A sabiendas que la reforma eléctrica impulsada por el Presidente López Obrador podría generar una crisis económica y de abasto de energía al tener que asignar mayores subsidios a la CFE, que limita la inversión privada en fuentes de energía limpia y favorece el monopolio estatal, a diferencia del pasado, esta vez su voto fue a favor sin cambiarle una coma.

Ayer, en la sesión de la Cámara alta, don Ricardo Ahued tuvo que decidir entre el futuro forzado que le ha impuesto la 4T y la congruencia de su causa social.

Desde el inicio de su gestión como Senador, don Ricardo ha insistido en la reclasificación de tarifas eléctricas para Veracruz y lamentó el trato diferenciado a la entidad en comparación con otras que ya recibieron beneficios de condonación. Cuestionó que no se resuelva la deuda de 167 millones de pesos que mantienen usuarios veracruzanos con la CFE, lo que no es ni el uno por ciento de lo que le condonaron a Tabasco, a quien el Presidente les perdonó 11 mil millones de pesos en este sexenio, además de que le dieron la tarifa 1F, la más baja del país.

Paradójicamente, su nueva militancia morenista ha puesto en riesgo su futuro político y la congruencia de sus palabras en el pasado. Hay historias que no se olvidan.

En octubre de 2015, en medio del escándalo creciente de corrupción y el colapso financiero de la administración de Javier Duarte, los diputados priistas en el Congreso local aprobaron la homologación del impuesto a la nómina, que consistía en incrementar de 2 a 3% las erogaciones de personal y eliminar el gravamen del hospedaje. Parte de estos recursos serían destinados a cubrir los pasivos que crecían como la espuma.

Todos los priistas votaron a favor, menos uno: Ricardo Ahued. De hecho, la crítica más feroz a la maniobra financiera de la administración duartista vino precisamente del ex alcalde y diputado federal quien acusó que el incremento del 2 al 3 por ciento al impuesto a la nómina no era más que un fondo de “evasión”, no de las empresas sino del estado.

“Quien diga que un 1% de impuesto más es muy poco, es que nunca ha dado empleo, ni ha pagado Infonavit ni IMSS”, expresó Ahued en medio del mohín de sus compañeros de bancada, quienes lo veían como un opositor infiltrado que habría traicionado la confianza de Fidel Herrera y Javier Duarte, quienes habían impulsado su meteórica carrera política.

Pero no era la primera vez que sucedía. Como diputado federal, también votó en contra de los la aplicación de los impuestos Empresarial a Tasa Única, de los Depósitos en Efectivo (IDE), de incrementar el IVA y vetó algunos artículos de la Ley Televisa que había pactado el PRI con el PAN.

A pesar de ello, su fama de imbatible en las elecciones, le permitió llegar al Congreso local por el PRI, donde en el ocaso del gobierno de Duarte se convirtió en el más duro opositor parlamentario. Antes del incremento al impuesto a la nómina, ya había votado en contra de otras reformas propuestas por el actual inquilino del Reclusorio Norte.

La animadversión de la clase política priista fue creciendo casi de la misma manera que su popularidad. Don Ricardo es el último priista que ha logró las más altas votaciones y ha duplicado el número de sufragios a sus competidores cuando fue candidato a la alcaldía, diputación federal y local. En la elección presidencial de 2018, incluso obtuvo ¡un millón 820 mil votos!, cinco mil más que el propio López Obrador y 153 mil más que el actual gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García. Nunca nadie ha alcanzado esa votación.

En una entrevista concedida al reportero Edgar Ávila de El Universal (Ricardo Ahued, “el apestado del PRI”, 27 de agosto de 2016), don Ricardo aseguró que “en las decisiones que he tomado, con valentía y arriesgando el pellejo, no me ha importado si voy en contra del PAN, PRI, PRD o Morena, porque yo quiero morir tranquilo y ser responsable de mis actos y no heredarlos a mi familia. Las decisiones que tomo no las tomo por el partido, sino por la conciencia y obedeciendo la voluntad ciudadana”.

Ya en Morena, Ricardo Ahued replicó algunos pasajes de su historia. Ha sido un crítico constante del gobierno municipal de Xalapa y de algunas decisiones tomadas por la administración estatal, lo que le ha valido –como antes- el rechazo de sus nuevos correligionarios, lo mismo del súper delegado federal, el Secretario de Gobierno o el coordinador de Morena en el Congreso local.

Sin embargo, aceptó las veleidosas decisiones del Presidente que ante el movimiento por las tarifas de luz decidió enviarlo un tiempo a la Dirección de Aduanas del SAT, donde se puso en duda su capacidad y honestidad. Contra su voluntad, hoy ha sido impuesto en la antesala de la candidatura a la alcaldía de Xalapa.

Su votación a favor de la contra reforma energética confirma que el diáfano plumaje del senador veracruzano empieza a mancharse en el pantano de la cuarta transformación.

Las del estribo…

1. Este miércoles, el Congreso federal autorizó la solicitud de licencia de los diputados Héctor Yunes Landa y Anilú Ingram Vallines. Ambos competirán en el proceso electoral local y llegarán al Congreso del estado. El rompecabezas priista de Veracruz empieza a tomar forma.

2. La nueva dirigencia estatal de Morena resultó ser una costosa planta de ornato. Sin estrategia ni estructura, le rezan a la santísima trinidad: el Presidente López Obrador, el Secretario de Gobierno y el súper delegado federal. ¿Quién les hará el milagro?