18/03/2021, Xalapa, Ver.- En la Universidad Veracruzana (UV) hay egresadas científicas que la posicionan en un lugar muy alto dentro y fuera del país, tal es el caso de María Yaneli Ameca Alducin, Alery Platas Villa y Tania Ochoa Miranda.
Entrevistadas a propósito del papel de la mujer en la ciencia y en la investigación, las profesionales narraron cómo ha sido su experiencia en este ámbito, donde según cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en México sólo el nueve por ciento optan por carreras científicas, tecnológicas, de ingeniería o matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), en comparación con el 28 por ciento de los hombres que las estudian, convirtiéndolas en profesiones con más estereotipos de género.
Y de acuerdo con la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), la composición de la matrícula en las universidades públicas y privadas, en el ciclo escolar 2011-2012, fue de un millón 627 mil 817 mujeres y un millón 672 mil 431 hombres, lo que significa que el 49.32 por ciento de la matrícula de educación superior nacional estaba compuesta por el sexo femenino.
Ante esta situación las entrevistadas dieron su punto de vista, basadas en sus historias personales.
Las puertas de la investigación están abiertas
María Yaneli Ameca Alducin, egresada del Doctorado en Inteligencia Artificial del Centro de Investigación en Inteligencia Artificial (CIIA) de la Universidad Veracruzana (UV), dijo que actualmente se vive una nueva era en que las puertas de la investigación están abiertas para las mujeres.
“Hay muchas becas especialmente para que las mujeres estudien maestrías y doctorados, incluso algunas las alientan a aplicar en trabajos para tener un mayor número de mujeres.”
Contó que en la compañía para la que actualmente trabaja en Australia fue la primera mujer científica que contrataron para hacer aprendizaje automático y optimización. Después emplearon a otras dos más y siguen abiertos a la posibilidad de emplear a más mujeres.
Alery Platas Villa, egresada de esta casa de estudios, recomendó a las jóvenes científicas en formación a que persistan, que avancen una lectura, una clase, pero que exista siempre ese movimiento intelectual que les hará interrogarse sobre el mundo, contexto, realidad inmediata; que reten al miedo, a lo normalizado, a lo que ya está y no permite cambiarse.
“Que la medida de su comparación sólo sea consigo mismas, no olviden que cada quien viene y vive contextos diferentes, que no olviden entender a la otredad.”
Al estar la ciencia en constante transformación, mencionó que deben permitirse equivocarse, tener errores o fracasos, porque cada uno de ellos es un acercamiento a su construcción, pero que esto no les haga estancarse, por el contrario, deben buscar lo perfectible, ser creativas e innovadoras.
“Que compartan, que nunca nieguen el conocimiento, que sean tolerantes a otras visiones. Que aprendan a darse tiempo libre para ellas cuando lo necesiten.”
Por su parte, Tania Ochoa Miranda, egresada de la Licenciatura en Danza Contemporánea de la UV, opinó que la investigación debe tratarse con la libertad y curiosidad de un infante que está descubriendo el mundo, preguntando el porqué de todo, para no asumir límites o brechas que se han formado con la historia de la sociedad y no por la naturaleza misma.
“Me considero una de esas mujeres que apenas está introduciéndose al mundo de la investigación, pero en mi corta experiencia he reconocido como lo más valioso aprender a confiar en las intuiciones, las cuales nos dan nuestra propia experiencia, abrazarlas y no soltarlas hasta encontrar los medios para sustentar esa sabiduría.”
Comentó que al conocer la historia de la ciencia se puede comprender por qué se había relegado a la danza, al cuerpo y a la mujer misma, a un papel secundario, invisibilizado o antagónico.
“Como nueva generación de mujeres investigadoras, nos toca trascender las barreras impuestas por la sociedad, y eso sólo se logrará llevando la ciencia y el arte.”
La rebeldía de cuestionar
Liebet Alery Platas Villa se desempeña en el ámbito de investigación en neuroética, disciplina que le ha permitido vincular dos disciplinas diametralmente diferentes: neurociencias y ciencias jurídicas.
“He hallado una gran cercanía entre ambas que permite asimilar la realidad de quiénes somos como individuos y como sociedad, su interacción e implicaciones.”
Compartió que siempre ha tenido la rebeldía de cuestionar, así que cuando buscó conocer el funcionamiento de las cosas acudió con su abuelo, quien le explicó la mecánica de los objetos; cuando quería entender el porqué de las cosas, interrogó a su padre.
“Él no me dio respuestas, me invitó a encontrarlas en los libros; sin embargo, mientras más leía intentando entender, más dudas acumulaba. Las respuestas que hallaba eran diversas, algunas contradictorias.
”Decidí ser metódica con mis ideas, así que las confronté y logré consolidar mi propio entendimiento sobre el mundo (un ejercicio que continúo realizando). La lectura encaminó mi curiosidad y me dio las llaves para abrir las puertas al mundo de la investigación.”
Dijo que continúa estudiando, al considerarlo un ejercicio de autodescubrimiento donde la curiosidad la invade, siembra preguntas, busca respuestas, germina información, la compara y selecciona.
Finalmente, construye –y en ocasiones deconstruye, eterno ejercicio– creencias, valores, aspiraciones, “la ciencia hace encontrarte a ti misma.
”Ahora son los tiempos que quizá las mujeres sufragantes pedían para nosotras, que Lisa Meitner, Rosalind Franklin o Hipatia hubieran sido dichosas de contemplar: sean visibles, confíen en ustedes, no se nieguen a sí mismas como científicas, pues lo son desde el momento en que se cuestionan sus creencias, lo académico, el mundo, ese es el primer paso del quehacer científico. No se queden ahí, avancen, las invito a que busquen respuestas.”
La danza y las neurociencias
Tania Ochoa Miranda, quien estudió Danza en la UV, contó que su interés por la neurociencia se dio cuando asistió a la conferencia dictada por Koncha Pinós-Pey, académica de esta universidad, donde habló de la neurociencia del bienestar y su relación con las artes.
“En esa conferencia encontré un punto de convergencia entre la danza, la educación, la investigación, la meditación y las artes en general, caminos que habían sido fundamentales para mi formación como persona, pero que no siempre lograba compaginar en mi quehacer profesional.”
Con su trabajo de investigación intitulado “Aportes de la neurociencia para la danza contemporánea”, buscó profundizar en los descubrimientos neurocientíficos que se relacionaban con la danza, para enriquecer el quehacer de los bailarines y para compartir estos descubrimientos con sus colegas.
“Quería exponer al público los descubrimientos que la neurociencia ha hecho sobre la danza. Brindándole un valor irremplazable y fundamental para la sociedad.”
Compartió que, al asumirse como investigadora, no buscaba hallar un nuevo descubrimiento científico ni relacionar –por primera vez– a la danza con la neurociencia. Su propósito fue compilar, estudiar y hacer accesible a su comunidad los diversos descubrimientos neurocientíficos que se relacionan con su profesión.
Dijo que a lo largo de su investigación encontró diversos obstáculos, uno de ellos y que la motivó a realizar este trabajo es la poca información por un tema con reciente auge y relativamente poco tiempo de estudio.
“Conocer el origen de la neurociencia me ayudó a comprender su flexibilidad para estudiar diversas perspectivas del ser humano, así como identificar las auténticas investigaciones neurocientíficas.”
Algoritmos evolutivos
María Ameca relató que su interés por la investigación se dio mientras cursaba la maestría, tomó la materia Cómputo Evolutivo, impartida por Efrén Mezura Montes (investigador de la UV). “quedé cautivada por los algoritmos evolutivos usados para resolver problemas de optimización”.
Realizó su tesis de maestría en minería de datos para analizar el prediagnóstico de cáncer de mama usando imágenes termográficas, teniendo como asesores a los investigadores Efrén Mezura y Nicandro Cruz Ramírez.
Posteriormente, estudió el doctorado en el Centro de Investigaciones en Inteligencia Artificial (CIIA), bajo la supervisión de ambos investigadores.
La primera meta que se trazó fue entender el problema planteado en su trabajo de investigación, así como hacer divulgación sobre el mismo, para ello se propuso dictar conferencias y publicar en revistas indexadas.
“Una de mis metas fue hacer un postdoctorado en el extranjero, con el objetivo de establecer conexiones con más científicos.
”Me rechazaron en diferentes postdoctorados, pero no me rendí y seguí postulándome hasta que finalmente fui aceptada en la Universidad de Adelaide, en Australia.”