Esta semana murió el expresidente francés Valéry Giscard d’Estaing. Fue un personaje político significativo en mi vida por varias razones que trataré de exponerles aquí.
Giscard fue Presidente de Francia de 1974 a 1981. En esos años yo salía de mi infancia y entraba a una adolescencia típica, pero con dos contantes que me han acompañado desde niño: mi interés por lo que sucedía en la sociedad y la política de mi país y del mundo, y mi atracción por Francia y todo lo que viniera de allá.
Recuerdo que desde niño leía los periódicos junto a mi papá y me sabía los nombres de todo el gabinete federal (y hasta del estatal) y de los principales jefes de estado del mundo. Por otro lado, en casa, mi papá recibía cajas de vinos franceses cuando todavía no había importación libre de esos productos, y se relataban ad nauseam las historias familiares de los Levet, de la bisabuela “Mamame”, y de la saga de nuestros ancestros franceses que habían llegado a Veracruz en el siglo XIX. Poco después, a finales de los 70 y principios de los 80, haríamos amistad con Jean-Christoph Demard, un historiador francés que escribió sobre esas historias de los franceses de la Alta Saboya y del Franco Condado que fundaron Jicaltepec y San Rafael, entre ellas la de mi tatarabuelo Jean-Marie Levet. Luego viajé varias veces a esos poblados de la rivera del Filobobos, junto con las hermanas Maitret, y conocí a familia lejana como los Galindo Levet, González Levet, los Stivalet, y muchos más. Más tarde, en 1983-84, viví en Francia donde estuve en Champlitte, pueblo emblemático de la emigración francesa a Veracruz.
A mis 18 años, en Besancon, durante mi estancia en el Franco Condado y la Alta-Saona, conocí a los Le Falher, que se volvieron mi familia francesa por mucho tiempo. Christine Le Falher era una gran admiradora de Valéry Giscard d’Estaing, quien, para ese entonces, 1983, ya había salido del cargo. Gobernaba François Mitterrand, el primer presidente socialista de la 5a República, y recuerdo que Christine lo odiaba y extrañaba con toda su alma a Giscard, mientras que yo, un poco sorprendido, no podía entender cómo no estaba contenta de poder tener un presidente socialista de la talla de Mitterand.
Cuando regresé a México en 1984, regresé a San Jerónimo, y vivía en nuestra casa de la calle de Santiago (ya en otro texto he relatado la vida en esa calle y colonia de la Ciudad de México, así como el significado en la vida de varios personajes políticos de nuestro país y de Veracruz). Ahí me volví a encontrar con Bernardo León Oléa, y retomamos una amistad de había iniciado en nuestra temprana infancia. Bernardo me hablaba horas enteras de Giscard. Por Bernardo aprendí quién era Valéry Giscard d’Estaing, y gracias a Bernardo pude valorar no sólo la magnitud y calidad de un gran político mundial, sino pude abrirme a un relato político liberal diferente al que yo traía, ya que mi pensamiento siempre estuvo y sigue estando hacia la izquierda y el socialismo, atemperado por el liberalismo que Bernardo me mostró.
Giscard d’Estaing fue efectivamente un político “conservador” de la “centro-derecha” francesa. Sin embargo, durante esas largas pláticas con Bernardo León, junto con las lecturas de libros, revistas y periódicos que ambos leíamos ávidamente, supe que Giscard en realidad era un verdadero liberal e, incluso, podría hasta decirse que apoyó algunas políticas que pudieran considerarse más de izquierda. Por ejemplo, durante su mandato se aprobó en Francia la legalización del aborto, y aunque Giscard no estaba de acuerdo, declaró que no podía oponerse porque no se trataba de él, sino de un problema público nacional, y recuerdo que nuestro querido profesor de la UNAM, Juan María Alponte nos recalcaba esas anécdotas en sus cátedras sobre la impronta de los políticos en la historia política contemporánea.
Desde luego, Bernardo y yo, estábamos emocionados y contentos que Mitterrand hubiera ganado y que el socialismo por fin llegara a gobernar Francia, y más tarde España con Felipe González. Ambos políticos socialistas nos fascinaban y nos daban esperanzas de un próximo cambio en México. Pero todo ello siempre lo contrastamos, más por iniciativa y reflexión de Bernardo que de mi parte, con políticos liberales que, como Giscard, habían dejado una huella importante en la construcción de sociedades moderna.
Bernardo León siempre ha sido un liberal, un pensador escrupuloso del pensamiento liberal, aunque creo que mucho más en lo político y no tanto así en lo económico. Aunque él admiraba a Margaret Thatcher y discutíamos mucho sobre sus políticas, ya que paradójicamente, mientras que en Francia y España habían llegado los socialistas, en Estados Unidos y en Reino Unido comenzaba la aplicación encarnizada del liberalismo económico.
Aunque es paradójico también que a fin de cuentas esos gobiernos socialistas retomaron y aplicaron políticas liberales en todos los ámbitos. Lo que sí es una realidad es que todos ellos, empezando por Giscard, defendieron siempre la idea de una Europa unida, y Giscard fue un constructor fundamental y principal de la Unión Europea y del Euro.
Aunque ya era un hombre mayor, lamento la partida de una persona y político de la talla de Giscard. Pocos valoraron su mandato porque frente al tamaño de grandes presidentes como Charles de Gaulle o Mitterand, Giscard no tuvo chance de destacar y se le calificó de gris y conservador. La verdad fue todo lo contrario, fue un presidente que puso a Francia en movimiento y defendió el legado republicano y liberal de esa gran nación.
Durante todos esos años de la década del 80 seguí aprendiendo mucho de Bernardo, y creo que gracias a él aprendí también a moderar mi visión de izquierda y a incorporar el liberalismo a mi propia perspectiva política y social. Bernardo se fue al PAN, yo, que siempre he sido menos creyente de los partidos, seguí estando en un limbo de indefinición, y por eso también admiro mucho a Bernardo porque se atrevió a luchar por su visión y por cambiar a México, de una manera más activa y militante.
Otra cosa que Bernardo siempre me decía y reiteraba era la admiración al sistema político inglés. Más que el sistema francés, Bernardo valoraba y valora mucho la política británica, a los políticos ingleses y, sobre todo, las instituciones políticas del Reino Unido. Paradójicamente muchos años más tarde, yo le estaría dando la razón cuando viví directamente en Inglaterra por cuatro años. Le doy la razón a Bernardo en que Reino Unido tiene el sistema político más maduro y consolidado del mundo, sin embargo, sigo pensando en la originalidad de Francia al ser todavía hoy la cuna y símbolo de la República, de la idea y el ideal de la República.
Luego “Bernar”, como yo siempre le he dicho, se alejó también un poco del PAN por varias razones, principalmente porque el PAN, y los panistas, perdió su vocación crítica y liberal (en el sentido político del término) y se volvió un partido más en el gobierno. Y paradójicamente yo finalmente encontré algo un poco más parecido a lo que yo siempre creí desde la socialdemocracia.
He seguido viendo a Bernardo durante todos estos años y, ahora, décadas, aunque reconozco que no tanto como hubiera querido. Ahora me entero de que Bernardo será candidato independiente a diputado federal por Michoacán. Me da muchísimo gusto porque me parece que hace justicia a esa vocación política y de cambio que Bernar siempre tuvo y sigue teniendo.
Bernardo fue el primer y principal impulsor e ideólogo de la reforma procesal penal que junto con otras personas promovimos desde el 2002. También el creador indiscutible y promotor eterno del Servicio Civil de Carrera, que logramos finalmente en 2003. También Bernardo León fue desde toda la vida el invocador e incitador para permitir la reelección inmediata de legisladores, algo que casi logramos en 2005 junto con Alonso Lujambio y otros más. Y en los últimos años, Bernar ha sido el artífice de la justicia cívica y del Modelo Nacional de Policía. Fue él quien finalmente convenció al Presidente López Obrador y a Alfonso Durazo, con el apoyo de Bertha Alcalde, de incluir el Modelo Nacional de Policía y Justicia Cívica, qué Bernardo diseñó e ideó, y que incluye el fortalecimiento de las policías de proximidad, de las policías municipales investigadoras, de los centros municipales de atención a víctimas y de los jueces cívicos municipales, para descargar al sistema de procuración y administración de justicia y fortalecer el ámbito comunitario en la resolución de conflictos y de delitos menores.
Así que no conozco a nadie más capaz, más preparado e idóneo para que esté en la Cámara de Diputados que mi querido amigo de la vida Bernardo Léon Oléa. Espero que los ciudadanos y las ciudadanas de Michoacán lo conozcan y lo apoyen.
Bernardo tiene en su interior la inteligencia y sensibilidad de un estadista de la talla de Giscard a quién él tanto admiró.