La urgencia de dinero nos coloca en un estado de vulnerabilidad al momento de atender ofrecimientos de crédito, la publicidad engañosa y la desinformación, hacen el escenario perfecto para convertirnos en víctimas de fraude; ponga atención.
Desde la puesta en marcha de la Jornada Estatal en Defensa del Patrimonio Familiar, el Barzón ha jugado un papel fundamental en la atención directa de la sociedad al recibir de viva voz las quejas y denuncias relacionadas con la problemática de los créditos.
La emergencia económica ciertamente ha disparado las cifras en materia de solicitudes de crédito, pero antes de éste episodio el acceso a financiamientos (en relación directa con la inclusión financiera) ya enfrentaba serios retos para dar atención a la población que no podía comprobar ingresos suficientes para ser sujetos de credibilidad en la viabilidad para el pago; aquellos que contrario a lo que se piensa, son los mejores “pagadores” y pocas veces fallan en el cumplimiento de sus obligaciones.
A la par de la demanda, una creciente oferta de créditos en efectivo inunda el mercado con su publicidad y propaganda asumiéndose como los más baratos, los de pagos más chiquitos, de mínimos requisitos y sobre todo los más rápidos para otorgar el dinero.
La justa competencia entre quienes buscan conquistar el mercado, si se encuentran legalmente reguladas no amerita mayor riesgo para el usuario salvo leer y entender el contenido de las clausulas de los contratos, estar ciertos de su capacidad de endeudamiento y no tomar obligaciones cuyo cumplimiento rebase lo razonable, de tal suerte que no ponga en riesgo el sustento familiar, pues ello podría llevar a la contratación de más deuda para cubrir ahora las necesidades básicas. Lo cual no debe ser la finalidad de un crédito, pues un crédito que empobrece no cumple con el objetivo para el que fue pensado.
Pero el verdadero riesgo para la población es caer en manos de estafadores; es decir aquellas financieras fachada que no existen legalmente, que por lo mismo no están reguladas y que operan bajo la modalidad de créditos exprés, al prometer lo que ninguna otra financiera pudiera cumplir, a cambio de muy mínimos requisitos pero con un distintivo común que no está permitido por las leyes, y que en adelante debe ser la regla de oro para identificarlas como defraudadoras: piden dinero por anticipado para poder dar el anhelado préstamo.
Y es que en los últimos días, a través de nuestros medios de contacto hemos estado recibiendo alertas y consultas sobre personas que dicen haber recibido el ofrecimiento de un préstamo exprés, pero en lugares aparentemente establecidos en finos locales comerciales o exclusivas zonas y torres de negocios en la ciudad de Xalapa. Los defraudados viven un calvario entre la fiscalía, y diversas instancias para intentar recuperar su dinero, (el que les pidieron como enganche) pues a su vez lo pidieron prestado creyendo que podrían reponerlo.
¡Nada más reprochable en estos tiempos que abusar de este modo! De igual manera el día de ayer una llamada de alerta solicitando se aborde el tema de las auto financieras que sí se encuentran reguladas, pero que su negocio es simular lo que pareciera un proceso natural de trámite. Y que consiste en que piden al cliente abonar nueve mensualidades antes de recibir el préstamo, después de rebasado el plazo y de un par de aplazamientos injustificados para colmar la paciencia de cualquiera el cliente pide la recisión del amañado contrato pues solo le será posible recuperar un porcentaje de lo invertido.
Así que al igual que con el covid-19 no hay que “bajar la guardia” y asesorarse antes de aceptar un crédito sospechoso para evitar ser víctimas de un fraude.
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