Entre los casos de COVID-19, los niños de menos de dos años solo suponen un pequeño porcentaje, una tendencia que desconcierta a los científicos. Se acumulan resultados que apuntan a la misma respuesta: el sistema inmunitario de los niños parece mejor equipado para eliminar el SARS-CoV-2 que el de los adultos.
«Los niños están muy adaptados para responder a los virus nuevos, y muy bien dotados para ello», nos comenta Donna Farber, inmunóloga de la Universidad de Columbia en Nueva York, Estados Unidos. Incluso cuando están infectados con el SARS-CoV-2, lo más probable es que pasen una enfermedad leve o asintomática.
Otra clave para explicar la diferencia entre la respuesta infantil contra el virus y la de los adultos es que algunos niños presentan síntomas de COVID-19 y anticuerpos específicos contra el SARS-CoV-2, pero nunca dan positivo para el virus en las pruebas estándares por PCR. En un estudio, tres niños menores de diez años de la misma familia generaron anticuerpos contra el SARS-CoV-2 y dos de ellos llegaron a mostrar síntomas leves. Pero ninguno dio positivo en la PCR, a pesar de hacerse 11 pruebas en 28 días mientras estaban en contacto estrecho con los padres, que sí habían dado positivo.
Una respuesta rápida
En cuanto el sistema inmunitario de los niños ve el virus, «monta una respuesta inmunitaria rápida y eficaz que lo bloquea antes de que consiga replicarse lo suficiente para dar positivo en la prueba diagnóstica de la torunda», propone Melanie Neeland, la inmunóloga que estudió a la familia en el Instituto Murdoch de Investigación Infantil en Melbourne.
En los estudios se describe que la tasa de positivos por PCR oscila entre el 29 y el 50 por ciento,incluso entre los niños que, a consecuencia de la infección por el SARS-CoV-2, padecieron la grave pero rara complicación denominada síndrome inflamatorio multisistémico.
Farber nos comenta que la especificidad de los anticuerpos que sintetizan los niños nos da pistas de lo que está ocurriendo. Junto a sus colaboradores, en un estudio con 32 adultos y 47 niños de 18 años o menos, encontró que los niños fabricaban sobre todo anticuerpos contra la proteína espícula, o S, que el SARS-CoV-2 utiliza para entrar en las células. Los adultos generaron anticuerpos equivalentes, pero también otros contra la proteína de la nucleocápsida, que es esencial para la replicación del virus. Según Farber, solo se libera una cantidad significativa de esta proteína cuando el virus se ha extendido por el cuerpo.
También observó que los niños carecen de anticuerpos específicos contra la nucleocápsida, lo que sugeriría que la infección no está muy extendida. Así pues, la respuesta inmunitaria infantil sería capaz de eliminar el virus antes de que consiga replicarse en gran cantidad.
Sistema inmunitario adaptativo frente a innato
Farber plantea que la razón por la que los niños logran neutralizar el virus es que sus linfocitos T están relativamente intactos. Estas células forman parte del sistema inmunitario adaptativo del organismo, que aprende a reconocer los patógenos con los que se va topando. Dado que la mayoría de los linfocitos T de los niños están intactos, Farber piensa que responderían mejor ante los virus nuevos, un fenómeno que está estudiando con más detalle.
Pero otros resultados apuntan a que no va a ser tan simple: en un estudio de pacientes con la COVID-19 formado por 65 niños y jóvenes menores de 24 años, junto con 60 adultos, se halló que estos últimos, a diferencia de los primeros, montaban una respuesta fuerte de linfocitos T contra la proteína S del virus. Pero Farber arguye que en ese estudio se midió la respuesta de los linfocitos T de memoria (mucho menos abundantes en los niños) en vez de la actividad de los linfocitos T vírgenes.
La capacidad de los niños para neutralizar el virus podría relacionarse también con tener una respuesta inmunitaria innata muy fuerte desde el nacimiento, nos propone Alasdair Munro, que estudia las enfermedades infecciosas infantiles en el Hospital Universitario de Southampton: «Se ha llegado a sugerir que la rapidez e intensidad de la respuesta inmunitaria innata podría protegerlos al comienzo de la infección». Añade también que se trata de un efecto difícil de estudiar y que obliga a preguntarse por qué no se ve con otros virus que provocan enfermedades infantiles graves.
Otros factores
Los niños también constituyen el principal reservorio de coronavirus estacionales que ocasionan el resfriado común. Algunos investigadores han propuesto que los anticuerpos contra ellos conferirían algún tipo de protección ante el SARS-CoV-2, pero Munro nos dice que hay resultados de todo tipo.
Mientras tanto, los datos indican que los niños expuestos al virus reciben una dosis menor que los adultos porque contienen en la nariz menos receptores de tipo ACE2 (los que el virus utiliza para entrar en las células). Para muchos investigadores, esto también explicaría por qué la COVID-19 es menos prevalente en los niños que en los adultos.
Munro cree poco probable que haya una única explicación para que la COVID-19 parezca afectar menos a los niños que a los adultos: «La biología no suele ser tan simple».
Fuente: investigacionyciencia.es
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