A fines de dos mil diecinueve, cuando la palabra «pandemia» solo aparecía en los libros de historia, en la escena jazzera tapatía apareció una voz recién nacida pero con una personalidad ya bien definida, la de Agua Dulce. Si hubiera sucedido en Veracruz pensaríamos que la banda fue formada en ese municipio sureño o su líder es oriundo de ahí, pero la razón del nombre es más profunda, tiene que ver con la paz, con la serenidad. Chen Quintero, multiinstrumentista, compositor y arreglista guadalajareño, abrumado por la violencia y la agitación que se viven en México desde hace ya muchos años, quería elaborar el mensaje opuesto: componer una música serena, reflexiva, introspectiva. Acudió a sus locaciones favoritas en busca de las musas, así lo recuerda: «Me inspiré en mis lugares felices para realizar música y encontré que siempre estaban enmarcados por un río, un lago, un arroyo… siempre agua dulce».

Necesitaba cofrades que tuvieran la solidez técnica y la sensibilidad suficientes para llegar a la esencia del proyecto. El primer convocado fue el trompetista estadounidense Terry Townson, con quien tenía años de complicidad sobre los escenarios y cuya dulzura discursiva sería un ingrediente indispensable en la construcción del sonido que estaba en su mente. Después fue en busca de uno de sus bajistas favoritos, Juan Ayala. Finalmente buscó un baterista que pudiera acomodar el tempo a los recorridos paisajísticos que quería emprender, e incorporó a Eric Hernández.

Hace un año, cuando la palabra «pandemia» dejó de ser recuerdo ingrato y se convirtió en pesadilla presente, Quintero aprovechó la prisión domiciliaria a la que fuimos condenados todos para ensimismarse y, con pluma fuente y papel pautado, seguir elaborando su discurso. «Durante la etapa de aislamiento ha sido fácil volcarnos hacia la ansiedad y la depresión, sumando los problemas que ya tenía nuestra sociedad con los inconvenientes y situaciones que se crearon a partir de la pandemia, es comprensible que el artista tenga bastantes deficiencias y reclamos en su corazón y por ende en su obra. Sumergido en esta vorágine de pensamientos, me propuse crear una serie de piezas que nos ayuden a transmitir algo de paz en medio de este caos».

De esa experiencia surgieron los nueve temas —Un día como ayer, Bosque, Expectativas, Magia, Por la playa, Días de lluvia, Airkicks, Canción de cuna y Nostalgia— que, con apoyo de la Secretaria de Cultura del Estado de Jalisco, conforman la ópera prima fonográfica del grupo, Música tranquila para tiempos violentos, una colección de paisajes meditativos, de perspectivas largas y silentes remansos.

«El arte, y específicamente la música, como vehículo para expresar emociones, tienen la capacidad de mostrar y denunciar la realidad en la que vivimos, pero también tienen el poder de construir hacia el futuro. Es responsabilidad de los creadores moldear el futuro por medio de sus obras, el arte es así poderoso», es la premisa sobre la que construyó los temas que él mismo detalla:

 

Un día como ayer

Tema compuesto muy al principio de la pandemia, se trata del deseo de volver al ayer, pero
sobre todo de cómo encontrar fuerza en los recuerdos.

 

Bosque

Llegó en una tarde de exploración con los pedales, los delays, las capas. Habla de uno de
mis lugares más felices, el bosque, tengo presente el olor, el viento frio entrando en los pulmones. La vastedad del paisaje mientras te sientas en el pasto, es una sensación que siempre me llena de paz, esta pieza es un intento de compartir con todos mi lugar más feliz.

 

Expectativas

Es un coqueteo al lofi y algunas otras sonoridades que he tenido curiosidad de explorar. En realidad, la pieza tenía letra, hablaba de cómo fueron cambiando nuestras realidades con respecto a las expectativas que teníamos de un 2020 que nadie esperaba.

 

Magia

Al estar jugando con este tema, mi hija Sofía me dijo que esa melodía era muy mágica, le pregunté ¿por qué?, pero no supo decirme. A los pocos días, ella me insistió. Su respuesta me inspiró a terminarla pensando en la transformación mágica de los niños a adolescentes, y la nostalgia que causa verlos crecer.

 

Por la playa

Una caminata larga por la playa, en la noche, con el plancton luminiscente pintado el mar obscuro. Más que una pieza esto fue como contar un recuerdo que me trajo alegría y paz.

 

Días de lluvia

No todos los días son felices. Esta composición la realicé pensando en esos días que son un poco más grises, en donde el peso de la vida cae sobre los hombros y te hace caminar.

 

Airkicks

Tema compuesto por el baterista de la banda, Eric Hernández. Cuando Eric me dio esta composición en una hoja de papel a manera de lead shit no me imaginé lo bonita que iba a quedar. Mucho movimiento y sensaciones, me identifiqué perfectamente con sus partes y la hice mía, dejé que fluyera a través de mis recuerdos. Es el único tema que tiene nombre en inglés, pues el nombre Patadas al aire no nos convenció del todo, aunque podría perfectamente describirla.

 

Canción de cuna

El nombre completo es Canción de cuna para Bruno. Mi hijo más pequeño se ha declarado durante toda su vida (que es tan solo de un par de años) como un enemigo acérrimo de mi sueño y el de su madre. Entonces le compuse esta pequeña melodía en un intento por mejorar su sueño y el mío. Aunque la canción no dio el resultado que esperaba.

 

Nostalgia

Este tema es el único que en realidad no compuse durante la pandemia, lo realicé en la guitarra hace dos décadas. Trataba de representar la nostalgia que vivía al estar lejos de casa, el sabor de la sopa que cocinaba mi madre, el calor del hogar, todas las certezas que representaba la vida en familia. Encontré que me decía mucho en estos tiempos pandémicos, así que la incluí.

 

Música tranquila para tiempos violentos está disponible en varias plataformas digitales, búsquenla y disfruten del jazz para la paz.

Agua Dulce Ensamble (foto proporcionada por el cuarteto)


 

 

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