Dos hechos recientes ocurridos en Xalapa dan fe del concepto nulo que tiene la actual administración de la 4T estatal sobre el arte de comunicar adecuadamente. El fin último de esta tarea es convencer a la opinión pública sobre las bondades y capacidades del jefe que contrató y paga los servicios de un comunicador. El primero es el hecho indignante, vergonzoso, que protagonizó el gobernador Cuitláhuac García Jiménez en el parque Juárez, al término de un acto cívico, cuando un humilde vendedor de chocolates se le acercó a ofrecer su mercancía, suplicando le comprara uno porque “la venta está muy baja, no tenemos para comer”. Señor, ayúdeme por favor, imploraba el vendedor ante la mirada indiferente y burlona del gobernante, quien con su clásica sonrisa apuró el paso ante el acoso y prácticamente huyó. Esta escena, gracias a las redes sociales, circuló en un momento y se hizo viral. Los encargados de estos asuntos reaccionaron tarde, a través de unos de sus medios “aliados” (así les dicen a los que a cambio de una borona venden todo), informó que al joven le dieron todo, hasta un microcrédito para que abra una empresa en la que se venderán chocolates de todas las marcas incluyendo los famosos “chocoflanes”. Tardía la reacción, sin sentido, que al final resultó un fiasco. La otra es el repentino ingreso, el día de la comparecencia de la Secretaría de Finanzas y Planeación, del primo hermano del gobernador, el Subsecretario de SEFIPLAN Eleazar Guerrero Pérez, al Centro de Alta Especialidad Doctor Rafael Lucio, por contagio de COVID, a quien tuvieron que intubar por la gravedad que presentaba en su salud; versión que nuevamente negaron en los mismos medios “aliados” de que fuera cierta, cuando todos los que asistieron a la comparecencia se dieron cuenta del estado de salud de este señor y de la forma en que con urgencia lo trasladaron al CAE, donde permaneció un par de días intubado y por fortuna se repuso para lograr una recuperación que lo dejó fuera de peligro. Hasta ayer domingo Eleazar Guerrero permanecía hospitalizado, ya con un diagnóstico de estable, o sea mucho mejor, en franca recuperación, pero la amenaza al personal de ese nosocomio de que si alguien decía algo sería despedido de inmediato, continuaba. ¿Porqué negar que una persona, terrenal como cualquiera de nosotros, solo porque ocupa un alto cargo en el gobierno gracias al parentesco con el gobernante, se debe negar que enferme, y menos que se interne en un hospital para chairos?. Que distinto sería que en vez de negar se informara profesionalmente, con sentido de lo que debe ser el manejo mediático oficial, que uno de los más destacados miembros del gabinete había contraído COVID y se encontraba internado en el CAE, confiando en los buenos resultados de lo que el sector salud de Veracruz ofrece. Pero no, al señor no le gira la piedra y a sus colaboradores menos.