Cada día la ciencia nos trae noticias novedosas que nos permiten conocer un poco más en detalle el mundo en el que vivimos. Entre uno de sus anuncios más recientes, ha estado la revelación de que algunas plantas carnívoras son capaces de generar sus propios campos magnéticos al alimentarse.

Detrás del estudio que ha revelado esta información estuvieron los investigadores alemanes Anne Fabricant, Geoffrey Z. Iwata, Sönke Scherzer, Lykourgos Bougas, Katharina Rolfs, Anna Jodko-Władzińska, Jens Voigt, Rainer Hedrich y Dmitry Budker. En enero, los resultados de su investigación se publicaron en la revista en línea Scientific Reports.

Gracias a ellos, sabemos ahora que las famosas Venus Atrapamoscas, científicamente conocidas como Dionaea muscipula, no solo son carnívoras, sino que también tienen impulsos eléctricos naturales en sus tejidos. En general, esto no es raro en seres vivos como los animales o los propios humanos. No obstante, en plantas estas ocurrencias siguen siendo una noticia llamativa.

Estas plantas carnívoras generan sus propios campos magnéticos

A estas alturas, la ciencia ya nos ha permitido conocer cómo actúan las Venus Atrapamoscas y qué trucos utilizan para alimentarse. Pero, ahora, con la nueva información tenemos acceso a una perspectiva del proceso que antes ni nos imaginábamos.

Gracias a esto, sabemos que, luego de que la planta haya atraído a la presa hasta sus fauces, al momento de atraparla a su alrededor se genera un pequeño campo magnético como respuesta al movimiento de la Venus.

Para poder detectar esto Fabrican, la líder del estudio, y sus colegas trabajaron con sensores de vidrio denominados “magnetómetros atómicos”. Estos son unos de los más novedosos equipos existentes para la medición de campos magnéticos. En la actualidad, fue exactamente gracias a su precisión y adaptabilidad que estos dispositivos colaboraron con la detección de las leves señales magnéticas en las plantas carnívoras.

¿Y para qué sirve esto?

Para poner en perspectiva la potencia de los campos magnéticos de las plantas carnívoras, podemos compararlo con aquel que rodea a la Tierra. Este es más de un millón de veces más fuerte que el que rodea a las Venus Atrapamoscas.

Con esto en mente, podemos entender que ambos, a pesar de ser campos magnéticos, definitivamente no cumplen las mismas funciones. De hecho, con una intensidad tan baja, las señales magnéticas de las plantas carnívoras no sirven como medios de defensa.

Por este motivo, Fabricant y sus colegas consideran que la generación de estos campos nos es un medio para un fin, sino la consecuencia de un proceso. En pocas palabras, como explicación plantean que las señales solo se liberan cuando la planta se mueve para atacar a su presa y atraparla entre sus hojas. Para esto, pequeños impulsos eléctricos la instan a movilizarse. Y, justamente de ellos proviene la energía necesaria para la generación de un leve campo magnético.

¿Las Venus Atrapamoscas son las únicas plantas con estas capacidades?

No. Hasta la fecha, al menos otras dos especies de plantas también han mostrado señales de poseer biomagnetismo –la generación de corrientes eléctricas y campos magnéticos en organismos vivos como animales, humanos y también plantas–. Pero esto no evita que el descubrimiento marque una situación altamente particular en el mundo de la flora.

Después de todo, son ahora solo tres especies en todo el mundo las que han mostrado tener esta capacidad: las Venus Atrapamoscas, un tipo de alga unicelular y una especie de planta de frijoles.

Ahora, la siguiente meta de los investigadores es medir otras plantas para poder detectar más campos magnéticos como los de las carnívoras. Incluso, esperan poder aprovechar los avances de la tecnología para detectar y medir hasta señales más débiles que las de este último descubrimiento.

De hacerlo, se estaría abriendo camino a todo un nuevo campo de investigación biomagnética en el mundo de las plantas. Un área que, hasta ahora, se ha mantenido casi completamente inexplorada.

tekcrispy.com

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