Trump es sólo un síntoma de la enfermedad. Lo que se vivió en la toma del Capitolio en Estados Unidos no tiene que ver con los privilegiados de la elite política y económica de ese país. Tiene que ver con el miedo y el racismo de una clase baja y media baja, blancos y pobres, que creen ser el corazón de la nación norteamericana, llena de prejuicios, acompañada por una clase media e hiper reaccionaria, contra todo lo que amenace el status-quo de su ideal de supremacía blanca.

Paradójicamente en esta descripción y análisis no se incluyen a la elite educada y politizada de Estados Unidos. Resulta significativo que la gran mayoría de ese sector son demócratas y, además, que los republicanos educados se han vuelto menos conservadores y más liberales frente a un lenguaje de odio y racismo.

Trump sólo atizó esa llama. Frente a ese enojo y malestar de una clase baja y media baja que ve el mal en todo lo que viene del extranjero y la inmigración, Trump, como un verdadero populista, sólo aprovechó esa ira y la siguió reflejando en su lenguaje.

El populismo de todos los colores y latitudes se agarra de una realidad, de un enojo o un malestar que está presente y que crece, conforme crece la ignorancia, como un caldo de cultivo. Y eso ha sucedido muchas veces a lo largo de la historia.

Al contrario, en México, es la élite económica y privilegiada, desde su ignorancia y sus prejuicios, la que está identificando una similitud entre ambos presidentes, algo que no está sustentando en la realidad, o por lo menos, no con la similitud que algunos quieren crear sólo en el discurso.

En México los privilegiados se unen en contra de quien está amenazando sus privilegios. Pero las clases bajas y medias bajas mexicanas no están defendiendo al presidente AMLO porque tengan miedo a perder sus condiciones de vida, simplemente porque en México las clases bajas siempre han estado mal.

Trump unió a los sectores menos educados y más prejuiciosos de Estados Unidos en contra de la democracia y al pensamiento liberal. Y en eso, la élite económica y política norteamericana no lo acompañó y lo fue dejando solo.

En México ha sucedido exactamente al revés. Los sectores menos educados y más desfavorecidos social y económicamente siguen estando desideologizados y apolíticos. No tienen nada que perder. Mientras que las élites económicas y sociales más privilegiadas quieren ver sus intereses amenazados, lo cual en gran parte es sólo una especulación y prejuicio en sus pobres cabezas.

Un sector conservador, pobre, mal educado, radical, racista, prejuicioso, antidemocrático e ideológico de Estados Unidos, fue manipulado y utilizado por un presidente populista, como todos los populismos de la historia. Mientras los sectores más educados, sean demócratas o republicanos, han defendido las instituciones y democracia de su país, incluyendo a las poderosas élites económicas.

En México no hay esa realidad, por más que el miedo enceguecedor de nuestras élites económicas (esas sí mal educadas, conservadoras y muy prejuiciosas) quieran ver lo contrario y estén apostando a un paralelismo, como una profecía autocumplida.

Recordemos que el lenguaje crea también la realidad. No apostemos a crear realidades que sólo existen en la imaginación y fantasía de unos cuantos que pretenden regresar a las condiciones de privilegio que los hacían irracionalmente más ricos.

Contextos:

El día de ayer, 12 de enero, en Veracruz se puso la primera vacuna contra el SARSCov2 (que causa la enfermedad Covid19).

Independientemente de quién tiene el mérito, si los investigadores que la inventaron, los laboratorios, los gobiernos nacionales o locales, este hecho (a menos de un año de haber iniciado la pandemia) es un evento que hay que celebrar y nos da esperanzas frente a una de las mayores crisis sanitarias que hemos enfrentado los seres humanos en la historia.

Durante enero se vacunará al personal de salud, y entre febrero y junio a toda la población.

Estoy contento y agradecido.