir lo que estaba haciendo.
”Una de las cosas que también llamó mi atención es que no necesariamente lo que a uno le enseñan en las aulas es lo que ve en la vida cotidiana del ejercicio profesional. Por eso pensé que era necesario transmitir a las nuevas generaciones lo que hacía.”
Fue así que se integró en 1984 como docente por horas a la Facultad, lo cual le permitió involucrar a estudiantes del programa educativo (PE) Ingeniería en Agronomía a sus investigaciones en el Inmecafé, a través del servicio social y la elaboración de tesis. A la par, en aquella época hizo una estancia en Brasil para aprender con los más destacados mejoradores de plantas de café, y otra en Portugal, donde realizó evaluaciones a plantas sobre resistencia genética a la roya del cafeto.
“De esa forma me fui compenetrando en el quehacer de la Facultad y entendí que era una situación necesaria para mí –así como en términos cafetaleros– el integrar a nuevos elementos y formar nuevos recursos humanos”, expuso. Si bien el aprender mientras se investiga y genera conocimiento es la directriz que a la fecha sigue la UV, en aquella época se trató de algo “novedoso”.
“Soy la conjugación de muchos criterios”
Andrés Rivera pertenece a la generación 1985 de la Maestría en Fitomejoramiento y Fisiotécnia del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) y 2008 del Doctorado en Ciencias en Ecología y Biotecnología del Instituto de Biotecnología y Ecología Aplicada de la UV (cuya tesis fue “Diversidad genética y estructura poblacional de ceratozamia mexicana Brongn”). Por ello, expresó satisfecho: “Soy la conjugación de muchos criterios aplicados al desarrollo en el mejoramiento genético: el de Chapingo, el del ITESM y el de la UV”.
En 1993 desapareció el Inmecafé y Andrés Rivera se integró de tiempo completo a la UV, donde de 1994 a 2002 se desempeñó como director de la Facultad de Ciencias Agrícolas, cargo que volvió a desempeñar de 2015 a 2019.
“Uno de los retos que he tenido es, básicamente, en la administración, porque estábamos en un proceso de acreditación de todos los programas educativos de la UV”, rememoró de aquella primera vez que fungió como autoridad universitaria.
Fue en su primer periodo como director, específicamente en 1996, cuando la Facultad cumplió satisfactoriamente con los requisitos fijados por los Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior, alcanzando el Nivel 1.
Además, una vez instituido el Comité Mexicano de Acreditación de la Educación Agronómica, A.C., le correspondió iniciar el trabajo para establecer los elementos necesarios y alcanzar la acreditación de calidad, que consolidaron quienes le precedieron. Asimismo, en su segundo periodo se logró el segundo refrendo de acreditación, a 10 años de haber logrado la acreditación.
En sus palabras, además de esos retos en materia administrativa, en su trayectoria como integrante de la comunidad UV hay satisfacciones, una de las principales: ser académico. Sobre todo en una institución clasificada entre las mejores del país y la mejor del sureste.
“La UV ha hecho un esfuerzo importante por generar una serie de elementos que le sirvan a cualquier académico para seguir adelante: facilidades para estudios de posgrado, para ingresar al Sistema Nacional de Investigadores, conducirse con equidad de género y con ética. Un gran satisfactor es seguir en ese sentido, porque uno en la Universidad no trabaja solo, están los cuerpos académicos, las Líneas de Generación y Aplicación del Conocimiento, las academias, son instancias colegiadas que nos permiten colaborar para la UV en equipo. Prácticamente uno tiene una familia en la Universidad.”
Una variedad de café requiere 30 años de investigación
Al preguntarle sobre su quehacer científico, el investigador respondió: “Es una variedad diferente, muy bonita (risas), lo digo yo porque es mi hija”. Se trata de una investigación de larga data.
Como contexto, recordó que en la primera variedad que participó en el Inmecafe fue en la Garnica (cruce de otras dos: Mundo Novo y Caturra), la cual no es resistente a la roya. Si bien cuando se incorporó al instituto ya se había realizado la hibridación, él colaboró en la evaluación de tales materiales a través del tiempo y en diferentes regiones del país.
De ser un elemento más en la investigación, escaló a ser el líder del proyecto y como tal le correspondió liberar la variedad, que a la fecha se encuentra sembrada en 50 mil hectáreas en el país. Además, en su momento les solicitaron semilla de países como Brasil, Colombia, Panamá, Costa Rica, entre otros de la región centroamericana.
Ahora “tengo un mutante del Garnica, muy bonito, más llamativo para su utilización en el campo que ya le incorporé genes de resistencia a la roya y es con lo que estoy trabajando. Digamos que será una especie de Garnica diferente, pero mejor”.
Al preguntarle cuánto tiempo de investigación lleva en tal “mutante”, respondió: “Para que tengan una idea, si se trabajara de tiempo completo en mejoramiento, uno generaría una nueva variedad de cafeto en unos 30 años. Este mutante con el que estoy trabajando lo empecé a trabajar precisamente con un egresado de la Facultad”.
Añadió: “Lo bauticé como ‘Garnica enano’, la variedad se llama ‘Garena’ y ya se está conociendo por productores cooperantes, porque les hemos pedido que nos ayuden a ver cómo se comporta y produce”. De él, naturalmente, ha dado cuenta en publicaciones científicas y otros espacios académicos.
Tales trabajos iniciaron alrededor de 1990, todavía como trabajador del Inmecafé. A la fecha, aproximadamente tres egresados de la Facultad de Ciencias Agrícolas han desarrollado sus tesis con esa variedad.
Cabe citar también que actualmente Andrés Rivera también es colaborador en la Maestría en Ciencias Agropecuarias e integrante del núcleo académico básico del Doctorado en Ciencias Agropecuarias, posgrados adscritos a la misma entidad educativa.
“Me siento como en familia, vine a una tierra nueva que me acogió muy bien. Aquí he hecho mi vida profesional y personal, y le debo mucho al estado de Veracruz.”