Como decía Ripley “Aunque usted no lo crea”. Y en efecto lector, quizá te cueste trabajo asimilarlo, pero el gobernador Cuitláhuac García Jiménez subió en las encuestas de noviembre que realiza Arias Consultores y eso es noticia. ¿Qué tanto subió? Un escaloncito, una cosita de nada, una madrecita de este tamaño, pero subió. Y para efectos mediáticos eso es lo que cuenta.
Por meses estuvo anclado en el lugar 31 de 32 gobernadores encuestados, apenas con el 11.2 por ciento de aprobación. Y de ahí no se movió hasta este noviembre en que la fortuna le sonrió y lo colocó en la posición número 30 (a dos escalones del desfiladero) con el 15.9 por ciento de aceptación.
¿A qué se debe esta fuga hacia arriba?
¿Es que acaso mejoró la seguridad? ¿Bajaron exponencialmente los delitos de alto impacto? ¿Retrocedió la pandemia? ¿Ya hay empleos? ¿Se acabó el nepotismo y el tráfico de influencias? ¿La opacidad dio paso a la transparencia? ¿Los servicios de salud son como en Dinamarca? ¿Será que al fin llegó la inversión pública y privada?
Nada de eso, Veracruz está peor que cuando Cuitláhuac subió al poder y eso tiene que saberlo hasta el propio Cuitláhuac. Tan es así que el aumento del 4.7 por ciento que le da Arias Consultores no es la gran cosa sino una miserable bicoca.
El problema es que de ahí no pasa. La última vez que estuvo más o menos a mitad de la tabla antes de desbarrancarse, fue en octubre del 2019 cuando ocupó el lugar 25 de 32 evaluados. En esa ocasión el 63 por ciento de los veracruzanos reprobaron su gestión. Ahora la reprueban el 84.1 por ciento con todo y el brinquito que dio.
Por su parte, consulta Mitofsky (que cayó de mi gracia desde tiempos de Fidel Herrera) lo califica con números más extravagantes, pero con resultados igual de raquíticos. En septiembre Cuitláhuac tenía una aceptación del 35.9 por ciento. En octubre subió a 37.3 y en noviembre la calificación que recibió fue del 40.3 por ciento. Es decir, tuvo un aumento del 3 por ciento en relación al mes anterior.
¿Qué tanto seguirá subiendo?
Si alguien piensa que en los casi seis meses que faltan para que los veracruzanos vayan a las urnas, García Jiménez repuntará lo suficiente para ser factor a favor de Morena qué equivocado está. Verlo en el sitio 28 de la tabla de gobernadores será un triunfo a su mediocridad e ineptitud. Y es que nadie apuesta a que suba más. De hecho y para como está Veracruz, la pregunta no debe ser qué tanto seguirá subiendo, sino cuánto seguirá bajando.
Aunque haya ascendido un 3 y un 4.7 por ciento, Cuitláhuac está en el hoyo por segundo año consecutivo al ser calificado como uno de los peores gobernadores del país. Que a dos años esté peor evaluado que Fidel, Javier y Miguel Ángel en ese mismo lapso de tiempo, debe ser una afrenta para su padre político Andrés Manuel López Obrador que lo escogió para el cargo.
Pero en Palacio de Gobierno no lo quieren ver así y están tomando como un triunfo el resultado de esta última encuesta del año. “Vamos bien, muy bien. De seguir así nuestro gobernador estará entre los diez mejor calificados para mayo”, me dijo uno de sus cercanos.
Ándele pues.
Cuitláhuac va mal, muy mal, preocupantemente mal y lo que dicen las encuestas es que volvió a reprobar. Se me figura al niño que en la escuela saca cincos y cuatros, pero el último mes de clases saca un seis y piensa que con eso aprobó.
Lo malo, reitero, es que en Palacio de Gobierno no ven las cosas como son; ven en esos puntos porcentuales la señal de arranque hacia arriba en aceptación y popularidad de García Jiménez.
Dios ha de querer que con tanta altura como ganó en noviembre, no se nos vaya a marear el señor gobernador.