Pang Trío nació como el dios del jazz manda, en la calle; si bien sus integrantes tienen una formación académica, también tienen claro que no es en las aulas, sino en las tablas, donde se aprende y se domina esta música. David Pang nos platica su formación personal y el surgimiento de la agrupación.

En el principio fue el bajo

Yo soy de la Ciudad de México pero mis papás son de otras partes del país, mi mamá es de Guerrero y mi papá, de Tamaulipas. Mi papá es ingeniero mecánico electricista y es muy aficionado a la música, desde que tengo memoria, en la casa había música, sobre todo rock en inglés de los años sesenta y setenta, y rock en español.

Ahora está jubilado pero trabajó muchos años para la Pepsi o la para Coca Cola, como que se lo peleaban, y tenía buenos puestos, entonces podía comprarse muchos instrumentos, sobre todo guitarras y bajos, y le gustaba presumirlos, los ponía en la sala afuera de sus estuches, colocados en los atriles como si fuera una exposición. Cuando podía tomaba uno y se ponía a tocar encima de sus discos y era música que en ese entonces se me hacía complicada, le gustaba mucho el grupo canadiense Rush y tocaba las líneas de bajo igualitas y me decía hijo, eso la saqué de oído, yo no soy músico.

Me ha platicado que dos de sus hermanos son bateristas de profesión, tienen su grupo de fiestas en su ciudad natal, pero yo nunca los conocí y me atrevería a decir que no tuvieron influencia sobre mí porque nunca tuve contacto directo con ellos, el contacto fue con mis papás porque todo el tiempo ponían música en la casa. A mi mamá le gusta mucho cantar y la verdad canta muy bien, yo siempre le digo que quizá debería profundizar acerca de eso, pero tiene sus ocupaciones y no tiene tiempo de hacerlo. Ese fue mi acercamiento a la música.

El bajo es un instrumento que tiene mucha presencia, entonces, cuando mi papá lo tocaba las ventanas de la casa vibraban y a mí me gustaba sentir esas vibraciones, o me gustaba sentarme encima del amplificador para sentirlas. Yo creo que eso fue lo que sembró la semilla porque empecé a tocar cuando tenía trece años —ahora tengo veintiocho— de manera lírica, la tomé y como pude aprendí afinarla y empecé a sacar melodías de oído o ayudándome de tablaturas. Me fui haciendo del entrenamiento auditivo pero yo no sabía, lo hacía por el simple gusto de sacar canciones que me gustaban en ese entonces, eran de todo: rock, blues, funk, reggae. Mis mejores amigos de esa época y yo compartíamos el gusto por la música y empezamos a juntarnos a tocar, pero como un hobby, en la secundaria yo no tenía claro qué quería hacer.

Toda la secundaria y la preparatoria nos juntamos a tocar y me fui haciendo de mucho repertorio, me aprendí muchas canciones de memoria, mi mamá me decía ¿cómo es que te sabes tantas canciones de memoria y en la escuela no te va tan bien?, yo no entiendo; nunca me dijo ya no toques ni nada de eso, pero yo creo que se le hacía muy curioso que yo le pusiera más atención a estas cosas que a la escuela.

Chilangas bandas

Terminando la preparatoria empecé a tocar en grupos de rock, estuve en dos y puedo decir que me dieron la oportunidad de empezar la vida sobre el escenario y hacer ensayos un poco más formales para ese momento, claro que comparados con el contexto que tengo ahora eran súper informales, pero para mí, en ese entonces era lo más profesional musicalmente que había hecho; era prácticamente lo mismo que con mis amigos de la secundaria, sacábamos covers.

Tocábamos para unos bares que no veían el valor de nuestro trabajo, nos decían no, chavos, esta tocada es para que se promuevan, no hay dinero pero van a ver que les van a salir más; ya sabes, el cuento de siempre. En ese primer grupo en el que estuve tocábamos mucho rock, música de Pink Floyd, de The Beatles, los clásicos del rock.

Me di cuenta en ese momento de que yo era el que más se preocupaba por sacar bien las canciones, yo sentía y tenía un compromiso muy grande con la música, entonces siempre estaba atrás de mis compañeros, sacaba todas las partes, el bajo, la batería y todo, y se las enseñaba a mis amigos, les decía tenemos que tocar bien porque va a venir gente y si no conoce la pieza y la tocamos mal, entonces se van a ir con la idea de que así es. Yo sentía mucha responsabilidad con ese grupo, pero mis amigos no tenían esa disciplina y ese compromiso y yo me sentía muy insatisfecho. Terminé por salirme de ese grupo, ellos siguen siendo mis amigos y los quiero mucho, pero me deslindé completamente del grupo.

Después me llamó otro grupo, también de rock pero ya con música original, al principio yo estaba muy emocionado por eso, pero seguíamos en el mismo círculo vicioso, que creo que afecta mucho al rock, de tocar por promoción, tocar de gratis o hasta pagar por tocar, yo siento que es terrible hacer eso y por eso mismo decidí salirme de ahí.

So what

Eso fue más o menos por ahí del 2011-2012, en esa época tuve los primeros acercamientos al jazz a través de mi propia exploración, había escuchado la palabra jazz y había escuchado los ritmos de swing por ahí, pero en ese momento me llamó mucho la atención y empecé a indagar sobre el estilo, buscaba en Internet «los discos más famosos de jazz» y salía una lista en la que estaba el Kind of Blue, Art Blakey and the Jazz Messengers, y los empecé a escuchar, realmente no entendía lo que estaba pasando pero algo había ahí que me llamaba la atención.

Del Autocad al Sibelius

Hasta ese entonces, yo no tenía ninguna intención de entrar a una escuela de música, estaba estudiando arquitectura en el Politécnico Nacional, estuve un año y medio ahí pero me di cuenta de que la mayor parte del tiempo me la pasaba sacando temas y estaba descuidando mucho la carrera. No me iba mal, sacaba buenas calificaciones pero sentía que me faltaba una motivación, unas ganas de hacerlo, entonces un día dije no, esto no es lo mío y me di de baja. Le dije a mi papá mira, me di de baja en la escuela porque lo que quiero es estudiar música. Antes de decirle a mi papá, hice un plan: yo quería entrar a la Superior de Música pero ahí te piden una constancia de que hayas estudiado armonía y el instrumento durante tres años para que puedas hacer el examen para la licenciatura, entonces busqué una escuela en la que pudiera prepararme, cuando tenía todos los datos le dije voy a estudiar tres años en esta escuela particular y después voy a intentar entrar a la Superior. Fue un shock para mi papá porque yo creo que ya me veía como arquitecto, uno de mis tíos que es músico también es arquitecto, entonces a lo mejor él se ilusionó y yo le llegué con esa noticia.

Entró en shock pero me dijo:

—Bueno, no hay problema, si me lo planteas así, yo te apoyo porque soy tu papá y es mi deber.

—Todo va a salir bien, me voy a aplicar y voy a ver que tenga frutos todo esto, que no sea nada más como un capricho.

Lo entendió y entré a una escuela particular que me había recomendado un primo de un amigo, la escuela se llama Tiempo Música y la fundaron maestros que originalmente eran la plantilla docente de la Academia Fermatta cuando estaba Eugenio Toussaint ahí, cuando murió hubo problemas administrativos y despidieron a todos estos maestros y ellos crearon esta escuela que está en la Colonia del Valle en la Ciudad de México. Entré a un programa de jazz en esa escuela, teníamos clases de ensamble, de teoría y de instrumento. Ahí fue donde empecé a estudiar esto.

En esa escuela conocí Ian Klaus Sour, un guitarrista que también está en JazzUV, porque en mi ensamble éramos dos guitarristas, piano, bajo y batería. Hice muy buena amistad con él, estuvimos en ese curso alrededor de tres años. En esa escuela recibí clases de música con el maestro Pablo Wong, que falleció hace poco, era el director de la escuela; con el maestro Jorge Fernández, que es el encargado de batería de la Superior de Música; con Arturo Luna, el contrabajista; con Baldomero Jiménez y con otros maestros. Ellos me inculcaron la pasión y el respeto por la música, y ya dejó de ser solo un hobby y empezó a ser una disciplina, un objeto de estudio.

Mi maestro de instrumento era Juanjo López, el guitarrista de la Big Band Jazz de México, y un día me regañó muy fuerte porque llevaba las cosas que él me dejaba muy por encimita, un día se frustró y me dijo oye, ¿de verdad quieres dedicarte a esto? porque yo no veo que pongas la disciplina que se necesita, no tiene nada de malo si quieres hacer otra cosa, pero deja de gastar mi tiempo, tu tiempo y el dinero. En ese momento me cayó el veinte porque yo lo respeto mucho, él me enseñó todo lo básico y empecé a construir sobre eso, entonces como que me cayó una cubeta de agua fría, pensé según yo quiero hacer esto en serio y llega este maestro a decirme que no la estoy armando, entonces sentí todo el peso de lo que significa estudiar esto.

 

(CONTINÚA)

 

SEGUNDA PARTE: Noches de luna en Xalapa
TERCERA PARTE: Pang Trío

 

 

 

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