Un informe aseguró que decenas de miles de personas están muriendo de COVID-19 en Corea del Norte, confinados en campamentos secretos de cuarentena administrados por el régimen de Kim Jong-un, que asegura que el país no ha registrado ningún caso de la enfermedad.
A los informes se suma el escepticismo de Corea del Sur, cuya ministra de Relaciones Exteriores, Kang Kyung-wha, dijo el sábado en una conferencia de seguridad en Medio Oriente que le resulta “difícil de creer” que no haya habido un brote en Corea del Norte.
En el marco del Diálogo anual del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) en Bahrein, Kang Kyung-wha agregó que numerosos indicios muestran como Pyongyang está muy concentrado en controlar la enfermedad que dice no tener. Según reportó de Channel News Asia, la ministra describió a la situación como “un poco extraña”.
Un día antes, un medio de comunicación especializado en Corea del Norte pero basado al sur de la frontera, Daily NK, afirmó que más de 50.000 personas murieron en las “instalaciones de cuarentena COVID-19” establecidas por el régimen del dictador norcoreano.
La publicación, dirigida principalmente por desertores norcoreanos conocidos por ser muy críticos con el régimen de Kim, afirmó que casi 4.200 soldados norcoreanos se encuentran entre los que han muerto en los supuestos campos, muchos de los cuales están dirigidos por los mismos militares.
El medio estadounidense Washington Times intentó verificar el informe sin obtener respuestas, mientras que un reputado experto en Corea del Norte dijo que este debería ser analizado con una mezcla de escepticismo y seriedad.
“Tenemos que ser escépticos con estos informes, pero si son ciertos, debemos estar atentos”, dijo David Maxwell, exoficial de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos de la Fundación para la Defensa de las Democracias en Washington.
“Estas condiciones podrían llevar a una inestabilidad significativa dentro de Corea del Norte y a la toma de decisiones de acción de crisis por parte de Kim Jong-un”, dijo Maxwell en comentarios que circularon por correo electrónico el domingo.
Este no es el primer documento que hace referencia a los campos. En noviembre, un informe de la ONG Helping Hands Korea, con sede en Seúl y dirigido por el activista cristiano Tim Peters, refirió también a su existencia.
En una entrevista con el South China Morning Post (SCMP), Peters dijo que estaba “alarmado” la situación. Añadió que depende de las familias de los ciudadanos en cuarentena ir al borde de los campamentos y llevarles comida para mantenerlos con vida junto con cualquier otra ayuda relacionada con la salud que puedan reunir.
La afirmación sobre los campos secretos de cuarentena coincide con los informes de que Corea del Norte está ejecutando una elaborada operación de ciberespionaje destinada a hackear empresas que desarrollan tratamientos y vacunas contra el COVID-19, incluido el gigante farmacéutico estadounidense Johnson & Johnson.
Las fuentes involucradas en la investigación del presunto pirateo dicen que comenzó en agosto y septiembre, cuando la carrera por desarrollar vacunas cobró fuerza entre las firmas de investigación estadounidenses, británicas, surcoreanas y otras, según informes de Reuters y The Wall Street Journal.
El régimen de Kim no ha confirmado ni un solo caso de coronavirus en su aislada nación. Sin embargo, los funcionarios de Corea del Sur y los Estados Unidos dicen que hay un brote de proporciones desconocidas en el país, que mantenía importantes actividades comerciales y transfronterizas con China antes de cerrar sus fronteras poco después de que se descubriera que el virus se estaba propagando en en el país vecino a principios de 2020.
La semana anterior circuló un informe de la inteligencia japonesa afirmando que el gobierno chino les ha dado la vacuna COVID-19 al dictador Kim Jong Un, su familia , y a otros altos funcionarios del régimen de Corea del Norte. El informe de la publicación online “19FortyFive” afirmó que dos fuentes de inteligencia japonesas dijeron que Kim y “muchos otros” funcionarios del régimen recibieron la vacuna “en las últimas dos o tres semanas”.
INFORMACIÓN/INFOBAE
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