En menos de un mes, el país testificó al menos tres accidentes graves que tienen como origen la negligencia, la corrupción y la falta de presupuesto –consecuencia de una mal entendida y criminal ‘austeridad republicana’- para dar mantenimiento a instalaciones estratégicas del gobierno.

El 7 de abril se registró una serie de cinco explosiones consecutivas en un área de almacenamiento de tanques de combustóleo de la refinería Lázaro Cárdenas en Minatitlán, Veracruz, lo que ocasionó la activación del plan de emergencias. Este accidente dejó siete personas heridas y la icónica imagen de un empleado de Pemex cerrando las válvulas de gas en pleno incendio. También se suspendieron todas las actividades en la planta durante un mes.

Apenas el 20 de abril pasado, Petróleos Mexicanos (Pemex) confirmó también una explosión en el complejo Petroquímico Morelos, ubicado en la zona industrial de Coatzacoalcos, provocada por una falla de energía eléctrica en el área de turbogeneradores. La paraestatal reportó cuatro personas heridas y suspendió las operaciones en el complejo.

El país aun no se recupera de las imágenes del martes pasado, cuando se derrumbó la estructura que soportaba uno de los tramos elevados de la línea 12 del Metro de la ciudad de México, provocando que dos vagones se precipitaran a tierra dejando un saldo hasta ahora de 26 personas fallecidas. Esta línea ya había suspendido operaciones por más de seis meses durante 2014 debido a fallas estructurales, apenas dos años después de su inauguración.

El desplome del Metro fue provocado por la falta de mantenimiento, confirmó la Sociedad Mexicana de Ingenieros, de la misma forma que lo hicieran los trabajadores de Pemex en los accidentes registrados en el sur de Veracruz. Sin embargo, para el gobierno de la 4T, la responsabilidad recae en los medios que difunden la información de estos percances.

En todos los accidentes hay una misma constante: el desinterés del gobierno de Morena de atender los riesgos de accidentes a pesar de las innumerables advertencias. Pemex, Metro; ¿qué sigue? ¿Laguna Verde?

Durante meses, el gobierno federal ocultó la información sobre un grave incidente al interior de la planta nuclear de Laguna Verde. El 3 de septiembre de 2020, minutos después de las cinco de la tarde, el recambio de uranio enriquecido que alimenta la única central nuclear de generación eléctrica de México -una operación delicada pero rutinaria-, derivó en una situación de riesgo naranja, un paso antes del rojo, lo que significa la máxima alerta para la seguridad de la planta ubicada en Veracruz.

Fuera de la programación de mantenimiento y mientras un sistema de seguridad estaba deshabilitado, se continuó con el cambio de ocho mecanismos, lo que puso a la central en riesgo naranja durante 13 horas. La fuente es un reporte de 13 páginas elaborado por la propia Comisión Federal de Electricidad (CFE) y examinado por el diario español El País, donde se identifican deficiencias respecto del “desempeño humano”, y de “una sana cultura de seguridad nuclear”.

Fue el primer eslabón de una cadena de riesgos. El 21 de diciembre se registró una “fuga de diesel” como un “evento no usual”. Sólo habían transcurrido tres semanas desde otro ‘Reporte de Condición’, que describía cómo se activaron los mecanismos del reactor nuclear sin colocar las compuertas de seguridad.

En la madrugada del 21 de enero pasado hubo otra fuga de combustible en uno de los generadores de la planta. Los resultados de una evaluación de riesgo determinaron la “probabilidad de accidente severo” y “de una descarga radiactiva grande al medio ambiente”, según reportes dados a conocer por la periodista Peniley Ramírez.

Lo paradójico es que el 17 de julio del año pasado, la Secretaría de Energía (SENER) autorizó por 30 años más la renovación de la licencia de operación a la Unidad 1 de la Central de Laguna Verde (CNLV-U1).

La vida útil de la mayoría de las centrales nucleares en el mundo oscila entre 20 y 40 años; Laguna Verde inició sus operaciones el 29 de julio de 1990 –ya cumplió 30 años-, por lo que con 30 años más de funcionamiento se convertirá en la planta de energía nuclear más longeva del mundo.

La SENER renovó la licencia a una planta nucleoeléctrica obsoleta que está trabajando al límite de seguridad, lo que ha provocado la preocupación de la comunidad internacional. Tras la renovación, Laguna Verde nunca había tenido tantos y tan frecuentes incidentes, más allá de la consistente desestimación por parte de la Comisión Federal de Electricidad.

Es urgente que una Comisión Internacional realice una inspección y vigile las operaciones en Laguna Verde. Aún estamos a tiempo de evitar otra tragedia.

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