La espiritualidad, la belleza y el erotismo, son aspectos que se entrelazan en los nudos de la práctica japonesa conocida como “Shibari”, que consiste en ataduras con fines estéticos y hasta espirituales, que actualmente empieza a cobrar fuerza en el estado de Veracruz.
Daniela del Ángel cuenta que la idea de la belleza de un cuerpo atado delicadamente, presionando ciertos puntos puede ser una forma de unir a las parejas, pero también un acto en solitario que permite la introspección y la meditación.
Hace 10 meses comenzó como una mera curiosidad que se ha convertido ya en parte de la vida de la estudiante de la Facultad de Psicología; ha tomado cursos sobre esta práctica que para ella tiene un interés espiritual.
“Algunas personas al estar atadas entran en un estado de trance y eso los ayuda; en mi caso la meditación no me funciona pero el atarme, estar conmigo misma, con mi cuerpo y las cuerdas me ha funcionado muy bien a manera de meditación”.
Anteriormente, esto era usada para atar a los guerreros capturados en Japón a fin de evitar su escape e identificar a través de los nudos el tipo de familia de la cual provenían y otras características.
Poco a poco esto migró a otras actividades como la atadura de vasijas y regalos que son presentados de forma muy decorativa. Luego fue retomada por la industria pornográfica al ser tomado como el “bondage”, con objetivos más sexuales; sin embargo, se trata de un arte de atar los cuerpos, que son vistos como un lienzo.
Daniela cuenta que para esta práctica en pareja se necesita a una persona que será atada y a un “rigger” o atador, que deben conocerse y tenerse confianza; deben mantener comunicación todo el tiempo y saber que existen sitios que no deben tener nudos porque se trata de zonas sensibles como las ingles, axilas, detrás de las rodillas y codos; y otros que son puntos erógenos o que sirven como puntos de “acupuntura”.
“El mismo amarre no puede estar más de 20 ó 30 minutitos sobre el cuerpo por la irrigación de la sangre porque podría ser algo riesgoso (…) se usan cuerdas principalmente de algodón, de yute tratado, cáñamo, lo que se busca es que la piel no sea lastimada”.
Cada sesión puede durar hasta dos horas, en donde la cuerda se teje entre el cuerpo que es decorado con figuras estilo “macramé”; cuando se trata de una práctica más sensual se pueden aplicar algunos nudos en el cuello, los pechos, las piernas y los pies.
A la joven de 26 años le gusta combinar “Shibari” con inciensos, luces tenues y música relajante; los más experimentados incluso usan bambú para la suspensión de personas, aunque en este caso sólo se puede mantener la posición durante 20 minutos.
“Hay personas que pagan para que las amarren, otros pueden ofrecer paquetes de amarre con sesión fotográfica o bien las ataduras acompañadas de un masaje, estos servicios tienen un costo variable de entre 400 y 600 pesos por sesión”.
Actualmente en Xalapa hay personas interesadas en esta práctica entre personas de 20 a 35 años, y a pesar del interés en los cursos y talleres del “Shibari” son los hombres quienes asisten en mayor número que las mujeres, lo cual Daniela considera es debido a los tabúes alrededor de esta disciplina.
Ante ello, Daniela asegura que las ataduras no están limitadas a lo sensual y diferente a o que se cree no existe acoso u hostigamiento dado que se trata de una práctica en la que se privilegia el diálogo y el respeto a quien será atado. Por eso muestra parte de lo que hace a través de Instagram en su perfil “Mialterego”.
AVC
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