Se cansó de repetir, dia con día, que le urgía regresar a sus mañaneras, que Olga Sánchez Cordero hacía bien las cosas, pero que no había alguien mejor que él para polemizar, y a su vez, dictarle agenda a los medios de comunicación desde muy temprano. “Voy a regresar recargado, ya verán”, dijo a su personal médico.

Durante su confinamiento en Palacio Nacional por Covid19, el Presidente, ansioso y arrebatado, pedía hablar con su círculo más cercano para solicitarles mayor intensidad en las conferencias matutinas. “Su desesperación por no poder ser él quien respondiera a los ataques lo tenía fúrico”, me comentaron.

Le precisaba regresar a sus mañaneras; necesitaba atizar fuerte y dejar claro que, de ahora en adelante, se le iría encima a cualquiera en el afán de cuidar su mayoría legislativa en la próxima elección. AMLO retornó notoriamente empecinado en polarizar, enojado, y por ello, recurrió a temas polémicos, como su increíble negativa a usar cubrebocas.

López Obrador reapareció bastante más morenista que Presidente. Es un AMLO en campaña; un AMLO al que no le importa verse testarudo si eso puede llevarlo a conservar las cámaras. “En su encierro, no dejaba de pedir llamadas con Marcelo Ebrard, Arturo Herrera, Olga Sánchez, Jesús Ramírez y Mario Delgado”, me hacen saber.

Pasaron los días y AMLO recorrió su habitación como “león enjaulado”. Cuando se llegó el fin de semana previo a reaparecer en las “mañaneras”, (ya con su prueba negativa de Covid), todo su cuerpo médico, incluyendo a López-Gatell y Jorge Alcocer, le recomendaron salir con mascarilla y usarla en lo subsecuente. Los paró en seco.

“La única vez que habrán de verme con cubrebocas fue en ese paseo que di aquí afuera, y donde se dieron vuelo los medios difundiendo mi video caminando”, reclamó a todos los ahí presentes. “Nunca más me verán usarlo, a menos que salga del país, y ya no pretendo hacerlo”.

Cuentan en Palacio Nacional que después de su contagio, AMLO se muestra más desconfiado que de costumbre y menos tolerante con su equipo de trabajo. “Y si me contagio de nuevo pues que así sea; me tiene sin cuidado, hierba mala nunca muere, no necesito cubrebocas, ni sueñen verme con él”, y se carcajeó, fiel a su costumbre.

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