El PAN, PRI y PRD están por formalizar una alianza para hacerle contrapeso en el nivel federal al apabullante obradorismo en la Cámara de Diputados, y para disputarle a Morena en estados y municipios algunas de las principales parcelas de poder.
Los líderes panistas, priistas y perredistas suponen que con el sólo hecho de que sus partidos se coaliguen será suficiente para derrotar a la fuerza política gobernante.
Pero a casi seis meses de las elecciones pareciera que en las cúpulas azules, tricolores y amarillas aún no tienen totalmente claro el “por qué” y el “cómo” de esa estrategia para quitarle a Morena la mayoría de diputados en el Congreso de la Unión y ganarle las principales gubernaturas y alcaldías, pues aún deben de resolver dos elementos clave: el “quiénes” y el “para qué”.
Y es que, si al final resulta que los candidatos de la alianza tripartita son los mismos políticos de siempre bajo siglas distintas, difícilmente las cosas cambiarán en las próximas legislaturas federal y local y en los municipios, ya que una vez ganada la elección se presume que, como siempre, cada quien privilegiará sus intereses personales o de grupo.
De ahí que entre la sociedad civil exista gran expectativa por ver si esa potencial coalición PAN-PRI-PRD integra candidaturas auténticamente ciudadanas o postula a sus militantes más honestos y presentables, ya que no se trata sólo de hacer que Morena pierda sino que México y Veracruz ganen con las mejores propuestas.
En Xalapa, por ejemplo, sorprende que el diputado local del PAN, Sergio Hernández, pretenda ser postulado nuevamente a la alcaldía de Xalapa, cuando hace apenas tres años, en la sucesión municipal de 2017, fue rechazado rotundamente por el electorado capitalino pese a la dispendiosa campaña que financió desde el Congreso del Estado cuando presidía la Junta de Coordinación Política.
En esa ocasión se atribuyó la causa de su derrota a la confrontación que sostuvo con su ex compañera de partido y bancada Cinthya Lobato Calderón, actual presidenta del nuevo partido local Unidad Ciudadana, quien al reclamarle el uso de los recursos de su grupo legislativo le echó en cara a “Checo” Hernández sus adicciones por las drogas, el alcohol, las mujeres y el dinero público.
En aquella ocasión, muchos llegaron a suponer que después de esa amarga experiencia el cuestionado legislador panista habría aprendido la lección y cambiado de conducta, pero este fin de semana demostró que aparentemente sigue siendo el mismo.
Y es que, en plena pandemia, el aspirante del PAN a la alcaldía de Xalapa fue exhibido por organizar la noche del pasado viernes una concurrida fiesta privada –¡hasta con el diputado morenista Nahúm Álvarez, de “colado”!– en un restaurante de su propiedad, el cual, ante las denuncias de sus vecinos, fue sancionado por las autoridades municipales de Morena que montaron un espectacular operativo policiaco.
Entre sus invitados a dicho reventón, según trascendió, se hallaba su mano derecha Carlos “Chico” Fuentes Urrutia, su ex operador financiero en la pasada LXIV Legislatura local, que según la ex diputada Lobato Calderón le proveía chicas guapas, los mejores vinos y hasta polvos mágicos, todo con cargo al Poder Legislativo, presumiblemente.
¿Acaso los líderes del PAN, PRI y PRD que pretenden postular un candidato común a la alcaldía xalapeña de veras creerán que con Sergio Hernández podrían sacar a Morena del palacio municipal? ¡Que hablen las encuestas!