“Por mi raza hablará mi espíritu”
Con más de 73 mil casos de Covid19 en una semana –récord desde el inicio de la pandemia en México-, los hospitales están saturados, hay falta de personal médico y millones de mexicanos han salido en tropel a las calles, trabajos y plazas comerciales. Las cifras oficiales, aun lejos de la realidad, confirman que el rebrote será más intenso que en el pico registrado en los meses de junio y julio. La pandemia está fuera de control.
Ante el caos, el gobierno federal busca una salida política, no sanitaria: monopolizar el proceso de vacunación y desechar el semáforo epidemiológico.
En lo que tendría que ser una acción coordinada para una cobertura inmediata del plan de vacunación, el Presidente ha decidido ejercer el monopolio de la vacuna y evitar que los gobernadores adquieran sus propios lotes de la pústula. Si bien no puede prohibir que los mandatarios ejerzan su autonomía, el gobierno federal tendría el control de los convenios con farmacéuticas y el control de las aduanas para su ingreso. Si alguien salvará la vida gracias a la vacuna, es algo que deberá agradecer sólo al cuatroteísmo, parece ser la absurda consigna presidencial.
Por el otro lado, el epicentro de la pandemia se encuentra en el corazón del morenismo: la Ciudad de México; por ello, el gobierno decidió declararla en “estado de alerta” y rechazó volver al semáforo rojo, lo que implicaría el cierre de actividades laborales y comerciales en plena temporada navideña. “Es irrelevante el color” aseguró López-Gatell al dar a conocer que se les descompuso el semáforo. Ahora será responsabilidad de la gente, y no del gobierno, la forma de enfrentar la pandemia.
Hasta ahora el semáforo epidemiológico se utilizó como un mecanismo de control político y de las actividades económicas. Si bien todos los estados iniciaron en rojo, la mayoría fueron avanzando conforme a los intereses del Presidente. Las autoridades intentaron imponer la percepción de que el país iba mejorando en el manejo de la pandemia a partir del semáforo epidemiológico y no de las cifras de muertes y contagios. Con contadas excepciones, los estados no volvían al color anterior sin importar si tenían un rebrote como sucede actualmente.
Según las cifras dadas a conocer hasta este sábado, el país alcanzó una cifra récord en el número de casos por la covid-19, con un total de 73 mil 41 en la semana del 6 al 12 de diciembre, siendo el viernes el día con mayor número registrado: 12 mil 253, desde que comenzó la epidemia, el 27 de febrero. Por quinto día consecutivo México superó 11 mil casos registrados en su reporte diario y por segundo día consecutivo, los 12 mil; previo a estas cifras, ya en la semana del 21 al 28 de noviembre se había alcanzado un récord de contagios, con un total de 68 mil 68. Es decir, en este momento el país se encuentra en el verdadero pico de la pandemia.
Esto ha vuelto a poner en un riesgo sumamente grave al sistema de salud pública. En muchos estados, los hospitales vuelven a saturarse y escasea el personal médico. Esta misma semana, el estado de Veracruz envió a la capital de país a personal de salud para reforzar la atención de pacientes que desbordan las pocas camas disponibles que quedan.
Las cifras son una pesadilla. Entre el 21 de febrero y el 21 de septiembre se confirmaron un total de 114 mil 410 casos de covid-19 en personal de salud, es decir, 537 al día; eso significa que, durante los últimos 7 meses, 22 profesionales de salud se contagiaron cada hora, según datos de la Secretaría de Salud federal. En el mismo periodo se confirmaron mil 547 defunciones de personal de salud, lo que equivale a siete cada día. A estas cifras hay que sumar los meses de octubre y noviembre, así como el brote que vivimos nuevamente.
Mientras tanto, el gobierno federal y los gobernadores mantienen su lucha política por la pandemia de cara a las elecciones del próximo año. El Presidente insiste en mantener el monopolio de las vacunas –como lo tuvo en su momento de las pruebas de Covid-, como una forma de proclamarse como el redentor de la pandemia. A eso obedece los anuncios aventurados sobre aprobación de las vacunas, la compra de estas en el extranjero y el próximo plan de vacunación.
El jueves pasado, el Subsecretario López-Gatell aseguró que los gobiernos de los estados no podrán comprar sus propias vacunas contra la Covid-19 y que las entidades deberán sujetarse al plan de vacunación nacional, luego de que el gobernador de Tamaulipas, Francisco Javier Cabeza de Vaca, anunciara que los mandatarios de la Alianza Federalista analizan comprar directamente las vacunas contra Covid-19 para sus estados.
Pero la restricción no sólo es para los gobernadores. El funcionario también dijo que los mexicanos no podremos elegir el tipo de vacuna contra Covid-19 que se nos aplicará, debido a que las dosis que desarrolla cada laboratorio llegarán a México en diferentes fechas y nos se distribuirán de manera equitativa.
De esta forma, el gobierno decidirá cuándo, cómo y qué vacuna nos será administrada. La suerte de los mexicanos en manos de un gobierno obsesionado por el poder.
Las del estribo…
1. El ameno agasajo que a ritmo de banda realizaron los diputados panistas la noche del viernes –entre ellos el ínclito legislador de Morena, Nahum Álvarez Pellico-, sólo confirmó dos cosas: que los panistas ya ven a la ciudad como de su propiedad donde las reglas no les aplican, y que la autoridad municipal sólo actúa por consigna. Decenas de establecimientos están abiertos sin que nadie los moleste. Son lo mismo, sólo cambian su condición de reses y carniceros, según la elección.
2. Al sorteo del avión presidencial le sigue saliendo pus. Sin explicación alguna, la Lotería Nacional ajustó a la baja el número de boletos vendidos y el monto obtenido del sorteo del pasado 15 de septiembre. La diferencia es de un millón de boletos no vendidos y 520 millones de pesos nuevos, lo que se dijo había sido un “exitazo”.