La elección a Gobernador en Guerrero podría ser el laboratorio para medir la resistencia de las instituciones electorales y la tolerancia de la población ante el acceso al poder por la vía de la movilización violenta o no de las urnas. En las próximas semanas, la revuelta social promovida por Morena se sumará a la violencia delincuencial que tiene postrado al estado.

Hace unos días, el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) aprobó la cancelación de las candidaturas a Gobernador de Félix Salgado Macedonio y de Raúl Morón -así como de otros 25 aspirantes a diputados federales-, lo que abrió un escenario inédito en las últimas dos décadas de transición democrática: proponer la extinción del Instituto y suplantarlo mediante la movilización y la protesta.

Tras perder temporalmente la candidatura –el camino en los tribunales electorales aún es largo-, Félix Salgado advirtió: “No va a haber elecciones en Guerrero y en el Congreso van a mandar a un gobernador interino; y ese gobernador interino va a convocar a una nueva elección en un término de seis meses y de todos modos voy a ser el gobernador de Guerrero, ¿para qué le dan vueltas? Yo no voy para atrás, todo para adelante”.

La frenética expresión no habría pasado de ser un exabrupto más del impresentable personaje –como cuando propuso la desaparición de la Suprema Corte de Justicia ante la mirada desorbitada de compañeros senadores-, de no ser porque el Presidente López Obrador y el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, han salido en su defensa, organizando el asalto al Instituto Nacional Electoral.

Luego de la firma del Acuerdo en el que se comprometió a no intervenir en el proceso, el Presidente acusó al INE de estar convertido en el “Supremo Poder Conservador”, y que su decisión sobre candidatura de Félix Salgado era un atentado a la democracia. Dijo también que existe una campaña en contra de su gobierno para impedir que Morena gane la mayoría en la próxima Cámara de Diputados.

Tiene razón. Sí hay una campaña para alcanzar una mayoría parlamentaria distinta a Morena; son las campañas electorales. En realidad, lo que hizo fue conceder licencia para que Morena y sus huestes se movilicen, violenten la elección y desconozcan los resultados si no les favorecen.

Y así lo están haciendo. Ayer, durante el inicio de la campaña de Layda Sansores al gobierno de Campeche, El dirigente nacional de Morena, Mario Delgado dijo a sus partidarios que es momento de “ir pensando seriamente en renovar o exterminar al INE porque se quedó atorado en el pasado”. Hasta ahora, Morena no ha logrado hilvanar un solo argumento legal respecto de la decisión del instituto de anular los registros de sus candidatos y los de otros partidos.

Días antes, Delgado amenazó con que su partido enfrentará al INE en el Tribunal Electoral, en las Cámaras, las calles, los medios, las redes y las urnas. En su lógica golpista, acusan que la aplicación de la ley ha sido “una traición a la democracia”. Hasta ahora, el INE resiste desde el silencio. Veremos qué hace el TEPJF.

El segundo escenario es el de la movilización. La historia está de su parte. Por años, López Obrador y su movimiento tomaron pozos petroleros en Tabasco, dejaron de pagar luz eléctrica, ocuparon las plazas y las calles; el corolario fue la toma por 47 días de la avenida Reforma en la Ciudad de México sin que hubiera autoridad ni sociedad civil organizada que lo impidiera. Hoy tampoco las hay.

La movilización morenista tendría de aliados a la indiferencia y apatía de una sociedad hastiada de la política. Apenas algunos mexicanos han salido a las calles a demandar medicinas y vacunas para los niños con cáncer, a pelear por encontrar a sus familiares desaparecidos y la violencia feminicida; no hay en realidad una sociedad civil organizada que pudiera hacer contrapeso a la movilización orquestada desde Palacio Nacional.

Morena ya sabe lo que pasará el 6 de junio: las elecciones sólo serán válidas si ellos ganan; de lo contrario saldrán a las calles a exterminar a las instituciones. Ya lo advirtieron, que nadie se sorprenda después. Guerrero es el laboratorio.

La del estribo…

1. En su infinita ignorancia, el Secretario de Desarrollo Social, Guillermo Fernández, asegura que la pobreza se redujo en Veracruz “un poquito”. Como no tiene dato que lo sustente, le comparto el del Coneval: debido a la crisis desatada por el Civid19, entre 8,9 y 9,8 millones de mexicanos han caído en la pobreza. Según el ínclito funcionario, ¡sólo Veracruz no!

2. El Presidente dice que no persigue y ataca periodistas. El Departamento de Estado de EU tiene otros datos: Sanjuana Martínez, directora de Notimex, ordenó a periodistas eliminar o no publicar información sobre algunas dependencias. La Agencia de Noticias del Gobierno, hoy en huelga, es la peor de las vergüenzas.